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El episodio pudo haber escalado hacia un enfrentamiento nuclear”. Igual sigue la guerra en Gaza y la ONU nada; y aquí no hay paz.

Benjamin Barney Caldas
Benjamin Barney Caldas | Foto: El País

17 de jul de 2025, 03:13 a. m.

Actualizado el 17 de jul de 2025, 03:13 a. m.

“Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad. Condiciones como el aumento del nivel del mar y la intrusión de agua salada han avanzado hasta el punto de que comunidades enteras han tenido que reubicarse, y las prolongadas sequías están creando un riesgo de hambruna”, (Naciones Unidas, Acción por el Clima). Ya sucedió con la isla Cartí Sugdupu del archipiélago panameño de San Blas, por la subida del nivel del mar, como se escribió en esta columna (Evacuación/desubicación, El País, 20/06/2024). Y la ruptura del Jarillón del río Cauca amenaza a Cali.

Informa Mario Carvajal Cabal que “Pekín busca quintuplicar su arsenal para 2035 […] la Rusia de Vladímir Putin ha utilizado la amenaza nuclear como escudo para su agresión en Ucrania, mientras que Corea del Norte expande su capacidad con misiles capaces de alcanzar territorio continental estadounidense. Irán está más cerca que nunca de fabricar un arma nuclear y, en mayo, el mundo presenció un hecho inédito: India y Pakistán —ambas potencias nucleares— se atacaron mutuamente con armas convencionales tras un atentado terrorista. El episodio pudo haber escalado hacia un enfrentamiento nuclear”. (El regreso de las armas nucleares, El País, 09/07/2025). Igual sigue la guerra en Gaza y la ONU nada; y aquí no hay paz.

Yuval Noah Harari Harai termina su libro Homo Deus. Breve historia del mañana, 2016, preguntando: “¿Qué es más valioso: la inteligencia o la conciencia?” Y contesta a continuación con otra pregunta: “¿Qué le ocurrirá a la sociedad, a la política y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes, pero muy inteligentes, nos conozcan mejor que nosotros mismos?”. Como ya se dijo en esta columna, el internet, por su parte y sumado a la llamada inteligencia artificial, penetra toda la vida contemporánea de toda la humanidad en todo el mundo, en lo político, militar, social, económico y cultural, e igualmente en lo íntimo y privado (¿El último milenio? El País, 09/07/2020). ¡Sálvese quien pueda!, escribió Andrés Oppenheimer.

Como ya hace 20 años lo señaló Elizabeth Kolbert, se está consumiendo más agua por el crecimiento económico y demográfico. La mayor parte de la energía para las ciudades, cada vez más pobladas, es de combustibles fósiles, liberando gases de efecto invernadero. Los residuos nucleares siguen sin solución. En la mayoría de los países en desarrollo el uso de carros crece; y en Cali de motos. La erosión de los suelos por la agricultura aumenta. La selva húmeda tropical, esencial para el control del clima, es un 25 % menor que hace una generación. La población mundial crece unos cien millones cada año, con su demanda de más tierra, agua y energía (La catástrofe que viene, 2006). Y en Colombia cerca de medio millón a 2025.

A 2024 se encontraban camino a la ‘autocratización’ 45 países, especialmente en África, Iberoamérica, Europa del Este, el sudeste asiático y el subcontinente indio. Y, por su parte, las democracias se habían reducido de 71, en 1992, a 19, en 2004; y mientras que a 2005, el 51 % de la población mundial vivía en un régimen democrático, veinte años después, el 72 % lo hace bajo autocracias, y no hay ningún indicio de su ralentización (Instituto V-Dem, informe anual). Actualmente, poco más de ocho autócratas mundiales, todos hombres, mandan sobre más de ocho mil millones de personas, en los cerca de 200 países que hay en el mundo. (¿Política? El País, 12/06/2025). Y en Colombia hay 75 precandidatos para 2026.

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.

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