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Mamá pide tu libertad

La exigencia es clara: que lo devuelvan ya. Y que el Estado, por fin, se quede para proteger.

Paola Andrea Gómez.
Paola Andrea Gómez. | Foto: El País.

11 de may de 2025, 01:09 a. m.

Actualizado el 11 de may de 2025, 01:09 a. m.

“Lyan, niño de corazón noble, mamá pide tu libertad”. El mensaje en carteles de una multitud de manifestantes, frente a la sede de la Fiscalía contigua a la Gobernación del Valle, el pasado jueves, resume el dolor y la indignación, frente a un hecho que ha conmocionado al Valle del Cauca y al país.

El sábado 3 de mayo, cerca a las 8 de la noche, un grupo de delincuentes armados ingresó una vivienda del corregimiento de Potrerito, Jamundí, y se llevó a un niño de 11 años, así como a una empleada de la familia, que horas después fue dejada en libertad. Las imágenes grabadas por una cámara, situada en la cocina de la residencia, dan cuenta de lo ocurrido y de los minutos de terror vividos, mientras los delincuentes gritaban: “Que salga el muchacho, el peladito, dígale que salga”.

Las voces de rechazo frente a este hecho son múltiples. “El secuestro de un niño es un acto cobarde que debe indignarnos a todos”: Pedro Arnulfo Sánchez, ministro de Defensa. “Los niños son intocables, los niños son sagrados. Esta es una violación a los derechos humanos, debemos junto con el Gobierno nacional lograr la pronta liberación sano y salvo del niño y que llegue a su familia”: Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle. “Como madre y como alcaldesa, me duele profundamente lo que está viviendo la familia de Lyan José. Mi corazón está con ellos y con el pequeño”: Paola Castillo, alcaldesa de Jamundí.

Pero más allá de la indignación hay un hecho concreto, plenamente diagnosticado en torno a la seguridad de la zona rural de Jamundí, donde opera la columna Jaime Martínez, a la que las autoridades le adjudican este secuestro. ¿Cómo puede un grupo de cinco encapuchados irrumpir una vivienda en un condominio y llevarse a dos personas?, ¿Por qué esta zona sigue siendo tan vulnerable, pese a todos los avisos de la comunidad y las autoridades locales?

Justo esta semana fue hallada una fosa común, con restos en el corregimiento, que se encuentra en investigación. Y el pasado 15 de abril una unidad militar fue atacada con tatucos y otros elementos explosivos, dejando heridos a tres soldados. El mismo día fue hallado sin vida el cuerpo del soldado Julio Vásquez, quién había sido secuestrado en la zona rural de Santander de Quilichao.

Para enero de 2025, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas registró 88 niñas, 182 niños y 2914 son adolescentes, muchos de ellos en el conflicto.

Volviendo al caso del secuestro del niño, es urgente su liberación. Justo en la marcha del jueves pasado, familias reunidas en ella hicieron llamados para que el hecho se resuelva. “No estamos aquí por rutina, sino por urgencia. Lyan es nuestro hijo, nuestro amigo, nuestro vecino. Hoy alzamos la voz por él. Exigimos justicia, exigimos resultados. ¡Queremos a Lyan en casa, ya!”, dijo Johana Escobar.

El caso del niño no puede ser uno más. Su rostro en pancartas y camisetas no debe convertirse en símbolo del olvido. La exigencia es clara: que lo devuelvan ya. Y que el Estado, por fin, se quede para proteger. No solo con discursos o visitas puntuales, sino con acciones sostenidas, que devuelvan la tranquilidad a una comunidad que la urge.

En este día en que muchas familias celebramos al calor del hogar el amor de mamá, cierro estas líneas con la voz de Elizabeth Jiménez, manifestante que ruega por la vida del pequeño: “Una madre da luz es la coheredera de la gracia de Dios y como madres y familias apoyamos esta súplica para que Lyan vuelva a su hogar”.

@pagope

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