Colombia
El Cauca reescribe su historia: tomates y frijoles reemplazan la coca en el corazón del conflicto
Los bajos precios de la hoja de coca llevan a los campesinos de Argelia y el Cañón del Micay a sustituir los cultivos de uso ilícito. El gobierno, por su parte, apoya la transición con Misión Cauca, un plan al que se unió el empresario Tulio Gómez.
Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
El tomate y el fríjol desplazan a la coca en el departamento del Cauca. También el café y el lulo. Todo se debe a los bajos precios de la hoja de coca, que ya no genera utilidades. Los campesinos la están arrancando para sembrar cultivos de uso lícito.
– Sembrar una hectárea de coca cuesta aproximadamente $20 millones y produce 1000 arrobas. Anteriormente la arroba la compraban en $50 mil. Ahora está en solo $22 mil. Haga cuentas. No da utilidad. El cultivo se demora más o menos seis meses, depende del clima. Entre más frío, más tiempo. Por eso hoy es más rentable un cultivo lícito, pero siempre y cuando se garantice la comercialización. Ese es el cuello de botella – dice un agricultor del municipio de Argelia, en el Cañón del Micay, quien pide la reserva de su nombre.
En la zona siguen los enfrentamientos entre el Ejército, la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc.
Hay varias hipótesis que explican los bajos precios de la coca. Daniela Gómez Rivas, Viceministra para las Políticas de Defensa y Seguridad, dice que, primero, hay una posible sobreproducción. También aumentó el precio del oro, que tiene menor riesgo para los grupos armados ilegales; es más sencillo esconderlo. Y además los cultivos de coca se han trasladado a países vecinos en Centro América, Perú y Bolivia.
– Estamos viviendo un cambio en el mercado de la coca en Colombia y en las fuentes de financiación de los grupos armados ilegales organizados, que le apuntan el mercado del oro – dice la Viceministra.
El campesino de Argelia, por su parte, agrega:
– Es un momento crucial para Colombia y el gobierno. La misma gente está cambiando de cultivos de manera voluntaria ante la baja rentabilidad. Si el gobierno da un pequeño aliciente, como meterle un empujoncito a un carro varado para prenderlo, los campesinos van a seguir arrancando la coca para sembrar tomate, frijol, lulo, café, aguacate. La paz se construye en el campo. La paz es que la gente tenga con qué comer.
El gobierno parece escuchar. Hace unos meses inició una estrategia que nació en el Ejército después de una conversación casual entre el general Federico Alberto Mejía Torres, encargado del Comando Específico del Cauca, y un agricultor. A la estrategia la llamaron Misión Cauca.
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La conversación sucedió un día cualquiera de hace un par de meses en el municipio de Argelia, cuenta el coronel Álvaro Alonso Carrillo, Comandante de la Brigada de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo del Ejército.
El agricultor le comentó al general Federico Alberto Mejía Torres que iba a perder una cosecha de tomate de árbol porque no tenía cómo sacarla del municipio, y tampoco tenía a quién vendérsela.
– Por eso la gente ya no quiere cultivar el campo en Colombia, porque no hay vías en buen estado para sacar los productos ni un mercado para comercializarlos. La coca en cambio la pagan de contado y en la finca. Si hubiera vías y quién compre las cosechas, sembraríamos otra cosa que no fuera coca – le comentó el campesino al general Mejía. Se escuchaba decepcionado.
Al General se le ocurrió hacer una llamada. Al otro lado de la línea estaba Tulio Gómez, el propietario del América de Cali y de los Supermercados La Montaña, que no dudó en comprar la cosecha de tomate de árbol así viniera en costales y no en canastas. Una parte de los frutos debieron botarlos o venderlos a muy bajo precio porque estaban deteriorados. El resto se comercializó en los supermercados de la familia Gómez.
El agricultor terminó tan agradecido con la gestión del general Mejía, que le prometió que, si seguía recibiendo ese apoyo del Ejército para sacar las cosechas de las veredas y comercializarlas, no solo él y su familia terminarían de arrancar los cultivos de coca, sino que más gente de Argelia se uniría.
Aquella experiencia se contó en medio de uno de los consejos de seguridad que se hacen en el departamento debido al recrudecimiento del conflicto armado. Fue así como nació la Misión Cauca, que tiene el apoyo del Ministerio de Defensa, el de Agricultura y otras dependencias.
Consiste en generar condiciones (transporte y comercialización) y apoyar a los campesinos para que sigan sustituyendo la coca que les deja pérdidas, por cultivos de uso lícito cuando el país, y el mundo, demandan alimentos. Es el ‘empujón’ al ‘carro varado’ que mencionaba el campesino de Argelia.
– Estamos ante una oportunidad crucial para que la gente sustituya de manera voluntaria los cultivos de uso ilícito. Es como si los astros se hubieran alineado. Ya 200 familias se han sumado a la iniciativa Misión Cauca. Desde la Tercera Brigada apoyamos aportándole a los campesinos 50 kilos de semilla de frijol, que es lo que equivale a una hectárea, para que la siembren. También abonos, trilladoras, asistencia técnica y todo lo que necesitan. Porque lo que sucede hoy en el Cauca es que no hay mucho para comer. Gracias a las rentas de la coca, se compraba la comida en otros departamentos, como el Huila, Nariño, el Valle. Ahora hay riesgo de inseguridad alimentaria. Ese es otro de los motivos que están llevando a los campesinos a los cultivos de pan coger – comenta el coronel Álvaro Alonso Carrillo, Comandante de la Brigada de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo del Ejército.
La Misión Cauca, detalla la Viceministra para las Políticas de Defensa y Seguridad, Daniela Gómez Rivas, no es solamente un plan para apoyar la sustitución de cultivos de uso ilícito, sino una transformación “integral del territorio”, con una inversión de seis billones de pesos para la construcción y mantenimiento de vías terciarias, hospitales, centros de salud, colegios, acceso a Internet, entre otros proyectos de infraestructura que se deben ir ejecutando “al tiempo” que se gana el conflicto contra los grupos armados ilegales en el departamento.
– El conflicto actual no puede retrasar el avance de la Misión Cauca. Por eso necesitamos secuenciarlo con la operación militar, no esperar a que se gane el conflicto para invertir, como se ha hecho históricamente. Una vez se logran consolidar las relaciones sociales y económicas del territorio, la paz es sostenible a largo plazo. Lo novedoso de la Misión Cauca es eso: es una estrategia de consolidación que no llega después de ganar el conflicto, sino que se va a haciendo a la par. Necesitamos que la gente esté bien. Se requiere de un tejido social y económico que no dependa de los grupos armados ilegales – dice la Viceministra.
Mientras se construyen los puertos para Guapi y López de Micay, o se acondicionan las vías terciarias en el marco de la Misión Cauca, las cosechas de los campesinos están siendo traídas hasta Cali en camiones del Ejército. Hace unas semanas, y tras 322 kilómetros de recorrido, llegaron desde Argelia tomates que adquirió supermercados La Montaña, de Tulio Gómez.
A través de su fundación, Manos Unidas por el Campo, el dueño del América de Cali creó un modelo para comprarle las cosechas a los campesinos “de contado y a precios justos”.
– Siempre he querido apoyar a los campesinos. Recuerde que yo nací en el campo. Por eso cuando en la Tercera Brigada me hablaron de la Misión Cauca decidí unirme. De momento las cosechas las ha absorbido supermercados La Montaña, pero necesitamos empezar a vincular a Cañaveral, Comfandi, Mercamio, Gran Colombia, Surti Familiar, todos, para que no solo Argelia y el Cañón del Micay, sino todo el Cauca, comercialice sus cosechas. Creamos una marca para que los colombianos apoyen a las familias que están sustituyendo los cultivos de uso ilícito: Semillas de Paz. La paz del país está en el campo. Cuando apoyemos a los campesinos, les compremos a precios justos, con pago de contado, y tengan vías para sacar su trabajo, lograremos la paz. El campesino siembra marihuana, amapola, coca, porque le pagan de contado. Y la comida no. Cuando le demos un trato digno al campesino, ese día tendremos paz en Colombia – insiste Tulio Gómez, quien tiene la capacidad de identificar negocios donde pocos los ven.
Además de comprar las cosechas de los campesinos del Cauca para sus supermercados, sueña con crear una empresa que las exporte a países como China, donde hay una alta demanda de cacao, limón Tahití, aguacate hass y arroz.
– El Cauca tiene un gran potencial para ser despensa de alimentos del mundo. De esta manera podremos lograr que no exista una sola mata de coca en el departamento - dice Tulio.
Mientras tanto, en el municipio de Argelia, el campesino que hace parte de las primeras 200 familias beneficiadas con la Misión Cauca dice que arrancar la coca de su finca también es un asunto de “tranquilidad”.
Cuando se tiene un cultivo ilícito, explica, se vive en “zozobra”. Se teme a las fumigaciones con glifosato así sean cosa del pasado, o a que el Ejército tumbe los cultivos, o a que los decomisen. Pero sobre todo se teme al conflicto que genera la coca: los grupos armados ilegales se disputan el derecho a comprar el producido de una determinada zona, lo que causa muertos, desplazamientos, el reclutamiento de jóvenes para sostener la guerra.
– Queremos cambiarle esa cara al Cauca – dice el campesino.