Cultura
Santuario Nuestra Señora de Fátima: la obra de arte que cumplió 75 años inspirando la fe de los caleños
Secretos de esta joya religiosa, arquitectónica y patrimonio cultural.
18 de may de 2025, 11:10 a. m.
Actualizado el 18 de may de 2025, 11:10 a. m.
La cultura actual, dominada por el narcisismo y la exaltación del triunfo individual, parece olvidar que, en un principio, el arte fue una forma de agradecimiento a Dios, que los artistas no estaban preocupados por “expresarse a sí mismos”, puesto que su verdadera misión era crear obras como conexiones entre lo humano y lo divino.
En ‘Ortodoxia’, Chesterton afirma que Dios actúa así, como un artista entusiasta que siempre regala belleza para conmovernos, porque el arte es una forma de su amor.
Siguiendo este sentido sublime y generoso del arte, fue que hace 75 años, una comunidad de Madres Reparadoras tuvo la iniciativa de construir el Santuario Nuestra Señora de Fátima en Cali, para conservar la fe mariana y agradecer a la santísima virgen por su intercesión en innumerables bendiciones recibidas.
Como expresa el padre Jhony Muñoz Sánchez, actual rector de este santuario perteneciente a la Arquidiócesis de Cali, “las personas llegan aquí y empiezan a observar cada detalle artístico, y poco a poco van recorriendo el templo por completo, llenándose de fervor y conectándose con Dios, porque el arte contribuye a despertar su fe”.
En el origen del Santuario Nuestra Señora de Fátima estuvo el arte y la fe, “todo empezó cuando el obispo de Cali, monseñor Julián Mendoza, regaló a las religiosas de María Reparadora, que se habían instalado en Cali por el año 1947, un cuadro de la Peregrina de Fátima, por el que las madres comenzaron a manifestar gran devoción y la comunidad también sintió este llamado”, cuenta el padre Muñoz.
De modo que, desde 1949, empezaron las peregrinaciones ante la imagen de Fátima, así como los testimonios de milagros, que no han dejado de conocerse hasta el presente. Debido a la acogida y la fe popular, “las Madres Reparadoras, apoyadas por benefactores, compraron un terreno donde empezaron a construirlo. Ellas colocaron la primera piedra de una obra que continuó hasta 1963, cuando se terminó por completo”, agrega el presbítero.
Otro de los autores de la obra de arte en que se convertiría el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, fue el monje español, perteneciente a la orden de San Benito, Martín Canyís Rovira (1912-2001), un reconocido artista religioso, con una perspectiva muy moderna de la belleza, que sería el encargado de diseñar todas las piezas pictóricas del templo: vitrales, mosaicos, frescos, bajorrelieves y altorrelieves, puertas y esculturas.

Para el año de su inauguración, el Santuario Nuestra Señora de Fátima fue reconocido como una de las obras arquitectónicas más hermosas y modernas de Colombia. De hecho, está incluido dentro de los bienes inmuebles de interés cultural de Cali.
Sus dos bóvedas asimétricas, en forma de una doble parábola ascendente, empotradas sobre la colina del barrio Granada, son un referente del paisaje caleño, como la Torre de Cali, el Gato de Tejadita, el cerro de Las Tres Cruces y Cristo Rey.
En este sentido, para Francisco Ramírez Potes, arquitecto y director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle, “es uno de los más bellos edificios modernos de Cali. Si bien acusa la influencia de la arquitectura moderna brasileña, en particular de la iglesia de San Francisco de Asís, ubicada en Belo Horizonte, de Oscar Niemeyer, que influyó en numerosos diseños de iglesias en el mundo, en este caso tiene un carácter especial, resultado de los calados que cierran las naves en su parte superior y que se traducen en un maravilloso entretejido de luces y sombras. Hay que destacar el arte sacro integrado al edificio, como son las pinturas murales en las bóvedas exteriores, como las puertas en altorrelieve, que son obras de enorme valor por sí mismas”.
En cuanto al diseño y construcción del edificio, Ramírez Potes sostiene que en el Santuario Nuestra Señora de Fátima concurrieron, en diferentes momentos, arquitectos como Manuel de Vengoechea, José de Recassens y R. Ronderos.
Curiosamente, la primera parte que se construyó fue la cripta, “un templo subterráneo para proteger la vida después de la muerte, donde realizamos cada sábado a mediodía la misa por los difuntos”, comenta el padre Muñoz Sánchez. En este pequeño espacio, se guardan a perpetuidad los osarios y cenizas de los caleños, más de 10.000 personas a la fecha y, además, es donde están sepultadas las cinco Madres Reparadoras que promovieron la construcción del Santuario.
Ya en la superficie, lo primero que se encuentran los visitantes es la bóveda mayor del templo eucarístico, es aquí donde el arte brinda una experiencia de 360 grados, empezando por el pórtico de entrada que en el techo tiene figuras alusivas al cordero y a la venida de Cristo al mundo, y en las paredes un altorrelieve de los profetas que anunciaron su advenimiento, justo arriba se encuentra el primer gran vitral que representa la natividad, es decir, el nacimiento del Jesús.
Frente al coro, se encuentran siete mosaicos cuadrados de un expresionismo moderno que representan los siete sacramentos en orden lógico: bautismo, confirmación, eucaristía, orden sacramental, matrimonio, penitencia y unción de los enfermos.
En el techo de la primera bóveda se encuentran cuatro pinturas que simbolizan las estaciones: invierno, primavera, verano y otoño, que conectan con la bóveda del presbiterio, en la que está la figura del ángel que entrega una ofrenda en el altar de Dios.
En esta parte del templo se encuentra el altar mayor de la eucaristía, que está construido en una pieza de mármol extraída de Vijes (Valle) y detrás el expositorio del Santísimo Sacramento, que es una obra fundida en cobre, realizada por el escultor chocoano de origen judío Ricietl Vurkovitsky, quien también se encargó, bajo la dirección del padre Canyís, de gran parte de las obras del Santuario.
Para completar la experiencia, “siguiendo el camino por el cual el cristiano encuentra a Dios y se entrega”, como explica el rector del Santuario, arriba del expositorio, se encuentra el segundo gran vitral que representa la Parusía o el regreso de Cristo a la Tierra.
Justo al lado, y no menos importante, como podría pensarse por su tamaño, se encuentra la capilla mariana en cuyo altar se conserva la imagen peregrina de Fátima para la que las Madres Reparadoras decidieron crear todo el Santuario.
Aquí el color predominante es el azul en todas sus tonalidades, por lo que como cuenta el padre Muñoz Sánchez, muchos feligreses al entrar han comentado que “encontraron un pedazo de cielo, por el silencio y la tranquilidad que transmite esta capilla, que ayuda a la comunión con el Señor”.

Desde el pórtico de entrada a esta capilla, se empiezan a observar todos los elementos de la teología mariana, en el techo están los mosaicos del zodiaco, ubicando a María en el mes de agosto de la anunciación y otras escenas están esculpidas en la puerta de ingreso cuyas naves fueron fundidas en cobre. Asimismo, este lugar tiene un efecto misterioso, puesto que en el centro del pórtico, se puede escuchar un eco que guía el sonido hacia el interior de la capilla.
Para el rector del Santuario, “es fenómeno producido por la arquitectura de la capilla y lo que hace es proyectar la voz, como el espíritu hacia el misterio de María y la sagrada concepción”. En este aspecto, vale recordar que muchos de los feligreses, entre ellos parejas y matrimonios con problemas de fertilidad, han recibido bendiciones de la Virgen de Fátima, logrando concebir a sus hijos.
El arte y la fe en el Santuario Nuestra Señora de Fátima están más vivos que nunca, como quedó evidenciado en la peregrinación del pasado 13 de mayo, a la que acudieron miles de caleños devotos que encuentran aquí una manifestación de la belleza del Creador.
Vitrales hechos en Cali

La Casa Velasco y Cia., la empresa de vitrales más antigua de Cali, fundada en 1947 por José Velasco y sus hijos, fue la encargada de realizar el conjunto de vitrales del Santuario Nuestra Señora de Fátima entre 1962 y 1963. Se trata de cuatro vitrales de grandes dimensiones que están ubicados en las naves del templo eucarístico y de la capilla mariana, basados en los diseños originales del padre Martín Canyís. La Casa Velasco y Cia, que aún funciona, dirigida por Alfonso Velasco, hijo del fundador, se especializó en vitrales bíblicos y sus obras están en más de 4000 iglesias y catedrales de Colombia y otros países.
Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.