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Francisco Zumaqué celebra 50 años de ‘Macumbia’ y dirige un ensamble con lo mejor del Caribe
A los 80 años, el maestro ceretiano dirigirá a una banda de 25 músicos y 5 cantantes para honrar la música del Caribe colombiano. Entrevista.
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10 de nov de 2025, 11:23 a. m.
Actualizado el 10 de nov de 2025, 11:30 a. m.
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Por Lorena Machado Fiorillo / especial para El País
Hace 50 años, el compositor, arreglista y cantante Francisco Zumaqué —nacido en Cereté, Córdoba, el primogénito de una de las leyendas de la música tropical, el de “Sí, sí, Colombia, sí, sí Caribe”— creó Macumbia, una propuesta fusión entre la música del Caribe colombiano y el jazz, a la que le tocó esperar nueve años para que se publicara en un disco del mismo nombre, para que encontrara su público y brillara.
Hoy, el hombre que de niño adoró los tambores que escuchaba a través del radio de onda corta de su papá dirigirá a 30 músicos del Ensamble Colombia Caribe —Juan Piña, Maía, Juan Carlos Coronel, Karen Lizarazo, Dinkol Arroyo, entre otros— y llevó a los asistentes por canciones íconos de este país, incluida Macumbia con un arreglo especial.
“Francisco Zumaqué es la eminencia de la música de Colombia para el mundo. Detrás de él vamos todos los demás. Aquí somos todos para uno y uno para todos”, dijo el maestro Juan Piña en el ensayo.
En la Tarima Paz del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, ubicada en el Parque de Bolívar de Santa Marta, Zumaqué llevó hacia, como él dice, “un goce musical, una muestra de la esencia de lo que somos”.
Hablamos con él.

En medio de un evento diplomático, la Celac, que reúne a los países latinoamericanos y caribeños. ¿Cómo la música permite la hermandad entre ellos?
La música, definitivamente, es la panacea universal. Todos lo sabemos, muchos la adoptan, la conocen y, digamos, se benefician de eso. Hay algunos pocos que aún no han podido reconocer de verdad toda la fuerza que tiene la música. La música nos une. La música es amor, es belleza, es el arte universal.
Es el lenguaje más profundo, más esencial, el que no necesita ninguna palabra. Se dice ‘te amo’ con una canción, aunque no esté en español. Puede ser la canción en chino, en japonés, en lo que quieran y se dice y la gente lo entiende porque la música lo habla todo.
Nosotros los países del Caribe tenemos una cultura musical común que venimos trabajando y que casi que nos intercambiamos y podemos manejar sin ningún problema. Los grandes maestros dominicanos están aquí con nosotros, hacen música colombiana, nosotros hacemos música dominicana, cubana, puertorriqueña.
Es una sola vivencia, una sola cultura, que se manifiesta más que nada en la música, de pronto un poco en la gastronomía y otros aspectos, pero especialmente en la música, porque ahí está el ritmo, está el calor, el baile, la alegría de vivir.
En ese sentido, y pensando en que estamos en el reencuentro en el corazón del mundo, ¿cuál es el corazón de esta propuesta artística?
La sensibilidad que tenemos todos con nuestras historias. Con nuestras historias de amor, nuestras historias de desamor, nuestras historias picantes, nuestras vivencias como seres habitantes de esta región del mundo, que es una región de paz, de amor, de fuerza, de alegría. Para mí, es una gran oportunidad poder venir a Santa Marta y contarle a la gente el orgullo que es para nosotros estar aquí en este momento hablándoles de eso. Hablándoles de quiénes somos y de cómo podemos seguir adelante a través de este trabajo que estamos haciendo y del pretendemos que se proyecte no solamente al país, sino eventualmente a todo el Caribe y a todo el planeta.
¿Cómo la música del Caribe ha marcado nuestra identidad cultural como colombianos?
Colombia es un país de países en relación a la parte cultural: cada región tiene una gastronomía, una manera de hablar, un acento, una manera de moverse, de bailar…Y tiene una música que inspira todo eso, que es una música original y específica.
Nosotros tenemos cientos, decenas de miles de ritmos, de géneros, de matices musicales. De una región a otra ya la cosa cambia, la manera de acentuar la música, los elementos melódicos, los elementos rítmicos. Entonces, le damos crédito a todo el país. Por alguna razón, el calor Caribe fue penetrando poco a poco en toda Colombia y se tomó el país a nivel de la música, digamos, bailable, de la música de alegría, de la música de esperanza, de la música que te lleva, que te transforma, la del espíritu.
El Caribe, para mí, es esencial en lo que respecta a la música. Es un mundo mágico que no solamente se instaló y floreció aquí, sino que se ha mostrado en el mundo entero y ha sido reconocido por él precisamente por eso, por la frescura, por la alegría y por la proyección de sus vivencias artísticas.
En términos de sonido, ¿cómo esta propuesta pretende, también, cautivar a nuevos públicos?
Desde hace mucho tiempo he venido luchando para que la música colombiana no se quede en los formatos tradicionales, sino que se abra a formatos diversos. Esa fue la propuesta de Macumbia, que se hizo ya hace algunas décadas atrás con ese objetivo.
No solamente mostrar nuestro folclor, que es absolutamente bello, sino abrirse a formatos que entren dentro de culturas diversas europeas, americanas, japonesas, que sean mucho más accesibles a esos oídos y a esas sensibilidades. Para ello no hay que traicionar lo que nosotros somos ni la esencia de ser colombiano. Lo que hay que cambiar es el formato instrumental.
Si las historias las hicimos, digamos, fundamentalmente en español, porque esa es nuestra lengua, eventualmente podríamos hacerlas en otras lenguas y no pierden nada si nosotros conservamos esa autenticidad de la melodía y de la rítmica que conlleva eso.
Esa es mi lucha y es una de las razones por las cuales estamos trabajando con esta banda, con el Ensamble Colombia Caribe, porque es un formato interesante que puede penetrar en otras culturas. Igualmente, estamos trabajando diversos formatos: cuartetos de cuerda, cuartetos de saxofones, combos, músicas, dependiendo del mensaje que se quiera dar, estamos trabajando en producciones que conlleven la esencia de lo que somos y que se estén acomodando a diversas maneras de expresarse en el mundo entero.
¿Cuál, entonces, sería ese mensaje que quieren enviar con esta propuesta?
Que realmente este es el corazón palpitante del mundo y queremos decirle al mundo: aquí estamos, estamos vivos, estamos trabajando con gran alegría y con gran fuerza por hacer propuestas a un nuevo mundo, a una nueva visión de un mundo en donde haya felicidad, en donde haya paz, ojalá no guerras.
Conflictos siempre va a haberlos, pero que nos manejemos de una mejor manera. Para mí es sumamente importante que el ser humano reconozca al otro, lo respete y lo valore como se puede valorar a sí mismo. Creo que ese respeto es fundamental y es lo que queremos decirle a los hermanos que vengan. Los abrazamos aquí, los queremos mucho y les estamos ofreciendo un arte, una música, unos sonidos bellos con gran amor, pero sobre todo con gran alegría y con gran fuerza. Un mensaje de paz.
¿Cómo cree usted que la cultura permite derribar las barreras que a veces nos creamos entre personas?
Un problema, en general, de los pueblos y de los seres humanos es que no nos conocemos y a veces nos ponemos barreras para conocernos. Yo creo que es al revés. Tenemos que abrir los brazos y buscar acercarnos a los demás y conocernos mejor.
Cuando uno conoce a alguien, uno comienza a admirar cosas de esa persona y a saber que esa persona es valiosa. Pasa lo mismo con la cultura. Si nosotros no conocemos, por decir algo, la cultura afgana o la de Marruecos o de cualquier pueblo del mundo, entonces, seremos tímidos, los miraremos como extranjeros cuando son seres humanos que tienen los mismos valores, probablemente, las mismas necesidades, los mismos sienten igual, ¿no? Sienten el hambre, sienten el frío, pero también sienten el amor, aman u odian.
Tienen los mismos elementos que nosotros tenemos. Hay que acercarse. Nosotros los colombianos ya hemos avanzado bastante en eso y nos conocemos mejor. Creo que hay que seguir trabajando en esa dirección, de conocernos ampliamente, de conocer nuestras culturas. ¿Qué haces tú? Ah, lo que acá nosotros hacemos para parrandear o para festejar nuestras alegrías es que tocamos el arpa. Ah, arpa. ¿Y eso qué es? Bueno, es así: tacachi, taquechá. Ah, qué bonito. Y acá, ¿qué hacen ustedes? Nosotros tocamos la gaita, por ejemplo. Es que el otro conozca.

Ese intercambio, esa cosa, ese vivir es muy importante porque entonces vamos a respetar al otro, vamos a quererlo y va a haber realmente una comunión, que es lo que se busca para que definitivamente vivamos en paz y sea un mundo realmente humano.
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