Columnistas

Cali invencible

En sus terrenos levantaron las primeras casitas de guadua que llamaron Villa de Ampudia...

Helena Palacios
Helena Palacios | Foto: El País

17 de jul de 2025, 03:10 a. m.

Actualizado el 17 de jul de 2025, 03:10 a. m.

Si se pone uno a husmear episodios de la historia, se vive la experiencia de un flashback que conecta con nuestro presente.

Así parezcan muy remotos los hechos, como pueden ser los inicios de nuestra querida ciudad de Cali, desde ellos se explican buena parte de las vicisitudes de la población a lo largo de los años. No es solo que sea un salto atrás para revivir un pasado, sino que mirarlo arroja luces para explicarnos el hoy.

Cuentan los historiadores de la comarca que el cacique Jamundí fue vencido por codiciosos españoles que atrajeron a otros indios a su lado, destrozando el ejército del guerrero. En sus terrenos levantaron las primeras casitas de guadua que llamaron Villa de Ampudia, trasladada después por orden de Sebastián de Belalcázar a un lugar escogido, en que, según dice la tradición, se fundaría la ciudad de Santiago de Cali un 25 de julio de 1536, en donde ahora está el templo de La Merced.

Por esos tiempos habitaban los indios liles y gorrones, ambos feroces y antropófagos, gobernados por Petecuy, quienes dieron la pelea, pero fueron subyugados por el conquistador capaz también de cometer grandes barbaridades. Festejos de lilis y coimbras terminaban con heridos y muertos. Otros indígenas nobles y honestos poblaron en paz la montaña hacia Buenaventura, por cuyo continuo y extenuante trabajo al que les sometieron los españoles, miles de ellos murieron.

La anarquía y las guerras entre los pueblos indígenas favorecieron el dominio de los españoles, logrado este en medio de brutales prácticas y contiendas, según relatos recogidos en crónicas, cartas e investigaciones. Lo evidente es que ni los unos ni los otros, españoles o indígenas, descollaron precisamente por sus buenas costumbres, ni por un espíritu pacífico, y, por otro lado, es cierto que los hechos cruentos, como suele suceder, no representaban a la mayoría de tantos pobladores anónimos ni a los africanos esclavizados, que calladamente aprendieron a convivir para subsistir, de un modo conveniente a la vida y a sus necesidades, a lo cual seguro contribuyó el mestizaje.

Aunque persisten los hilos originales que tensaron la historia en su tendencia a la pugnacidad, esa diversidad de caracteres y condiciones de los habitantes evolucionó para dar paso a un tejido social apreciado justamente por esa confluencia de pueblos y su relacionamiento. Ello propició, para bien de todos, una riqueza cultural en los ámbitos de la música, la gastronomía y el lenguaje que hoy distingue a la ciudad.

Cali ha demostrado con creces su capacidad permanente de sobreponerse con firmeza ante sus dificultades y situaciones adversas, afrontándolas para salir fortalecida gracias a la habilidad de su gente, familias, empresas y emprendimientos. Sus ciudadanos valoran la posición privilegiada de la ciudad y su biodiversidad, recibiendo la buena energía y frescura que le brindan sus magníficos árboles y ríos. Con razón la frase del poeta Eduardo Carranza: “Cali es un sueño atravesado por un río”.

Si nos interesamos en conocer de buenas fuentes el pasar de las generaciones anteriores y la forma como se gestaron y llevaron a cabo importantes obras y desarrollos de la ciudad, apreciaremos los aspectos positivos, no solo los negativos, con más elementos de juicio para pensar y actuar en los asuntos de interés común y la convivencia en la urbe, manteniendo la amabilidad que caracteriza a los caleños.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas

Gonzalo Gallo

Columnistas

Oasis

Benjamin Barney Caldas

columnistas

Recorderis

Medardo Arias Satizábal

Columnistas

Ritmo de azúcar

Gonzalo Gallo

Columnista

Oasis

Columnista

Columnista

Paranoia