Política
Consulta popular vs. reforma laboral: ¿cuál le conviene más al país?
Aunque las dos iniciativas tienen elementos comunes y se debatirían en paralelo, la primera tendría objetivos electorales.

Aunque ambos proyectos tienen el mismo objetivo, el presidente Gustavo Petro ha insistido en que el Senado estudie en paralelo la mini reforma laboral del Partido Liberal y la consulta popular.
Una ‘jugada’, se dice, en la que el Gobierno Nacional seguiría gastando esfuerzos para marcar agenda de cara a las elecciones del 2026.
Analistas consultados por El País coinciden en que a Colombia le conviene más que la eventual reforma al sistema laboral sea debatida directamente en el Congreso, como se ha intentado hacer con los otros proyectos sociales, ya que el mecanismo de consulta tiene tintes más políticos.
Por ejemplo, el consultor político Germán González explica que, de fondo, hay un pulso político: “El Presidente no quiere renunciar a la idea de una consulta que le permite calentar la campaña de 2026 y consolidar su base de apoyo, aun sin siquiera tener unas preguntas oficiales conocidas, y el Congreso hace intentos de desactivar políticamente la consulta y desbloquear el estancamiento legislativo”.
Señala que “más allá de una pretensión electoral, la insistencia del Gobierno en la consulta también responde a una lógica de presión política sobre el Legislativo. A su vez, el Congreso responde impulsando sus propios proyectos de reforma, como una forma de restarle oxígeno político a la consulta. En el fondo, es la decisión del Ejecutivo de mantener viva la consulta sobre la reforma laboral lo que incentiva a presentar una propuesta alternativa”.

De hecho, tras el hundimiento de la reforma laboral del Gobierno, el pasado 18 de marzo, algunos partidos empezaron a adelantar sus propias iniciativas, como el Centro Democrático, que expuso las bases de un eventual proyecto; el Mira también adelantó una encuesta sobre la iniciativa, y el Liberal presentó el proyecto que hasta ahora ha logrado reunir más apoyos.
“Con la consulta popular, el Gobierno cosecharía varios frutos con una sola siembra. Primero, le permite monopolizar el debate público y mantener la iniciativa de la agenda política. Segundo, distrae la atención sobre sus fracasos para insistir en que, si no hay avances, fue porque no lo dejaron gobernar. Tercero, le da una narrativa a los candidatos afines al Ejecutivo; los impulsa, les amalgama apoyos y les facilita que el país los conozca. Y cuarto, pone a toda la izquierda y al país en modo campaña e incluso ayuda a la posibilidad de tener mejores resultados para sus candidatos al Congreso”, señala el analista John Mario González.
De acuerdo con él, el consultor político Álvaro Benedetti indica que la consulta va a ser el termómetro que mida qué tan fuerte está el Ejecutivo desde su base y qué tan sólida puede ser la oposición, no solamente los partidos que cumplen ese rol en el Congreso, sino todos los sectores que no comparten las ideas del Presidente.
“El gran desafío que va a tener la Casa de Nariño es tratar de someter al Legislativo, no solo el Senado, sino también a la Cámara, en lo que sería el trámite de la consulta. Es decir, es volcar los cartuchos que le quedan para abalanzar un poco a la opinión, sobre todo a su base electoral, frente a sacar adelante la consulta. De modo que, si bien la consulta y la reforma giran al tiempo, a lo que se le daría prioridad es a la primera como debate político”.
El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, anunció esta semana que mañana la Casa de Nariño radicará ante el Senado el proyecto para convocar la consulta popular, el cual tendrá la firma de todo el gabinete.

Además, el Ministerio del Interior recibió cerca de 20.000 propuestas de preguntas de la ciudadanía para ser consideradas en la consulta sobre la reforma laboral que impulsa el oficialismo, a través de una plataforma virtual habilitada a inicios de abril
Según Armando Benedetti, titular de esa cartera, el objetivo es llevar esas preguntas depuradas al Congreso después de Semana Santa, las cuales giran en torno a estabilidad en el empleo, formalización, protección de los trabajadores en plataformas digitales y ampliación de los derechos sindicales.
¿Cómo serán los trámites?
“Es muy posible que los textos de reformas presentados por los partidos se acumulen, lo que en la práctica significa que las iniciativas se mezclen en una sola. Mientras, la consulta hará su trámite en la plenaria del Senado, que debe dar su concepto previo favorable. De manera que tienen trámites distintos”, detalla Germán González.
Comenta que, además, la naturaleza de ambos proyectos es diferente y los resultados se lograrían en tiempos distintos. Si se aprueba, cualquier proyecto de reforma laboral tendrá fuerza de ley cuando sea sancionado. En cambio, una consulta aprobada es un mandato del pueblo para que el Congreso legisle sobre un tema, por lo que podría tomar más tiempo.
La reforma del Partido Liberal ya tiene el apoyo del conservatismo y otras fuerzas políticas, y solo tiene dos puntos, que incluyen el horario nocturno a partir de las 7:00 y los recargos dominicales y festivos del 100 %.
Su ponente, el senador Alejandro Chacón, ha dicho que espera que sea aprobada de forma exprés.
“Nosotros proponemos que en esos dos artículos no haya discusión, pero los otros artículos, que pueden ser beneficiosos o no para uno u otro sector, pueden seguir en la discusión del Congreso”, ha explicado el congresista ‘rojo’.
Sin embargo, para John González “la aprobación de una reforma laboral en el Congreso no quiere decir que vayan a mejorar las condiciones de los trabajadores. Si al Legislativo se le va la mano y aprueba beneficios que sobrecarguen a los empresarios, puede terminar destruyendo empleos y afectando a los trabajadores.
De igual forma, indica que “la consulta popular apunta en el fondo a la destrucción de los pesos y contrapesos de la democracia. Solo hay que pensar qué pasaría con un gobierno Petro que ganara dicha consulta. ¿En qué quedaría el Congreso? ¿Garantizaría un decreto de reforma razonable que genere empleo? Me temo que no”.
Finalmente, Benedetti concluye que, aunque el país está alineado con que debe haber una reforma, “estamos en un año preelectoral en el que quien se lleve las victorias del proyecto aprobado, tendrá un terreno ganado para la contienda. No creo que haya consensos, porque, además, la situación económica del país no va a facilitar desde el sector privado e instituciones gremiales que haya una voluntad para hacer una gran reforma en ese sentido”.
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