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Sombras nada más

Por todo el continente, su voz se convirtió en banda sonora de los barrios al atardecer...

Medardo Arias Satizábal
Medardo Arias Satizábal | Foto: El País

3 de jul de 2025, 03:11 a. m.

Actualizado el 3 de jul de 2025, 03:11 a. m.

Anteayer se cumplieron 53 años de la muerte del cantor venezolano Felipe Pirela.

Si el asesino que disparó contra él ese 2 de julio de 1972 hubiera errado el gatillo, el excepcional cantante maracucho tendría hoy 83 años. Nadie como él cantó un bolero e hizo del romance latinoamericano un nicho donde era posible soñar, pero su vida fue tronchada a los tempranos 31 años.

Caracas era entonces esa misma ‘Caracas vieja’ a la que cantó Miltinho, una ciudad que soñaba con el primer mundo después del cúmulo de obras modernas que inaugurara el dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez.

Pirela venía de ver aterrizar gansos en el Lago Maracaibo, traía acentos Caribes y veía deslumbrado aquella ciudad que en su parte opulenta debió ser como El Vedado en La Habana: enormes residencias solariegas con árboles de mango y mamoncillo, balcones y el sonido de un piano a través de las ventanas. La pica demoledora se llevó estos hitos arquitectónicos en favor de las torres de concreto que trajeron los petrodólares.

Pirela pertenecía a esa extensa franja de mulatos chinos que corren por las barriadas latinoamericanas. Fue bautizado como Felipe Antonio Pirela Morón, octavo hijo del albañil del mismo nombre, con Lucía Morón González, una mujer a quien recuerdan como ‘comerciante’ y aficionada a las expresiones artísticas. Ella lo animó a conformar un grupo de niños del barrio El Empedrao de Maracaibo, para cantar en la radio.

Felipe contaba 13 años. Los ‘Happy Boys’ eran contratados para tocar en reuniones familiares y el niño cantante que más tarde sería llamado ‘El bolerista de América’, se esmeraba interpretando canciones de Alfredo Sadel, Olga Guillot y Lucho Gatica.

Incursionó en Radio Caracas Televisión y en el canal Ondas del Lago, de Zulia, hasta ser llamado por el grupo Los Peniques desde donde dio el salto a la Billo’s Caracas Boys, orquesta consagratoria donde muchos años después debutaría también José Luis Rodríguez ‘El Puma’.

Por una paradoja de la historia, fue asesinado en San Juan Puerto Rico en el aniversario de su debut con la Billos, un 2 de julio. En esa misma fecha, al inicio de la década del 60 empezó a cantar junto a Cheo García al frente de la tarima. Esa primera aparición con la orquesta venezolana estaba programada para el 25 de junio de 1960, pero un atentado contra el presidente Rómulo Betancur impidió entonces toda presentación artística o jolgorio en Caracas.

Fue llamado por la disquera venezolana Velvet y también por sellos mexicanos, lo que ocasionó diferencias con el director, el dominicano Billo Frómeta. Pirela era ya una estrella que brillaba sola, tenía el elogio del propio Alfredo Sadel y desde Norteamérica recibía ofertas de Tito Rodríguez, además de tentadoras ofertas por parte de las orquestas de Renato Capriles y Chucho Sanoja.

Por todo el continente, su voz se convirtió en banda sonora de los barrios al atardecer: Entre tu amor y mi amor, Sombras, Únicamente tú, El retrato de mamá, El malquerido y Cuando estemos viejos, entre muchas otras, sonaban de manera incesante, mientras en Cuba Fidel inventaba una revolución y en República Dominicana caía abatido a tiros Rafael Leónidas Trujillo Molina, un 30 de mayo de 1961.

Los ‘popurrís’ de la Billos se bailaban en las verbenas populares y en el barrio Machuelo Abajo de la Cantera, en Ponce, Puerto Rico, un joven delgado y jaranero jugaba a imitar a Pirela, a Daniel Santos, a Chuíto el de Bayamón; era Héctor Juan Pérez Martínez, más tarde conocido en Nueva York como Héctor Lavoe. En justicia, el bolero Sombras de José María Contursi, un tango originalmente, tiene hasta hoy tres grandes intérpretes: Pirela, Javier Solís y Héctor Lavoe.

Medardo Arias Satizábal, periodista, novelista, poeta. En 1982 recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Mejor Investigación. En tres ocasiones fue honrado con el Premio Alfonso Bonilla Aragón de la Alcaldía de Cali. Es Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1987, y en 2017 recibió el Premio Internacional de Literaturas Africanas en Madrid, España.

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