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¿Qué hacen los hombres con el dolor que sienten cuando les dicen no? Síntoma de una cultura que los ha enseñado a ser correspondidos

Lejos de ser un simple tropiezo sentimental, el rechazo amoroso se ha vuelto una grieta por donde asoman los vacíos afectivos,

Rechazo en hombres.
Rechazo en hombres. | Foto: Foto:123RF

Johana Fiallo García Fiallo

27 de abr de 2025, 03:05 p. m.

Actualizado el 27 de abr de 2025, 03:05 p. m.

Los hombres también lloran”, reza un refrán popular. Y aunque la frase suene cursi, describe bien un fenómeno que hoy se vuelve cada vez más visible: hombres que no saben qué hacer con el dolor, en especial cuando ese dolor proviene del rechazo.

Redes sociales, titulares de noticias e hilos virales lo confirman: hay hombres que, tras sentirse rechazados, reaccionan con violencia simbólica, psicológica o física. Pero, ¿qué dice esto de la masculinidad? ¿Por qué el rechazo resulta tan amenazante?

Mariángela Urbina, autora de ‘Dejaré en visto tu dejada en visto’, ‘El libro secreto de las niñas’ y ‘Mi Navidad en un psiquiátrico’, puso sobre la mesa una conversación que explica por qué el rechazo amoroso -aunque no tiene género-, puede representar una herida emocional, especialmente para la masculinidad.

Rechazo en hombres.
Rechazo en hombres. | Foto: Foto:123RF

“En culturas machistas a los niños varones se les enseña desde pequeños que deben conquistar. Etimológicamente, conquistar viene del latín conquisitare, que significa adquirir de manera reiterada o permanente mediante la guerra. Así que originalmente la palabra se usaba para triunfos militares. Pero luego se empezó a usar para hablar de cuando adquirimos algo mediante esfuerzo. Y eso explica por qué la usamos tan comúnmente para describir cuando nos para bolas la persona que nos gusta. ‘La conquisté‘, como si el amor se tratara de ganar una guerra. Y entonces, enseñaron que el amor es algo que se conquista y que si no se consigue, es porque fallaste como hombre. Por lo tanto, si una mujer te rechaza, se siente como una amenaza directa a la virilidad, a la identidad masculina”, explicó Urbina a través de sus redes sociales.

Pero lejos de ser un simple tropiezo sentimental, el rechazo amoroso se ha vuelto una grieta por donde asoman los vacíos afectivos, la fragilidad emocional y las violencias que brotan cuando algunas personas sienten que pierden el control sobre el deseo o el vínculo.

“El dolor del rechazo no viene solo, sino que viene con un miedo a ser insuficiente, un miedo a no conseguir el amor, un miedo a ser burlado por otros, de ahí que Rita Segato explique que, por ejemplo, el problema de la violencia sexual no es hombres deseando tener más placer sexual, sino ver validada su masculinidad ante otros hombres”, refuerza la especialista.

Pero, ¿qué ocurre cuando un hombre no sabe aceptar que no lo eligen? ¿Qué mecanismos psicológicos, culturales y sociales se activan cuando el ego masculino se siente herido?

relaciones de pareja
relaciones de pareja | Foto: Archivo

Lina Buchely, directora del Observatorio para la Equidad de las Mujeres, OEM, de la Universidad Icesi y la Fundación WWB, explica que la masculinidad no es una categoría biológica; es una apuesta cultural por el tipo de ser humano que se espera que sean los varones.

“Las nuevas masculinidades nos obligan a mirar una herida profunda: la forma en que hemos criado históricamente a los hombres, desconectándolos de su mundo emocional. Muchas castraron la posibilidad de expresar sus emociones: ‘Enséñelo a defenderse. Usted lo está enseñando a ser vulnerable. Un hombre no puede perder’, eran mandatos que terminaban vinculándose con una muy baja externalización del dolor y con la incapacidad para manejar emociones complejas como la tristeza o el sufrimiento”, dice.

Y añade, “entonces, para los hombres la forma de experimentar el dolor ante el rechazo es binaria, hay felicidad o hay ira, pero en el medio no hay nada. Así que, cuando hay rechazo, la contestación emocional masculina es inmediatamente, en la mayoría de los casos, violencia. El no triunfo puede ser tomado con mucha ira y con mucha agresividad”.

Esto se demuestra, explica Buchely, en el trabajo que hizo el círculo de hombres de la Universidad del Valle, quienes se dedicaron hace un tiempo a trabajar con victimarios de feminicidio privados de su libertad en la cárcel de alta seguridad de Cali.

 “En las narraciones, los testimonios de estos hombres son fundamentalmente dentro de un contexto patriarcal, que muestra que esos hombres agresores, feminicidas, acosadores, tenían era un problema muy importante de su masculinidad, de reconocerse como masculinos”.

Luis Sevilla, psicólogo clínico, magíster en psicología de la Universidad del Valle y especialista en terapias de tercera generación y terapia dialéctica comportamental, lo resume así: “El rechazo es una herida narcisista, y lo primero que hay que entender es que evidentemente hay un duelo. Que la persona pueda reconocer que es el rechazo lo que le está haciendo daño, es el primer paso. Una vez se entiende eso, empezamos a trabajar en una reestructuración, en una evaluación cognitiva de lo que está sucediendo, y a fortalecer no solo las redes de apoyo, sino otros aspectos. La idea es que busque ayuda terapéutica que le permita reestructurar una mejor comunicación, una efectividad interpersonal y una tolerancia al malestar”.

Y concluye, “si bien, en la sociedad actual tenemos una mayor deconstrucción de la masculinidad, hay un rol que está muy marcado de manera generacional, porque hay un aprendizaje, y este ha sido reforzado por patrones de crianza: el hombre tiene que ser quien lleve el control, quien lleve el poder, quien salga a buscar lo que traerá a casa, y esto va generando un patrón de intolerancia, no necesariamente al rechazo, sino al fracaso. La idea equivocada de que el hombre no se puede permitir fracasar, porque esto haría debilitar la validación de su rol”.

El nuevo “rol” , cuestionando el machismo

Las nuevas masculinidades —ese concepto aún en construcción que promueve formas más empáticas, afectivas y conscientes de ser hombre— están ganando terreno. Cada vez más hombres buscan terapia, se interesan por la crianza activa y cuestionan el machismo con el que fueron criados.

Aun así, el camino no es fácil. Requiere desaprender, pedir ayuda, aceptar que ser hombre no significa dominar ni reprimir. Significa, también, permitirse sentir. Porque, al final, la pregunta ya no es si a los hombres les duele. La pregunta es si están dispuestos a hacerse cargo de ese dolor sin convertirlo en violencia.

Johana Fiallo García Fiallo

Periodista de cultura, entretenimiento y tendencias, experta en edición digital e impreso. Amante de las historias que inspiran. Aprendiz constante.

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