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Volver al miedo no es opción
Vamos a salir de esta, como hemos salido de tantas. Volver al miedo no es opción. Exijamos seguridad y respeto, sin odio en el corazón.

15 de jun de 2025, 01:33 a. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 01:33 a. m.
“Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza. Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio. Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan. Voy a seguir hablando de paz, aun en medio de una guerra…”.
Las palabras de Mahatma Gandhi se propagaron como una plegaria esta semana, tras los violentos días vividos. Aparecieron en mensajes de WhatsApp, donde a su vez se replicaban imágenes de los atentados en Cali, Jamundí y el Cauca, que el 10 de junio apagaron siete vidas y dejaron más de 60 heridos.
La zozobra madrugó, con el cierre de la vía de Cali al aeropuerto, por alerta de explosivos. Luego vinieron detonaciones en serie a los CAI de Policía, el primero, en Buenaventura, a las seis de la mañana, y poco después, en El Bordo, Corinto y Timbiquí, Cauca. Cerca a las ocho, en Toribío, Jamundí y Caloto, y en cuestión de minutos se sintieron en la capital del Valle, frente a los CAI de Meléndez y Manuela Beltrán y la estación de policía de Los Mangos. Henry Obando, quien se ganaba la vida cuidando motos, fue una de las víctimas mortales en Cali.
Los atentados continuaron en el tercer aniversario del disidente de las Farc, alias Mayimbú, muerto en un operativo militar en 2022, en el Cauca. El bendito Cauca, donde el martes se registraron más explosiones, en Morales, Buenos Aires, Villa Rica y el Patía. En Jamundí, Valle, hubo una en Guachinte, con tres víctimas fatales, y otra, en Potrerito.
Todo pasó cuando aún no nos reponíamos de lo ocurrido en la tarde del sábado 7 de junio. El atentado al precandidato a la Presidencia Miguel Uribe Turbay nos removió los recuerdos de los años más violentos de nuestra política. Y de nuevo, un menor de edad, usado para disparar; no se justifica que un adolescente se convierta en sicario, pero cuánto duele que ello ocurra.
Alrededor de la Fundación Santa Fe de Bogotá llegaron decenas de seguidores y políticos a manifestar solidaridad; a la vez que se escuchaban en los medios declaraciones del oportunismo carroñero, incapaz de sentir respeto, porque su ego es tan grande, que es más fácil capitalizar resentimientos que orar por un milagro.
El viernes 13, en la radio, María Carolina Hoyos, hermana de Miguel Uribe, hablaba de la devoción de su familia por San Chárbel, a quien se le piden milagros. Ella se aferra a él y a su mamá, Diana Turbay, otra víctima de la violencia, que los cuida desde el cielo.
La tristeza se siente por Miguel, por la democracia, por Cali, Jamundí y el Cauca, donde el viernes hubo otra explosión. Pero debe ser más grande la fuerza y la esperanza; los aplausos y los pañuelos blancos que al mediodía del viernes se elevaron en los cinco minutos por Cali; las velas que se encendieron en la tarde, por el Valle; los mensajes de luz que se esparcen para contrarrestar las cadenas de terror y desinformación. Cuanta prudencia y sensatez necesitamos en estos momentos.
Vamos a salir de esta, como hemos salido de tantas. Volver al miedo no es opción. Exijamos seguridad y respeto, sin odio en el corazón. Clamemos por la unión, porque no hay otra manera sanar. Y aceptemos la invitación que Gandhi, en otro aparte de su mensaje, nos da: “voy a seguir iluminando, aun en medio de la oscuridad. Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha… porque en medio de la desolación, habrá un niño que nos mirará, esperanzado, esperando algo de nosotros. Y aun en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol”.
@pagope
Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.