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Lecciones de septiembre
El presidente Allende trató de imitar el ejemplo cubano, pero nunca se percató de que su triunfo electoral había sido precario, con una pequeña mayoría sobre el candidato que ocupo el segundo lugar.
Varios sucesos ocurridos en el continente americano en diferentes épocas, pero siempre en el mes de septiembre, han marcado nuestra historia de manera indeleble. Comenzando por aquel lejano 25 de septiembre de 1828, cuando un grupo de conjurados asaltó el palacio presidencial en Santa Fe de Bogotá, buscando defenestrar al Libertador Simón Bolívar.
Se sabe que fue la valerosa actitud de Manuela Sáenz la que logró preservar la vida de Bolívar. Pero quedaron las lecciones de la conjura. El temperamento autocrático de Bolívar lo llevó a coquetear con la idea de una nueva monarquía en estas tierras, perspectiva que los jóvenes libertarios de aquella época definitivamente no aceptaron. Quedó claro desde entonces que América es tierra de libertad, con las excepciones dictatoriales conocidas.
También fue en septiembre, el día 11 del año 1973, cuando el ejército chileno al mando del general Augusto Pinochet dio un cruento golpe de estado al presidente en funciones Salvador Allende. Las terribles circunstancias de ese día y los 17 años que le siguieron demostraron que ese golpe militar fue cruel hasta el extremo y que hoy ese modelo no sería aceptado en Hispanoamérica.
Pero hubo lecciones muy importantes sobre las causas que llevaron al golpe de hace 50 años. La Revolución Cubana de 1959 todavía estaba reciente y su poder disruptivo aún atraía multitudes. No se conocían bien en aquella época las dificultades económicas estructurales que había creado el castrismo y que aún hoy golpean con dureza a los pobladores de la isla.
El presidente Allende trató de imitar el ejemplo cubano, pero nunca se percató de que su triunfo electoral había sido precario, con una pequeña mayoría sobre el candidato que ocupo el segundo lugar. Es decir, los programas radicales no se pueden sustentar en mayorías endebles.
Allende tensó todos los cables hasta romperlos. Quiso desconocer los intereses creados de manera legítima; atacó la propiedad privada buscando una estatización general de la economía; propició invasiones de tierras; nacionalizó grandes inversiones extranjeras; todo dentro del afán alocado de cambiar a un país y a una sociedad en el breve lapso de tres años.
También en América, pero esta vez en Estados Unidos, un puñado de fanáticos musulmanes, colonizados por el odio más irracional, atacaron los símbolos notorios del capitalismo norteamericano. El 11 de septiembre de 2001, los terroristas, siguiendo las órdenes del millonario saudita Osama Bin Laden, estrellaron aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington.
Los terroristas no contaron con el valor personal de los norteamericanos. El impacto del avión que se estrelló en Pensilvania fue producto de la deliberada decisión de los pasajeros de sacrificarse antes de que se consumara otro cruel atentado. De todos los eventos y sucesos mencionados debe quedar la lección de que en el mediano plazo siempre triunfaran la sensatez y el deseo de liberta.
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Posdata: La gran tragedia del puerto de la ciudad Libia de Derna, que ha causado millares de muertos, encuentra una explicación constante: infraestructuras descuidadas y a las cuales no se les da el mantenimiento adecuado. Diques, jarillones, ríos, cursos de agua, represas, y canalizaciones, deben ser constantemente revisadas por las autoridades.