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¡Párese, si puede!
Pasar de la inactividad física a realizar 90 minutos de ejercicio (que no tiene que ser intenso) por semana, reduce considerablemente el riesgo de morir tempranamente por una enfermedad.

15 de jun de 2025, 01:44 a. m.
Actualizado el 15 de jun de 2025, 01:44 a. m.
Una publicación de mayo de 2025 muestra la relación existente entre el sedentarismo y algunas enfermedades como el Alzheimer. El “Vanderbilt Memory and Aging Project” estudió durante siete años, 404 adultos mayores de 60 años y empleó múltiples evaluaciones neuropsicológicas y sofisticados exámenes de resonancia magnética cerebral.
Los resultados son contundentes. Existe una clara asociación entre el sedentarismo y una disminución del volumen cerebral, una mayor degeneración neuronal y un pobre desempeño cognitivo.
Estos hallazgos son de gran importancia en el contexto del envejecimiento, pues las limitaciones de movilidad y la pérdida de funciones cognitivas aumentan con los años. Los que quieran más información pueden leer el artículo completo (1). Una recomendación clínica práctica no debería sólo enfocarse en el régimen de ejercicio, sino también en la cantidad de tiempo que una persona permanece sentada durante el día, ya sea en reuniones, o frente a una tableta, un celular, un computador o una televisión.
Estas investigaciones concluyen que es necesario moverse, pararse, caminar pues no hay duda alguna que hacer ejercicio, cualquiera que sea, en cualquier cantidad, a cualquier edad que se comience, es infinitamente mejor que quedarse sentado.
Para la mayoría de las personas que han sido sedentarias por mucho tiempo, empezar una rutina de ejercicio no es fácil. Pero en la vida nada es fácil. Es cuestión de voluntad.
Nunca es tarde para combatir el sedentarismo. Hacer ejercicio regularmente puede aumentar los años de buena calidad de vida. Entre otras razones porque el ejercicio aumenta el consumo de oxígeno, lo cual da energía.
Pasar de la inactividad física a realizar 90 minutos de ejercicio (que no tiene que ser intenso) por semana, reduce considerablemente el riesgo de morir tempranamente por una enfermedad. Los beneficios son enormes independientemente de la edad.
Los cambios en la rutina de ejercicio deben ser graduales y deben hacerse de acuerdo a la edad. Idealmente deben realizarse bajo supervisión para evitar las lesiones por sobrecarga pues estas llevan al deterioro. Tales prácticas deben estar guiadas por el sentido común y por la certeza de que hacer ejercicio es la mejor manera de mantener y mejorar la salud y prolongar la vida con menos achaques.
El mejor ejercicio, el que da mejores resultados, es el que más se acomoda a cada persona. Y cada cual debe definir cuál es su actividad física de preferencia. Es fundamental combatir las conductas sedentarias cotidianas que se normalizan y se vuelven la antesala del Alzheimer. Y no aceptar las excusas del sedentario para no levantarse de su silla: “Cómo voy a hacer ejercicio si estoy tan cansado. Yo ya estoy muy mayor para cambiar mis costumbres”. A lo cual se le puede responder: “Por lo menos párese de esa silla. Precisamente si está cansado, el ejercicio le va a dar energía”.
Además del ejercicio, es vital tener presente que estar parados más tiempo en el día, y aprovechar más las oportunidades para caminar, trae enormes beneficios.
1. Gogniat, M.A. et al, The Journal of Alzheimer Association, Vol 21. Número 5, Mayo 2025.
Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.