Cultura
Laura Restrepo en la FILBo 2025: “La palabra es para decir el horror y no dejar que pase en silencio”
La escritora colombiana, invitada a la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025, presentó su novela ‘Soy la daga y soy la herida’, en la que inventa una nueva forma de narrar la violencia.

Todas las escritoras colombianas de las nuevas generaciones tienen una enorme deuda con Laura Restrepo, quizá la primera novelista del país que alcanzó los lugares más altos de reconocimiento literario en una nación dominada por pesados hombres de letras que alababan sin tregua a las dos o tres vacas sagradas del Siglo XX en Colombia, entre las que no había ninguna mujer. Pero, desde su primera novela ‘La isla de la pasión’, de 1989, demostró la solidez de su escritura, la gran factura narrativa y autenticidad de su estilo, que siempre mira de frente la realidad colombiana.
A sus 75 años, la escritora y periodista bogotana continúa vigente y entregando novelas más ambiciosas y enriquecedoras, cuyas temáticas se alejan de las trilladas tendencias editoriales. Novelas que atraviesan edades y culturas como ‘Canción de antiguos amantes’ (2022), y otras más extravagantes como la más reciente ‘Soy la daga y soy la herida’, que presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025.
Diálogo desde la FILBo con la primera escritora colombiana en ganar los premios Sor Juana Inés de la Cruz, en 1997, por ‘Dulce compañía’, y Alfaguara de Novela, en 2004, por ‘Delirio’.
-El título de la novela recuerda el discurso del padre Francisco de Roux cuando presentó el informe de la Comisión de la Verdad, sugiriendo que la guerra convierte a cada persona en víctima y victimario…

El escenario nacional ha estado marcado por víctimas y victimarios, en eso fue muy profundo el padre De Roux, pero, en estos momentos, de una forma muy aterradora también ocurre en el escenario mundial. Nuestro breve siglo ha quedado marcado ya por un genocidio, el exterminio de un pueblo, para arrojarlo de su tierra y convertirla en un balneario. Hoy, los niveles de desprecio de la vida humana y de licencia que se le da a la muerte son de horrorizarse. Y el título de mi novela alude a esa situación.
-El protagonista de la novela se inventa el género ‘brutal noir’, para su historia, ¿cuáles son las características de esta nueva forma de narrar donde lo mítico y la realidad más visceral confluyen?
Ciertamente es mi novela más fantasiosa, que entra por completo en el terreno de la irrealidad. Misericordia Dagger, quien narra, es un verdugo que trabaja con fidelidad incondicional para un dios todopoderoso y absolutamente cruel que se llama Abismo. Ese dios dice quién debe morir y quién no, y tiene unas apariciones como de deidad arcaica, algo prebíblico, a veces aparece como un cisne, otras veces como una mujer desnuda parada sobre una hoguera, para ordenar sus muertes. Esto entra en el ámbito de lo mitológico, pero al mismo tiempo, la novela tiene una gran alusión a realidades muy concretas de violencia absoluta como las que estamos viendo hoy en día, es como una metáfora que ata el mito y la realidad.
-Pero, a diferencia de la ingenuidad de los mitos, en esta novela todo es narrado con bastante humor negro…
Opté por la farsa debido a que, en medio de la absoluta impotencia que tenemos los seres del montón para enfrentar a un poder descomunal, para el que la vida no importa, lo único que tenemos es la palabra, nuestra herramienta para decir el horror y no dejar que pase en silencio, que el oprobio de las muertes no las cubra con una capa de olvido.

Así mismo, el humor, burlarnos de ese poder absoluto, omnímodo y cruel que dispone de las vidas y muertes de todos, lo debilita con nuestras risas, a las que no puede controlar. Yo me reí mucho escribiendo esta novela y eso la impregnó.
-En paralelo con su carrera literaria, siempre mantiene su pasión por el periodismo, oficio que la llevó a registrar momentos trascendentales de la historia colombiana. ¿Cómo analiza el rol que está desempeñando el periodismo en tiempos de clickbait, fake news y revisionismo histórico promovido por los líderes más poderosos del mundo?
Creo mucho en los reporteros, en la libertad de internet y las redes sociales. Claro, por un lado, sirven para difundir mucha basura, pero, por el otro lado, han sido fundamentales para mantenernos informados de todo lo que los grandes poderes quieren tapar. En este sentido, tengo críticas respecto a los grandes medios, porque en la actualidad me parece que se han vuelto unívocos, de una sola versión, casi todos se han caído en una sospechosa unanimidad, y cuando algo es unánime hay que desconfiar. Cuando hay que preguntarse de dónde viene esa versión de los hechos y qué dinero financia a los medios.
Por eso, tengo mi esperanza puesta en los reporteros independientes, en los youtubers investigadores, en los intelectuales que se están expresando de manera rebelde a través de las redes sociales. Creo que hay un universo de libertad también en el terreno de la información que es el que permite que no seamos totalmente indiferentes ante el horror, no solo el que pasa aquí, sino de afuera, porque estamos viendo los intentos de un poder que con la idea de hacer grande a América otra vez tiene como objetivo despojar a las naciones más pobres y vulnerables, y no les importa hacerlo a las bravas. Es lo que está diciendo el gobierno del señor Trump.
Así que ahora, más que nunca, debemos estar bien informados, no caer por inocentes, no pensar que eso le pasa es a los otros, porque si nosotros dejamos que eso le pase a otros pueblos, tarde o temprano nos va a pasar a nosotros también.
Ahora mismo, desconfío de los grandes medios, los siento unánimemente alineados, sosteniendo una sola opinión, pero reconozco el compromiso que asumen por su cuenta los periodistas, los escritores, los poetas, los artistas, todos hombres y mujeres de conciencia crítica.
-Desde las dos formas en que aborda la escritura, ¿qué aporta la literatura que el periodismo no puede cubrir?
La pregunta se puede hacer también para el otro lado, ¿qué es lo que tiene el periodismo que le falta a la literatura? Yo creo que el periodismo es una importante ayuda para llegar a la literatura.
Desde luego, la creación es absolutamente libre y la justicia poética es la única que redime el arte, por lo que cada quien la alcanza por sus propios medios. Pero, en mi caso particular, el periodismo siempre ha sido clave, un oficio que ejercí desde muy joven y del que aprendí mucho del arte de escribir. Además, es como periodista que uno empieza a despertar la fascinación por preguntarle a la gente y conocer sus historias.
De hecho, en esta novela que es absolutamente ficticia y no tiene alusión directa en ningún hecho real, está precedida por un viaje que hice con mi hijo Pedro para entrar a Gaza, hace unos dos años cuando empezaba la carnicería. Fuimos invitados por Médicos del Mundo y Médicos Sin Fronteras para entrar allá, porque yo quería evidenciarlo, que no me dijeran que este horror me agarró con los ojos cerrados y que estaba dándole la espalda. No pudimos entrar, porque tampoco dejaron entrar a las organizaciones humanitarias, pero estuvimos en los alrededores, hablamos con muchas de las familias que estaban adentro y eso se publicó en varios medios europeos. O sea que en la novela hay un intento de cubrir la realidad, que son estas denuncias periodísticas de la masacre en Gaza. ¿Y qué hace la novela? Me dio la libertad de convertir los hechos escuetos en símbolos. He querido hacerlo sin aludir directamente a ningún hecho histórico, pero hay una base periodística.
-El algún momento del Siglo XXI teníamos la ilusión de que el mundo había avanzado en términos humanos, la paz, la libertad de género, los derechos de las mujeres, la dignidad de los migrantes. ¿Estamos en un retroceso o jamás existió avance?

Es una pregunta enormemente compleja. Podemos decir que Trump significa un retroceso brutal, un paso atrás de la humanidad en todos esos sentidos. Volvimos al trato absolutamente inhumano con los migrantes. Al mismo tiempo, el transgénero prohibido, y todo lo que consideran una diferencia o desviación sexual perseguido, las lecturas censuradas, las universidades intervenidas... Pero quedarse en la crítica de Trump también me parece muy parcial, porque esto no ocurre de la noche a la mañana. La guerra de Ucrania empieza con Biden, que nunca quiso impedirla, al contrario, la alentó y estuvo allá en primera fila mandando armas. El genocidio en Gaza empieza con Biden. Él decide con Netanyahu hacerlo y Estados Unidos fue un país incondicional.
Entonces, cuando tú miras el horror que están ocasionando los grandes, los gobiernos de los países poderosos y supuestamente adelantados, y luego observas a Colombia, pues yo me siento orgullosa de ser colombiana. Porque con todos los trompicones y con todas las dificultades, nosotros seguimos siendo un pueblo que sueña con la paz. Que no lo logremos de buenas a primeras, bueno, no se trata de hacer milagros, pero sí avanzamos hacia allá y los colombianos somos un pueblo enamorado de la paz.
Yo creo que eso es más de lo que está pasando en muchas partes del mundo, donde la guerra un poco ya se va dando por hecho, cada día vemos a los gobiernos europeos apostándole al armamento, porque se están preparando para un escenario de guerra de gran proporción. Así que en este momento ser colombiana es optar por lo contrario, estoy contenta de convivir entre gente para quien la paz es el camino. Si bien es un proceso muy difícil, sigue siendo el máximo deseo de este país.
IA y escritura
“Pienso que la tecnología no es ni buena ni mala, no hay moral en eso. Mientras sirva para reforzar la creatividad humana, es válida. Yo desde hace muchos años soy incapaz de escribir nada sin un ordenador, y eso que soy muy de pluma y de cuaderno, pero acceder a internet te brinda una posibilidad casi infinita de información. La IA ya está escribiendo cuentos, pero nunca he leído nada bueno. Lo que hace es tomar de la web cosas ya hechas y las mezcla de manera nueva, pero la creatividad, creo yo, es una propiedad humana, y en ese sentido estamos muy por encima”.
Papa Francisco
“A mí me dio una tristeza enorme que se muriera el Papa Francisco y, además, mucho temor porque creo que era una de las grandes voces que estaba hablando a favor de la humanidad, en contra de la muerte. Siempre tuvo presente a los pobres, eso es innegable. Yo creo que es una gran pérdida, algo que no puedo decir de los papas anteriores”.
José Saramago
“Tuve el privilegio de ser amiga de Saramago y poder conversar mucho de literatura y política cn él. Era un personaje monumental, de los más universales que he conocido, y siento la falta atroz que hace, porque él nunca se calló y, de vivir hoy, estaría diciéndole a la humanidad grandes verdades sobre lo que está sucediendo”.
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