Política
¿Es hora de que una mujer gane la Presidencia de Colombia? Estas son las apuestas
Las próximas elecciones presidenciales en Colombia abren la posibilidad de elegir a una mujer. En este momento hay trece líderes de diferentes tendencias políticas en esa lista de aspirantes

21 de sept de 2025, 05:06 p. m.
Actualizado el 21 de sept de 2025, 05:06 p. m.
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Las próximas presidenciales en Colombia llegarán con un aire distinto: por primera vez hay una amplia presencia de mujeres en la baraja de aspirantes a la Casa de Nariño.
Lo que en el pasado parecía un deseo lejano, hoy se presenta como una opción real, con figuras que van desde la derecha hasta la izquierda y el centro.
Pero, ¿qué tan viable puede ser que Colombia tenga una mujer presidente? En el abanico de precandidatas aparecen nombres ya consolidados en la opinión pública. Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, intenta llevar su discurso anticorrupción y su experiencia en gestión urbana al plano nacional. Renunció a la Alianza Verde y está recogiendo firmas por todo el país.

Desde otra orilla, Vicky Dávila dejó los medios de comunicación para ponerse al frente de una candidatura, salto que ha generado curiosidad entre seguidores y detractores.
El Centro Democrático también puso sus cartas sobre la mesa, con las senadoras María Fernanda Cabal, conocida por su estilo directo, y con Paloma Valencia y Paola Holguín, quienes representan vertientes más calmadas del uribismo.
Y por el Partido Conservador está la aspiración de la actual representante a la Cámara Juana Carolina Londoño.
Pero el progresismo tampoco se queda atrás. María José Pizarro, hija del asesinado líder del M-19 Carlos Pizarro, quiere liderar la lucha por la memoria histórica y la inclusión social.
Y a su lado, también en el Pacto Histórico están Carolina Corcho, exministra de Salud, y Susana Muhamad, quien estuvo en la cartera de Ambiente.

En ese mismo bloque entra Luz María Zapata, politóloga de la Universidad de los Andes que se inscribirá por firmas. Exesposa del exvicepresidente Germán Vargas Lleras, se desempeñó como directora ejecutiva de Asocapitales.
También está Gloria Flórez, presidenta de Colombia Humana, quien hace poco oficializó su aspiración a suceder a Gustavo Petro y la abogada Sondra Macollins, quien propone una mirada judicial al futuro del país.
Entre las incorporaciones recientes está igualmente la senadora Clara López, quien contará con el aval del movimiento Unitarios.

Aunque aún no está claro quienes, de todas estas líderezas, llegarán a la recta final de mayo del 2026, lo cierto es que actualmente son una alternativa para los colombianos.
¿Es posible el cambio?
Sobre este panorama, Lina Céspedes, profesora de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario y experta en temas de género, señala que lo que hoy se observa “es el resultado de un camino largo y demorado”.
Recuerda que, aunque las mujeres tienen derecho a elegir y ser elegidas desde 1954, han pasado más de siete décadas para ver una masa crítica de aspirantes presidenciales.
Para ella, “cada mujer que logra hacer campaña y proponer su nombre es en sí misma un triunfo, incluso si no se reconoce como feminista, porque el simple hecho de romper esa barrera ya constituye un avance en los derechos de las mujeres”.
Según el Informe Global sobre la Brecha de Género 2025 del Foro Económico Mundial, alcanzar la igualdad plena tardará todavía 123 años. Aunque el dato es desalentador, supone un progreso frente a 2024, cuando la proyección era de 132 años.

En términos prácticos, en los últimos doce meses se redujo la brecha en once años y la paridad global avanzó hasta cerrar un 68,8 %, un aumento de 0,3 puntos porcentuales frente al año anterior.
Sobre esta coyuntura, Elizabeth Gómez Etayo, PhD en Ciencias Sociales y profesora de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Occidente, destaca que la llegada de una mujer a la Presidencia es un paso no solo posible, sino urgente.
“Desde hace varias décadas hemos tenido mujeres admirables que cuentan con toda la preparación para asumir la Presidencia de Colombia. No solo es el momento, sino que es necesario”, sostiene.
A su vez, Sandra Borda, docente y analista de la Universidad de los Andes, advierte que el principal reto para las aspirantes a la Casa de Nariño está en los filtros institucionales.
En su opinión, “cualquier persona se puede lanzar a la Presidencia en este momento. La pregunta gruesa que hay que hacerse es: cuándo los filtros entran en acción, los filtros de los partidos, los de las consultas y demás, ¿qué pasa con la participación de las mujeres? Y tristemente ahí es justamente en donde ocurre el primer filtro”.
De ahí que Borda insista en la necesidad de transformaciones institucionales profundas: “La famosa reforma política debería buscar que los partidos tengan liderazgos rotativos, que las listas estén en cremallera, que no se escojan a dedo sino a través de mecanismos democráticos. Solo así se podría garantizar un acceso más equitativo”.
A esto se suma otro desafío: la violencia política de género, que se expresa con fuerza en el espacio digital.
Las candidatas suelen ser objeto de ataques más fuertes que los hombres, lo que muchas veces las disuade de participar activamente. Regular esos espacios, advierte Borda, es indispensable para construir un terreno de juego menos hostil.
El espejo latinoamericano
Los avances en Colombia no se pueden entender sin el espejo internacional. El mapa ‘Mujeres en la política: 2025’, de la Unión Interparlamentaria y ONU Mujeres, muestra que, al 1 de enero de 2025, solo 25 países en el mundo tenían una Jefa de Estado o de Gobierno.
Ese panorama global también encuentra un reflejo cercano en América Latina, que ya cuenta con una trayectoria de liderazgos femeninos en las presidencias.
El caso más reciente y emblemático es el de México, donde Claudia Sheinbaum llegó al primer cargo de la nación en octubre de 2024, tras una campaña que la convirtió en la primera mujer en gobernar la segunda democracia más grande de la región. Su elección fue celebrada como un triunfo histórico para las mexicanas.
En Honduras, Xiomara Castro asumió la Presidencia en enero de 2022, convirtiéndose en la primera mujer elegida para dirigir ese país centroamericano. Su victoria no solo rompió con una larga tradición de gobiernos masculinos, sino que también simbolizó el regreso de su familia a la vida política.
Más al sur, en Perú, Dina Boluarte llegó a la Jefatura del Estado en diciembre de 2022, luego de la destitución de Pedro Castillo. Aunque su llegada estuvo rodeada de protestas y cuestionamientos de legitimidad, su permanencia en el cargo ha sido un hecho sin precedentes: nunca antes una mujer había ocupado ese sitial en el país inca.
Estos casos no son los únicos. En el pasado, otros países ya habían dado el primer paso. Isabel Perón asumió en Argentina en 1974, Violeta Chamorro lideró Nicaragua en los años noventa, y Michelle Bachelet, en Chile, se convirtió en referente mundial.
De igual forma, Cristina Fernández, en Argentina; Dilma Rousseff, en Brasil, y en Costa Rica Laura Chinchilla marcó un precedente en Centroamérica.
Cada una enfrentó sus propios desafíos y dejó huellas distintas, pero todas rompieron estigmas y brechas de género en contextos sociales y políticos complejos.
Llegó la hora de Colombia
La gran pregunta es si Colombia seguirá esa tendencia en 2026. Quienes lo ven posible aseguran que el país ha avanzado en representación política femenina y que las mujeres en el poder aportarían visiones distintas en temas clave como la paz, la equidad de género y la sostenibilidad.
Para otros, aún persisten barreras culturales y estructuras partidistas que dificultarían que una mujer pudiese llegar a la segunda vuelta con opciones reales para ocupar el principal cargo del país.

La profesora Gómez Etayo resalta que ejemplos como Dilma Rousseff, Michelle Bachelet y Claudia Sheinbaum demuestran la importancia de abrir espacios de representación al más alto nivel.
“Colombia está preparada para dar ese paso. Es necesaria una mujer que comprenda las necesidades más profundas de la realidad colombiana, pero también que dimensione cómo funcionan los sistemas de exclusión, para promover sistemas más justos, equitativos e incluyentes”, sostiene la académica.
Lina Céspedes coincide en que una eventual presidenta en 2026 marcaría un cambio de época. “Ese solo hecho implicaría un paradigma de realización de derechos. El verdadero debate será qué agenda logre llegar a la Casa de Nariño, porque incluso las candidatas más conservadoras tienen una agenda de género; la diferencia está en qué tipo de igualdad buscan promover”.
La experiencia regional muestra que no existen “momentos apropiados” para que una mujer gobierne. Como señala la profesora Sandra Borda, “toda la vida ha sido el momento apropiado. La razón por la cual no han llegado a la Presidencia es porque tenemos un sistema político que excluye a las mujeres”.
El 2026 será decisivo no solo por la fuerza que han tomado las candidaturas femeninas, sino por el mensaje que envían a una sociedad que durante décadas vio la política como un terreno masculino.
Para las analistas consultadas, el debate trasciende a la posibilidad de un cambio histórico en términos de género y se conecta con la necesidad de replantear estructuras políticas en el territorio nacional.
De ahí que la pregunta de fondo que se hacen muchos colombianos no es únicamente quién ocupará la Casa de Nariño, puesto que independientemente del género de la próxima cabeza de la Nación, lo crucial será la agenda que consolide y el país que se construya a partir de su gobierno.