Cultura

Libros Humanos: personas que superaron la condición de calle contaron sus historias de resiliencia en la FIL Cali 2025

La Secretaría de Bienestar Social y la Fundación Samaritanos de Calle crearon una estrategia para las personas que fueron habitantes de calle y ahora reconstruyen sus vidas.

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Libros Humanos en las FIL Cali 2025
Cuatro personas que fueron atendidas por la Fundación Samaritanos de la Calle y la Secretaría de Bienestar Social, quienes superaron la condición de calle y hoy trabajan para aportar a su comunidad, contaron sus historias en la FIL Cali 2025. | Foto: Secretaría de Bienestar Social / Samaritanos de la Calle

3 de nov de 2025, 09:07 p. m.

Actualizado el 3 de nov de 2025, 09:07 p. m.

Dice Octavio Paz en un poema: “También soy escritura, y en este mismo instante alguien me deletrea”, revelando que cada persona es una historia con su propia belleza y enseñanzas, como libros en espera de un lector o lectora que se refleje en ellos.

Partiendo de esta conmovedora metáfora nació el programa Libros Humanos, de la Secretaría de Bienestar Social de Cali, en alianza con la Fundación Samaritanos de la Calle, que por segunda vez fue incluido en la programación de la décima edición Feria Internacional del Libro de Cali.

Libros Humanos Fundación Samaritanos de la Calle
Libros Humanos son personas que salieron de la condición de calle gracias a la atención de la Fundación Samaritanos de la Calle. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

Para este año, los Libros Humanos que llegaron para compartir sus historias fueron Lady Moyano, Javier Solano, Julián Cardona y Camilo Lotero, quienes, por diferentes dificultades y circunstancias, terminaron habitando la calle y ahora, gracias al trabajo psicosocial de la fundación humanitaria caleña, superaron esta condición y tienen una segunda oportunidad de rehacer sus vidas.

Libros Humanos en las FIL Cali 2025
Los Libros Humanos contaron sus historias en el Auditorio El Valle y sus Letras de la FIL Cali. | Foto: Secretaría de Bienestar Social / Samaritanos de la Calle

“Con este programa buscamos romper estereotipos y acabar con la estigmatización, porque en nuestra sociedad debemos fomentar una visión más amplia desde la dignidad humana, para que las personas que habitan en la calle o que la habitaron sean escuchadas y comprendidas como lo que son, seres humanos”, explicó Johana Caicedo Sinisterra, secretaria de Bienestar Social de Cali.

La Secretaría de Bienestar Social, en alianza con la Fundación Samaritanos de la Calle, tiene nueve centros y una unidad móvil para las personas en situación de calle.

Estos son cuatro Libros Humanos, cada uno novela y poema vivo, quienes se abrieron para un público atento durante la FIL Cali 2025.

1. El running cambió mi vida

Si su vida fuera un libro, expresa Lady Viviana Moyano Suárez, “se llamaría el running cambió mi vida’, porque correr me permite estar enfocada, no caer en ansiedades, y canalizar un poco toda esa energía que tengo”, cuenta.

Lady tiene 40 años y hace parte del equipo de runners de la Fundación Samaritanos de la Calle, con los que ha participado en grandes maratones de Cali, Bogotá y Buenaventura. Además, es promotora social y educadora terapéutica de la misma institución. Para el próximo año iniciará su carrera de Trabajo Social, gracias a una beca.

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Lady Moyano y Helios, su mascota rescatada de la calle. Ella es uno de los Libros Humanos que estuvo en la FIL Cali. | Foto: Secretaría de Bienestar Social / Samaritanos de la Calle

Desde hace tres años está reconstruyendo su vida junto a Helios, su fiel compañero. Dejó las drogas y salió de la calle: primero vivió en un hogar de paso y después “haciendo trabajos como recicladora y vendedora, logré independizarme, ya vivo en un apartaestudio”.

Nacida en Bogotá, a los 13 años cayó en el consumo de drogas y cuando quedó embarazada, con 16 años, sus padres la echaron de la casa. Intentó convivir con el padre de su hija, pero no resultó y después de un año abandonó este hogar, aumentó su consumo y comenzó a prostituirse.

Así recorrió ciudades como Bucaramanga, Cartagena, Medellín y finalmente Cali, donde Samaritanos de la Calle la encontró viviendo en los callejones del barrio Sucre.

“Yo estaba en condiciones muy lamentables en Sucre; una vez casi me matan por allá, me engañaron y me metieron en una casa, me hicieron un poco de cosas, ya no podía más. Pero alguien me habló de la fundación y empecé mi proceso en la sede de Santa Elena. En ese momento estaban formando el grupo para correr las maratones y a partir de ahí supe que ya era mi hora de cambiar”.

La familia de Lady había perdido su rastro, lo último que hizo, antes de perderse en el mundo de las drogas y la calle, fue dejar su hija al cuidado de sus padres.

Pero cuando comenzó a recobrar su estabilidad, su primer deseo fue buscarlos y tratar de reconciliarse.

“Busqué a mi familia por Facebook y me di cuenta de que, después de todos esos años, ellos me daban por muerta, tenían una foto con sellito negro. Pero los contacté y justo cuando fui a correr la media maratón en Bogotá, me reencontré con mi mamá y mi hija me visitó en el hotel. Para mí fue una bendición, porque ella no guardaba rencores conmigo, me había perdonado y ahora tenemos una relación tan bonita, me llama todos los días”, cuenta.

2. La calle en un joven

Cristian Camilo Lotero nació en Medellín y tiene 34 años, debido a las guerras entre las bandas criminales del barrio donde creció huyó del conflicto y llegó a Cali, donde está desde hace trece años.

Camilo, como le dicen todos en la Fundación Samaritanos de la Calle, vivía al día y pagaba habitaciones por noche, pero en la pandemia no encontró techo. Las restricciones de la cuarentena, que obligaron a todo el mundo a permanecer en casa, a él, por el contrario, lo dejaron en la calle.

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"Quiero que mi experiencia enseñe a los jóvenes que la droga es la puerta de entrada para peligros y situaciones difíciles, de las que pocos salen. Yo logré sobrevivir, aprendí humildad, pero perdí muchas oportunidades”, expresa Camilo Lotero. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

A los 10 años cayó en las drogas y luego en las dinámicas de la violencia urbana. Por esta causa pagó cuatro años en una correccional de menores. A los 18 años, en busca de opciones, decidió hacer el servicio militar y conoció el otro lado de la guerra, quedando convencido de que este no era el camino.

Entretanto, seguía luchando con su adicción. “Había dejado el consumo por ocho años, pero recaí y, cuando quedas en la calle, aprendes a sobrevivir, pero entonces prefieres invertir lo que te ganas para un arriendo en más droga, y luego ya no piensas en otra cosa”, comenta.

Hace año y medio que Camilo vive en un hogar de paso, perteneciente a Samaritanos de la Calle y, gracias a un convenio con la Secretaría de Bienestar Social de Cali y el Dagma, trabaja como promotor ambiental, sembrando plantas en la ciudad, cuidando zonas verdes y cultivando verduras en una huerta.

Pero su sueño es abrir un taller de mecánica industrial con torno y soldadura, oficio que aprendió durante sus años de bachillerato y en talleres de la fundación.

Una de las personas que conoció en la calle, cuenta, es un profesor universitario que dormía bajo un puente: “Sabe varios idiomas y es muy inteligente, todavía pide para comer”.

Al respecto, reflexiona: “Si la gente nos escuchara, se daría cuenta de que tenemos muchos talentos y podemos aportar a la sociedad, pero solo recibimos menosprecio, suponen que uno eligió vivir en una calle o que solo le pasa a gente de cierta clase, pero no, aquí nos encontramos personas que buscamos una nueva oportunidad”.

3. La metamorfosis

Don Julián sostiene tres mariposas de aluminio perforado que él mismo hizo para adornar el centro de sostenibilidad de la Fundación Samaritanos de la Calle. Al fondo, en un enorme tablero, está el dibujo en tiza de las diferentes etapas por las que pasan estos insectos (huevo, oruga, crisálida y mariposa adulta), con el mensaje: “La vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas”.

Julián Yesid Cardona Benavides tiene 73 años, es caleño y una de las personas más longevas que atienden en Samaritanos de la Calle.

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Julián Cardona, de 73 años, quien vivió en la calle por más de 20 años y ahora tiene una segunda oportunidad, es uno de los Libros Humanos de la Fundación Samaritanos de la Calle que compartió su historia en la FIL Cali 2025. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

—¿Cómo decidió titular su libro humano?

—Mi libro se llama ‘La metamorfosis’.

—¿Y de qué trata?

—Es la historia de un niño que es abandonado por la familia y queda a los 8 años en la calle. Pero a los 16 conoce una muchacha, se van a vivir juntos y forman otra familia. Duró con ella 33 años, pero después de un fracaso comercial, cuando quiebra su negocio, ella y sus hijos deciden sacarlo del hogar.

—¿Tenía problemas de drogas?

—No, yo era un hombre muy trabajador, pero cuando quedé en esa situación, estando ya en la calle, terminé consumiendo drogas como para soportar el frío, el hambre, la violencia y tantas cosas. Estuve más de 20 años en las calles de Bogotá, viví en El Bronx, y luego regreso a Cali, mi ciudad, y me encuentro con este programa estupendo de Samaritanos de la Calle, y toda esta gente, trabajadores sociales y psicólogos, que son como ángeles.

—¿Cuándo dejó la calle?

—Ya llevó siete años viviendo de forma estable, por ahora, en uno de los hogares de paso.

—¿A qué se dedica?

—Soy fabricante de calzado, a eso me dedicaba, pero hago muchos otros trabajos con las manos, como adornos y figuras en aluminio, que vendo por encargo y en temporadas de fiestas.

—¿Cómo logró sobrevivir en la calle?

—Siempre busqué ayuda, nunca caí en la delincuencia, y estuve en diferentes centros de rehabilitación, pero no encontré ninguno que tuviera el trato humanizado que hay aquí en Cali.

—¿Por qué ‘La metamorfosis’?

—Porque algún día fui una mariposa bien hecha, que volaba y andaba en todas partes. Pero, a medida que fui fracasando en la vida, volví como hacia atrás. No sé cómo ese gusanito hizo para pasar una senda tan complicada y sobrevivir. Pero ahora se despertó y quiere volar otra vez.

—¿Volvió a hablar con su familia?

Yo me di cuenta de que el problema no eran mis hijos, mis hermanos o mis amigos. El problema estaba dentro de mí, en mi cerebro. Los psicólogos me ayudaron y me dieron herramientas para ser fuerte y no caer, ya no tengo miedo de volver a esa vida. Perdoné a mi familia por lo que me hicieron, pero la humillación fue muy grande y no me siento aún preparado para volver con ellos, mi orgullo no me deja. Primero quiero volver a ser el de antes, probarme que puedo valerme por mí mismo, confío en que Dios me dé el tiempo.

4. La última oportunidad

—Hoy lucho con mi adicción, resisto la ansiedad, los cólicos y la depresión, gracias al apoyo de Samaritanos de la Calle, para poder aprovechar esta oportunidad de ser integrante de la sociedad —dice Javier Solano.

Libros Humanos Fundación Samaritanos de la Calle
"Cuando cierran un hogar de paso es un sufrimiento; uno teme dormir en la calle, mejor dicho, uno no duerme, porque allí no sabes en qué momento te van a atacar o a robar, nadie quiere volver a vivir en esa situación”, afirma Javier Solano. | Foto: Aymer Andrés Álvarez

Tiene 51 años, nació en Medellín, pero creció en Ecuador, donde su familia se radicó desde que era niño. Hace un año llegó a Cali, sin recursos para subsistir terminó en la calle y dedicado al reciclaje. Buscando ayuda dio con Samaritanos de la Calle, donde lo acogieron y empezaron a brindarle apoyo psicosocial.

Javier ya no está en la calle, vive desde hace tres meses en uno de los hogares de paso, donde tiene acceso a comida, ropa y aseo, mientras asiste a talleres y controles con trabajadores sociales, así como a sesiones con psicólogos, para aprender a manejar sus emociones y superar su adicción.

—Hoy salgo a reciclar cartones, botellas, latas, lo que sea. Gracias a Dios, desde la fundación puedo salir desayunado, bañadito y limpio, con fuerza, porque dormimos temprano allá.

—¿Cómo era su vida en Ecuador?

—Yo fui una persona que tuve unos excelentes padres, no los culpo. De cuatro hermanos, fui el mimado, me lo dieron todo, pero a los 16 años, cuando me dejaban salir a fiestas con amigos, por la curiosidad de la juventud, probé las drogas, sin saber que en el futuro me iba a quedar sin familia y a terminar como mendigo.

—¿Cómo afectó su matrimonio?

—Tuve una gran esposa, tengo unos hijos maravillosos, pero ellos se cansaron de ver que yo no llegaba a la casa, que me perdía por días, que era irresponsable, nunca estaba en una reunión del colegio, un cumpleaños, ni para el Día del Padre, porque más me podía la adicción. No me daba cuenta de eso, estaba como cegado, pensaba que nunca se iba a terminar todo. Lo tuve todo. Mi esposa hizo todo por mí, pero ganó la adicción. Teníamos todos los lujos, casa, autos, todo lo tuvimos. Pero ella se cansó y nos divorciamos.

Así que yo me fui a vivir aparte. Ahora ella está con otra persona, y eso me llevó a caer más en las drogas. Se perdió todo por no haber sabido aprovechar las oportunidades de la vida.

—Es una problemática que nos afecta a todos...

Sí, esas personas que hoy en día duermen en la calle, que perdieron el amor propio por la adicción a las drogas, vienen de diferentes lugares, con oficios y apellidos que nadie esperaría, pero mire cómo terminamos. Es que esto no tiene límites de estrato, le puede pasar al rico, al pobre, al doctor, al ingeniero, al arquitecto, a todo ser humano. Atrapa y destruye, como lo ha hecho conmigo, pero, gracias a Dios, no me ha quitado la vida todavía y tengo la esperanza de poder rehabilitarme, como lo estoy haciendo.

—¿Por qué decidió compartir su historia como un Libro Humano?

Soy un ejemplo en carne viva de cómo las drogas acaban con todo lo que uno ama. Lo último que acaba es con la vida, que a muchos ya le ha pasado. Quiero ayudar para que la gente no pase por lo mismo, que no vivan esta horrible experiencia. Me gustaría compartir mi historia a estudiantes, jóvenes que necesitan ser orientados, para que sean conscientes. Me hace feliz aportar a evitar que más personas caigan en este flagelo; que me escuchen a tiempo, puede cambiar su forma de pensar.

Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.

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