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Trump hizo un mal cálculo
El consecuente efecto fue exacerbar el nacionalismo, el patriotismo resurgió con pasión en las naciones afectadas.

Alfredo Carvajal Sinisterra
Economista de profesión. Empresario con experiencia en el sector público y privado. Columnista de El País desde hace varios años.
13 de abr de 2025, 01:25 a. m.
Actualizado el 13 de abr de 2025, 01:25 a. m.
El anuncio que con bombos y platillos hizo el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aumentando drásticamente los aranceles de su país, ha desatado retaliaciones de sus homólogos en otros continentes, de sus vecinos afectados adversamente por sus medidas, y de China, de manera significativa, con el segundo PIB más alto del mundo, donde se fabrica una parte considerable de los instrumentos electrónicos, como los teléfonos celulares, los computadores, las tabletas electrónicas y donde también tienen origen softwares como TikTok o Alibaba Cloud, ampliamente conocidos y utilizados.
Otro anuncio menos publicitado, pero no por ello menos controvertido, fue la sugerencia de que Canadá podría ser otro Estado de la Unión y que pretendía que el Canal de Panamá volviese a manos de los Estados Unidos, además de que Islandia, isla Danesa por su proximidad y sus nexos, debería formar parte del territorio de Norteamérica. Estas declaraciones, como es de suponer, fueron rechazadas con ímpetu por los países afectados. El consecuente efecto fue exacerbar el nacionalismo, el patriotismo resurgió con pasión en las naciones afectadas.
Su eslogan de campaña: hacer a Estados Unidos grande. Léase, fuerte e influyente, para lo cual está estableciendo unos muros económicos, que lo están aislando, contradiciendo lo que pretendió en el pasado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se constituyó en el adalid del libre comercio y como consecuencia de la globalización. Promovió el acuerdo de Bretton Woods, la Organización Mundial de Comercio, fomentó tratados de libre comercio entre países, como el Nafta, constituido entre los EE. UU., México y Canadá, y otros varios.
Los efectos económicos los estamos viendo. Las bolsas de valores tambalean. Retaliaciones en el nivel de los aranceles, como el caso de China. Pérdidas millonarias en los valores de las empresas de tecnología. El precio del petróleo a la baja. Todo lo cual induce a una recesión económica, al temor de lo que puede ocurrir.
Los noticieros y la prensa escrita publican titulares impactantes. En general, el ambiente es pesimista y expectante. No es para menos, los efectos de los aumentos en los aranceles del país más rico del mundo han producido un terremoto económico.
Lo que está ocurriendo es grave, producto de las decisiones de un presidente que, con sus actitudes, parece ser narcisista y mesiánico.
Existe otra preocupación igualmente importante: las consecuencias políticas de la guerra arancelaria. Debemos recordar que los nuevos amigos son el fruto de los enemigos comunes. No se puede ignorar quién generó esta debacle. Para muchos países, los Estados Unidos eran su amigo protector.
Como si fuera poco, Elon Musk, comisionado por Trump para disminuir los gastos del Estado, ha incluido la supresión de las ayudas económicas internacionales prestadas a otros países más desvalidos. La reacción es obvia.
Difícil pronosticar cómo se constituirán las nuevas alianzas, pero lo que parece definitivo es que los Estados Unidos no tendrán la misma influencia de la que disfrutaba. Disminuirá el poder político del que gozaba. Otros países lo sustituirán. El realineamiento político parece inevitable.
Alfredo Carvajal Sinisterra
Economista de profesión. Empresario con experiencia en el sector público y privado. Columnista de El País desde hace varios años.
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