Columnistas
Semana Santa en Popayán
Qué bueno poder ir a Popayán en esta Semana Santa, un paseo único e irrepetible. Estoy que me voy desde ya…
El Alcalde de Popayán, Juan Carlos Muñoz, le dijo a Sirirí que la carretera Cali-Popayán no sufrirá ni bloqueos ni taponamientos durante la Semana Santa que se inicia desde este fin de semana.
De manera muy seria, las comunidades indígenas se comprometieron y garantizaron que durante estos días no habrá inconveniente alguno que altere la movilidad en esta vía por la que circulan miles de vehículos diariamente y más en esta temporada en que la Ciudad Blanca luce todas sus galas y se ha preparado durante todo el año para ofrecer una alternativa diferente y única.
En efecto, las procesiones que recorren sus calles con una solemnidad conmovedora tienen fama mundial y por ello atraen visitantes de todo el orbe, no solo del rito cristiano. Durante siglos han cobrado tal importancia que son Patrimonio Universal de la Humanidad.
Para preservar esta sagrada tradición, la Junta Permanente Pro Semana Santa, presidida por el payanés de raca mandaca Felipe Velasco Melo, se sigue esmerando para que las procesiones conserven su solemnidad característica en un ambiente de recogimiento.
Pero no solo ello: también y siguiendo la tradición, se llevará a cabo el Festival de Música Religiosa que fundara hace décadas Edmundo Mosquera Troya con la estrecha colaboración de su esposa Stella Dupont, directora del Coro de Cámara de Popayán, y hoy a cargo de su hijo Juan Manuel Mosquera Dupont, que este año presentará varios conciertos teniendo como sede principal el Teatro Guillermo Valencia y otros lugares emblemáticos de la ciudad.
Exposición de artesanías caucanas, muestras gastronómicas de los fogones ancestrales y la alta cocina -el restaurante del Hotel Camino Real, entre otros-, avistamiento de aves, museos -recomiendo el de Luis Eduardo Ayerbe, en la casa que fuera del poeta soldado Julio Arboleda- y las ‘vueltas del maní’ previas a las procesiones, así como recorrer sus calles que se silencian al llegar esas noches claras de inquietos luceros tan acogedoras como esos atardeceres presididos por el sol de los venados.
Los helados de Baudilia preparados con el hielo que traían del volcán de Puracé, los infaltables tamalitos de pipián con el achiote y las crocantes empanadas sin nada de carne, pero con ají de maní, la sopa de carantanta y las canciones del Efraín Orozco… ¡Ah!, como golpean los gratos recuerdos.
Qué bueno poder ir a Popayán en esta Semana Santa, un paseo único e irrepetible. Estoy que me voy desde ya…
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Posdata. Uno ya no sabe si reír o llorar ante los bandazos presidenciales y sus galimatías que enredan y enredan a la opinión pública. Y más aún, las peleas hasta con los jefes de la guerrilla con insultos que vienen y van y las sacadas de los trapitos al sol, propios de las verduleras más soeces. ¿Para dónde vamos en este caos?