Medio Ambiente
Conozca por qué Guayaquil es el destino crítico para tortugas y primates amazónicos
A partir de los registros de una clínica veterinaria que recibe animales silvestres provenientes de confiscaciones de la tenencia, entregas voluntarias y rescates, se detectó una red de tráfico ilegal de fauna.

2 de jul de 2025, 11:38 p. m.
Actualizado el 2 de jul de 2025, 11:38 p. m.
Noticias Destacadas
Por: Ana Cristina Alvarado, Mongabay Latam, especial para El País.
La mayoría de tortugas y primates que llegaron a una clínica veterinaria especializada en fauna silvestre en Guayaquil –principal puerto de Ecuador–, entre enero de 2018 y septiembre de 2022, fueron de origen amazónico.
“Esto revela que existe un tráfico establecido desde la Amazonía hasta Guayaquil”, dice Ricardo Villalba, doctor en biología y autor principal del estudio Synergistic Threats to Wild Fauna in Ecuador: Using a Novel Data Source to Estimate the Impacts of trafficking and Human-Wildlife Conflict (‘Amenazas sinérgicas a la fauna silvestre en Ecuador: uso de una nueva fuente de datos para estimar los impactos del tráfico y el conflicto entre humanos y vida silvestre’), publicado en MPDI Diversity.
Los autores utilizaron los registros de la clínica veterinaria Mansión Mascota, que recibe animales silvestres provenientes de confiscaciones de la tenencia o el tráfico ilegal, entregas voluntarias y rescates. En el periodo estudiado, el establecimiento recibió 3212 individuos pertenecientes a al menos 171 especies diferentes. La mayoría de tortugas (73,9 %) y primates (63,6 %) fueron amazónicos, mientras que la mayor parte de psitaciformes –loros, pericos y papagayos– (92,3 %) y carnívoros fueron de origen costero.

Hasta la clínica llegaron individuos que fueron rescatados o confiscados en 12 de las 24 provincias de Ecuador, siendo Guayas la fuente más común, con el 66 %. Por eso, Villalba señala que los datos obtenidos por el estudio apuntan a que Guayaquil es un punto crítico para observar amenazas a la fauna silvestre. Es importante destacar, agrega, que el hecho de que la clínica esté en esa ciudad influye en los datos.
Los autores elaboraron mapas con los puntos en los que cada grupo fue rescatado o confiscado, y encontraron que, antes de su recuperación, los primates amazónicos provenían principalmente de Guayaquil, mientras que las tortugas amazónicas eran de la provincia de Guayas y de las provincias vecinas de Manabí, Los Ríos y Santa Elena.
Los primates y tortugas costeras, los carnívoros y los psitácidos fueron rescatados o retenidos en las provincias de Manabí, Santo Domingo, Los Ríos, Guayas, Santa Elena, El Oro, Bolívar y Tungurahua.
Según el artículo, el tráfico ilegal de fauna y los conflictos entre humanos y animales “actúa de manera sinérgica sobre la diversidad silvestre en Ecuador, en especial en entornos urbanos como Guayaquil”.
Mientras que el tráfico de vida silvestre es la mayor amenaza para reptiles y aves, los conflictos con infraestructura humana, por electrocuciones, atropellos y ataques por perros, afectan más a los mamíferos.
Se estima que el tráfico de vida silvestre alcanza un valor de hasta US$ 23.000 mil millones anuales, cita el artículo. Esto lo convierte en uno de los negocios ilícitos más lucrativos, detrás del tráfico ilegal de armas y de drogas. Su combate se enfrenta a la falta de información, en parte debido a registros poco confiables, incluyendo la identificación incorrecta de especies, los datos incompletos del origen, las condiciones de llegada y el destino final de cada individuo.
Cientos de vidas en juego
A Mansión Mascota llegan animales silvestres todos los días. Eliana Molineros, su directora, cuenta que desde el último trimestre de 2024 pararon la recepción de animales por falta de fondos. Sin embargo, en el primer semestre de 2025 atendieron a 360 animales. Aunque es un número sorprendente, es la mitad de lo que se registró el mismo periodo del año anterior.
Desde 2018, la clínica tiene los permisos del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica para atender a los ejemplares resultantes de operativos o de rescates, pero no cuenta con fondos de ninguna institución pública. “Nuestros recursos están muy limitados, podríamos hacer un trabajo mucho mejor si los tuviéramos”, dice la veterinaria zootecnista.

La clínica, que funciona como un centro de conservación ex situ, cuenta con el apoyo de la organización no gubernamental Proyecto Sacha, a través del que recibe fauna silvestre para examinación médica, tratamiento, reubicación y liberación.
Las donaciones sostienen la compra de insumos y el pago de servicios, mientras que la atención especializada es posible gracias a que veterinarios y otros expertos donan su tiempo. “El Ministerio del Ambiente dice que no tiene dinero”, señala.
En una provincia como Guayas, donde está normalizada la tenencia de fauna silvestre, el trabajo no para, de acuerdo con el sargento Frank Huilca, encargado del Departamento de Operaciones de la Zona 8 de la Unidad de Protección del Medio Ambiente de la Policía Nacional.
Fue justamente el gran volumen de animales que recibe Mansión Mascota, incluidas especies amenazadas, lo que motivó el estudio. En el periodo analizado, la clínica recibió 46 animales cada mes. El 75 % llegó de funcionarios gubernamentales, mientras que el 25 % restante fue entregado por civiles.
Aunque todas las admisiones se registran, quien entrega al o a los ejemplares no siempre entrega la información referente a los motivos del ingreso.
Por eso, la causa de admisión fue registrada solo en el 74 % de los casos y la más común fue hallazgo o abandono, con el 21 %. Le siguieron examinación médica antes de una liberación, con el 18 %; entrega de los propietarios, 16 %; heridas, 13 %, y confiscación por tráfico, 5 %.
Sin embargo, los casos de tráfico y tenencia ilegal aumentaron al revisar los registros clínicos: 7,6 % incluían información sobre esos delitos.
Se incrementaron al revisar la distribución natural de cada especie y el estado en el que algunos llegaron, por ejemplo, con marcas de correas. El porcentaje subió: 35 % de los individuos recibidos fueron víctimas de tráfico o tenencia ilegal.
En fiestas infantiles
Hace unos años, una fiesta infantil ayudó a revelar un caso de tráfico. Todo empezó cuando una mujer entregó en Mansión Mascota una pequeña tortuga que cabía en la palma de una mano. Su hija y otros niños recibieron estos animales en una fiesta infantil.

Los anfitriones del cumpleaños habían comprado varias en una zona comercial de Guayaquil, donde las vendían en paquetes de 20 y las promocionaban como el artículo ideal para incluirlo en las sorpresas que se regalan a los invitados de los cumpleaños.
Esto hizo que julio de 2021 sea un mes atípico: 467 individuos fueron admitidos y, de ellos, 410 eran tortugas de río, de las especies Podocnemis expansa, Podocnemis unifilis y Kinosternon scorpioides, originarias de la Amazonía; y Chelydra acutirostris, de la costa.
Debido en buena parte a este hallazgo, la P. expansa se convirtió en la especie con más individuos admitidos en la clínica, con 449. Esta tortuga de río está enlistada en la categoría En Peligro Crítico bajo la legislación ecuatoriana.
No se conoce en detalle cómo se extraen estas y otras especies de la Amazonía. Sin embargo, luego de trabajar en esa región, el sargento Huilca conoció que la demanda motiva a sus habitantes a cazar animales como el mono ardilla, vulnerable, o incluso el mono lanudo, en peligro. El estudio reportó que estas especies están entre los mamíferos más traficados, con 26 y 10 individuos. La tortuga P. unifilis y el loro Amazona amazónica también lo estuvieron.
“Son los mismos habitantes de la zona quienes extraen a las especies de su hábitat porque ven una oportunidad de generar dinero”, asegura el policía.
Las especies, según el sargento Huilca, serían vendidas en los mercados de las principales ciudades amazónicas y comerciantes o personas que conocen de su manejo los transportarían hasta Guayaquil. En un par de ocasiones, relata, ha aprehendido a personas en el terminal de la ciudad con loros o serpientes.
Cuando la frontera crece
El estudio plantea que el crecimiento de las poblaciones humanas presiona a la naturaleza, especialmente en las regiones tropicales donde los conflictos entre humanos y fauna silvestre, junto con el tráfico ilegal, amenazan críticamente a la biodiversidad. Al menos 955 ejemplares de 106 especies llegaron a la clínica tras interacciones dañinas con humanos, infraestructura o animales domésticos. Estos incluyeron neonatos y animales con heridas físicas. La tasa de mortalidad para estos animales fue del 47 %.
Eliana Molineros ha identificado dos tendencias en Guayas. La primera, de enero a junio, cuando llegan bebés de nutrias, mapaches u ocelotes. Personas que trabajan o que están haciendo ejercicio en zonas campestres hallan madrigueras y asumen que las crías están abandonadas, las toman y las entregan a centros de rescate.
Los pequeños animales requieren de atención de enfermería, de alimentación con leche especializada y de incubadora. “Son los peores casos para reintroducir”, asegura, pues sin la ayuda de su madre tendrán que aprender a buscar alimentación, huir de depredadores y esconderse del ser humano.
La segunda tendencia se observa de junio a diciembre, cuando llegan animales quemados y heridos por la quema agrícola y la zafra de la caña.
Le impresionó el caso de Ernesto, un ocelote con quemaduras de segundo y tercer grado en el 30 % de su cuerpo. Tras seis días hospitalizado, falleció de un fallo multiorgánico.
La especie fue uno de los mamíferos más admitidos en la clínica. Unos 5 individuos llegaron por tráfico y 45 por “otros registros”.
Excluyendo la llegada masiva de tortugas en 2021, la especie más traficada fue el periquito del Pacífico, con 42 individuos. Esta ave se distribuye en la costa de Ecuador y Perú.

El destino de los afectados
“Muy pocos animales logran ser liberados”, dice Molineros. Solo el 56 % regresó a su hábitat, el 29 % no sobrevivió y el 15 % fue transferido a centros de rescate para rehabilitación o cautiverio permanente. La liberación depende de que los animales desarrollen las habilidades necesarias para sobrevivir en la naturaleza, pero muchos llegan con heridas, enfermedades o comportamientos aprendidos de los humanos que no son compatibles con la vida en libertad.
Los psitácidos desarrollan enfermedades en los huesos por la mala alimentación en cautiverio, luego de años de encierro son incapaces de volar aunque sus alas estén completas y vocalizan palabras que los volverían irreconocibles para otros individuos de su propia especie.
Comunicador Social y Periodista con sensibilidad por las artes, las humanidades y la cultura. Con larga experiencia en la cobertura de la realidad social, tanto regional como nacional. Interesado en cubrir fenómenos de medioambiente, posconflicto y DD.HH.