Columnistas
El rostro de la intolerancia
“¿Se imagina si hubiera tenido un cuchillo o un arma de fuego? Me habría matado”

8 de jun de 2025, 04:56 a. m.
Actualizado el 8 de jun de 2025, 04:56 a. m.
Hugo Romero es un tipo querido, y muy conocido en el gremio periodístico de Cali. Por años, ha sido camarógrafo y parte de los equipos de comunicación, que dan a conocer nuestro acontecer. Siempre hay una gran camaradería y calidez en él. Esta semana, un motociclista, al que le pidió respeto por el espacio peatonal, le propinó una brutal agresión, que dejó en evidencia el alto grado de intolerancia que habita en nuestra ciudad.
Los hechos, que quedaron grabados en una cámara de seguridad, ocurrieron en la Avenida 4 Norte con Calle 18. Según relata Hugo, le pidió al conductor que no ocupara el andén, transitando con una moto en él, porque podría atropellarlo. Luego de un cruce de palabras y mientras Hugo camina, el motociclista le da varios golpes con un casco en la cabeza, mientras la víctima intenta no caerse. Luego, el agresor se sube a su vehículo y se va.
“¿Se imagina si hubiera tenido un cuchillo o un arma de fuego? Me habría matado”, relata Hugo, cuyas heridas requirieron 15 puntos de sutura, además de sufrir una lesión ocular que afectó su ojo izquierdo y lo dejó con hematomas, impidiendo su visibilidad.
Hoy, las autoridades buscan al motociclista, en un nuevo caso de intolerancia, esta vez con agresión física, justo un par de semanas después del ocurrido en el barrio San Fernando, cuando el agente de tránsito José Félix Angulo fue agredido con insultos racistas por un hombre al que le impuso una sanción por mal parqueo.
Casos como estos nos obligan a una reflexión en la que convergen dos situaciones inherentes y tan difíciles de desterrar de la ciudad: la intolerancia y el irrespeto por las normas. De acuerdo con los registros de las autoridades, en el 2025 se han impuesto más de nueve mil comparendos por mal parqueo, de los cuales la mayoría corresponde a motociclistas. Y según la encuesta de Cali Cómo Vamos, el 62% de los consultados considera que los caleños se comportan mal en relación con las normas de tránsito, el 53% cree que no se respetan los espacios públicos, y un 42% señala que no hay respeto por la vida.
En cuanto a la intolerancia, según el Observatorio de Seguridad de Cali, entre enero y abril se interpusieron 2651 comparendos por riñas, mientras que en igual periodo del 2024 la cifra fue de 1560, y en 2023, de 1197. Por desacato e irrespeto a la autoridad hubo 14.072 sancionados en los primeros 4 meses del año, lo que deja ver que ambas variables siguen registrando un alto número que merece atención.
La imagen del rostro de Hugo Romero es más que una evidencia en su caso; es el reflejo de la intolerancia, y de una ciudad que necesita sanar para que no vayan por la vía, por la vida, más personas que encuentran en los golpes e insultos la manera de resolver sus diferencias, o lo que es peor, de responder a los llamados de atención.
Si bien, la exposición de casos como este genera indignación, lo importante es que se trascienda a una revisión seria sobre la manera como estamos educando en las familias, en los espacios ciudadanos, en la sociedad. Y ello debe llamar a la acción, para que no se quede en un video más, en una historia más, de las que ocurren a diario en las calles de Cali. Porque en una ciudad, con tantas cicatrices de violencia, la educación y el respeto deben ser valores supremos que atraviesen cualquier estrategia que se construya para avanzar.