Columnistas
Nos unimos o caemos divididos
No dejemos que la historia nos pase por encima mientras solo miramos desde nuestras casas.

18 de may de 2025, 12:48 a. m.
Actualizado el 18 de may de 2025, 12:48 a. m.
El pasado 1 de mayo vimos a un presidente lleno de simbolismo guerrerista, levantando con ‘guantes blancos’ la ‘espada de Simón Bolívar’ y ondeando la bandera de la ‘guerra o muerte’. Cualquier parecido con un dictador vecino, es pura coincidencia. Vimos a un presidente llevando cada vez más la polarización a niveles alarmantes, dando señales preocupantes de buscar aparentemente una escalada que podría desembocar en un conflicto en las calles. Estamos a tiempo de cambiar el rumbo. O avanzamos unidos o caeremos divididos.
Lo que está en juego a partir de este pasado 1 de mayo, no es solo una reforma laboral, ni un paquete de doce preguntas, ni siquiera el destino de Petro en 2026. Lo que está en juego es la salud de nuestra democracia, la solidez de nuestras instituciones y la recuperación económica de nuestro país.
Mientras Petro radicaliza su discurso, buena parte del país productivo, empresarios, comerciantes, profesionales, trabajadores y emprendedores, que sabemos que los modelos de izquierda radical no son viables, observamos con preocupación.
Venezuela hundida en el desastre y Colombia coqueteando con el mismo abismo. Esa es la imagen que nos sacude cuando vemos a un gobierno que, en lugar de construir sobre la base de un libre mercado con mayor responsabilidad social y ética empresarial, amenaza con destruir los pilares que lo sostienen.
Es el momento de recordar que los países democráticos que progresan lo hacen sobre la base del libre mercado, del respeto a la iniciativa privada, de la ética, de las reglas claras que fomentan el crecimiento y atraen la inversión. No hay reforma social que pueda sostenerse en el tiempo sin generación de riqueza empresarial. Sin empresas no hay empleo, sin inversión no hay futuro, sin confianza no hay país.
Si las tensiones entre el Gobierno y Congreso siguen escalando, si el malestar económico crece, si el gobierno alimenta ese fuego en lugar de apagarlo, podríamos vernos atrapados en una espiral de violencia que nos lastimará a todos. Permitir que se destruya el modelo de libre mercado es abrirle la puerta a la miseria.
La historia nos mira, nuestros hijos nos observan. Este no es solo un momento político, es un momento moral. Tenemos la oportunidad de demostrar que somos capaces de resolver nuestras diferencias sin destruirnos como país. No dejemos que la historia nos pase por encima mientras solo miramos desde nuestras casas. Porque si algo nos enseña este momento, es que Colombia no se salvará sola. Nos toca a todos.
No dejemos que la rabia ahogue la esperanza. No dejemos que la polarización destruya lo que juntos hemos construido con tanto esfuerzo. No dejemos que el miedo calle la voz de quienes día a día levantamos este país con esfuerzo, compromiso y pujanza.
Hoy, más que nunca, debemos confiar en la integridad de nuestras instituciones; en el honor, el valor y la lealtad de nuestras Fuerzas Armadas, guardianas de la Constitución y de la paz; y en el compromiso de acción inquebrantable de todos los colombianos.