cultura
Yuri Buenaventura desnuda su alma; reveló qué momentos y sentimientos inspiraron sus canciones más emblemáticas
El cantautor, quien será el invitado a Exposer, el 9 de septiembre, en Cali, nos reveló qué momento o qué sentimiento inspiró sus temas más emblemáticos.
Le contaba Yuri Buenaventura a Leila Cobo, la latina más influyente de Billboard —caleña—, en la edición del 2022 del Festival de Literatura Oiga Mire Lea en Cali: “Mi mamá es Colombia, mi madrastra ha sido Francia por 35 años. Yo nací en Viento Libre, en Buenaventura, en medio de nuestra negritud del Pacífico. Nací por partera, y los vecinos, Los Estupiñán, sacaron los tambores para celebrar mi nacimiento. Salí del vientre de mi mamá a escuchar tambores y marimba”.
Su origen, dijo en esa ocasión, no es humilde, tal vez, desde la perspectiva financiera, “mi casa tiene una piscina que llega hasta China, tiene manglares, nadan las ballenas, y mi jardín es el cuarto en biodiversidad en la escala planetaria; rodeado de la negritud y el amor, y con una riqueza étnica y cultural que me ha permitido caminar el mundo. Mi papá (Manuel Bedoya), chocoano, es maestro de música, pianista, guitarrista, tiplista, pescador, jesuita; se enamoró de una monja de claustro, mi mamá (Nery Giraldo), de Anserma, Valle, lograron la dispensa del Papa Pablo VI y ya cumplieron 58 años de casados (en 2022). En casa se escuchaban Bach, Chopin, Verdi, cantos gregorianos. Salía y era África, entraba y era Europa”.
Yuri no quería emigrar como lo hacían los norteños, que se iban a Tampa, Estados Unidos, y volvían con cadenas. “Nuestro destino no pueden ser los antivalores o el consumo de la mediocridad musical”, enfatiza conmovido quien empezó con una guacharaca cantando en los metros: “Estoy tan enamorado de la negra Tomasa”... Después se consiguió un bongó. Duró tres años en esas. Como bongosero le daba la espalda al público, sus colegas de agrupación le decían “gírate”. Un día reemplazó al cantante, “seguí cantando de espaldas, y al girarme, cerré los ojos”.
Ne me Quitte Pas
Un día grabó el cover de la canción francesa ‘Ne me quitte pas’ (No me Dejes Más), de Jacques Brel, en salsa.“Grabé un álbum en Cali con el maestro Andrés Viáfara, pero no tenía plata para pagarlo, él me prestó el cassette donde venía la canción, se la di a un amigo periodista en París y regresé a Buenaventura. Él ponía música en una estación radial de 1:00 a.m. a 3:00 a.m., eso no lo oía nadie. (Eso creía Yuri). Una vez el presidente de Universal Publishing Francia se subió a un taxi y escuchó la canción, le pidió el nombre de la emisora, consiguió mi número de teléfono y me llamó a Buenaventura. Le dije que si me pagaba el viaje, me iba”. Lo esperaba en Limusina, llegó en bicicleta, pero lo convenció de regresar a París. De vuelta en la Ciudad Luz, Yuri lanza Herencia Africana, con 10 canciones, incluida ‘Ne me quitte pas’, y vende más de un millón de copias.
El Guerrero
“El guerrero cabalgando entre las nubes, me ha enseñado que estos prismas terrenales no son nada, comparado con mi pueblo que desde sus entrañas se libera”. El Guerrero, explica Yuri, “es el zapatero, el mecánico, el hombre limpio, el honesto, el que lucha y cree, el que no se corrompe”.
No Estoy Contigo
Es la carta de un enamorado a una persona secuestrada: “Estarás mirando alguna estrella o estarás pensando en mí, tendrás hambre, tendrás frío, amor, quiero estar contigo. Es que a alguien le dijiste que te gustan los domingos y salir a caminar sola conmigo. Secuestraron nuestro amor y los sueños que construimos, que te cansaste de esta guerra donde tú y yo hemos sufrido. Si tienes miedo, perdóname, mi amor, no estar contigo”.
Mi Patria
“Mi Patria es una niña, no es una república milenaria. La nación somos nosotros y debemos defenderla”, dice el maestro sobre esta letra: “Sé que cabalgarás sobre un valle de rosas, buscando el cielo en el que has creído; en el viento buscando la risa perdida, siguiendo la luz de las estrellas. Sé que de esta pena sin medida saldrás cantando y no llorando, secando lágrimas de alegría”...
Vuelo
La historia de un africano, que viene en barco a la costa, se hace amigo de una anaconda y vuela. Donde él muere se vuelve tierra y nace una flor. Fue prisionero, nunca esclavo: “Vuelo en la bruma de la noche, sueño, que viajo entre la selva oscura, sueño, más arriba de las hojas secas del árbol de la vida”.