Columnistas
Las oportunidades de Estados Unidos en América Latina
Una alianza con la región, además, podría presentar una oportunidad única de recuperar influencia geopolítica en la región, mediante la inversión en industrias de mayor valor agregado y la infraestructura que estas demandan...
La disrupción económica mundial que produjo la pandemia del Covid-19 puso en evidencia la dependencia que tienen las cadenas de suministro de los Estados Unidos con China. Aunque se sabía de antemano que muchas compañías norteamericanas dependían, en una medida importante, de los procesos manufactureros del país asiático, el 2020 demostró que esto era aún más cierto en industrias cruciales para la seguridad nacional estadounidense y para la transición energética. Como menciona Shannon K. O’Neil en su artículo ‘The United States’ Missed Opportunity in Latin America’ para la revista Foreign Affairs, China procesa el 85% de los minerales indispensables en la fabricación de aparatos de alta tecnología, manufactura el 77% de las baterías, y produce más de la mitad de los vehículos eléctricos que se venden a nivel mundial.
Esto es preocupante, si se tiene en cuenta que Xi Jinping y el Partido Comunista Chino ha insistido en repetidas ocasiones su propósito de desplazar a los Estados Unidos como centro económico mundial a cualquier costo, es decir, independientemente de si la estrategia sea mediante espionaje corporativo o coerción.
Por este motivo, Joe Biden, desde que ascendió a la presidencia en 2021, se propuso disminuir la amenaza china a las cadenas de suministro, en especial en industrias fundamentales para la seguridad nacional de su país. Como parte de su plan para los primeros 100 días de su gobierno, Biden ordenó hacer un estudio detallado sobre las cadenas de suministro en minerales, baterías de gran capacidad, semiconductores y farmacéuticos, industrias identificadas como críticas para la estabilidad económica y la seguridad de Estados Unidos. Al final, el reporte demostró que los minerales que son fundamentales para los computadores y celulares de Estados Unidos vienen, en su mayoría, de China, al igual que una gran porción de los ingredientes activos que son críticos para 120 de las medicinas más básicas. De igual forma, mostró que la industria de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas son altamente dependientes de compañías chinas.
Ante la evidencia, el gobierno Biden decidió empezar a buscar maneras de afrontar las amenazas y debilidades existentes en las cadenas de suministro mediante el friend shoring. Esta estrategia busca establecer alianzas o acuerdos con aliados, como países europeos o asiáticos, en aras de asegurar los suministros de estas cuatro industrias significativas por fuera de China. Sin embargo, Estados Unidos ha ignorado un potencial aliado en la implementación de esta estrategia: América Latina. Esta región tiene, según expertos, el 60% de las reservas de litio del mundo, el 23% de las reservas de grafito y el 15% de las reservas de manganeso y níquel. Además, América Latina ya es un gran exportador de cobre. Todos estos minerales serán cruciales para la transición energética y la construcción de turbinas eólicas y vehículos eléctricos. Además, Estados Unidos ya tiene acuerdos de libre comercio con 11 países de la región y Brasil, Costa Rica, México y Panamá cuentan con la capacidad para asumir la responsabilidad de probar, empacar y desarrollar algunos eslabones de la cadena de suministro de semiconductores que requieran menos capital. De manera similar, varios países de la región ostentan industrias farmacéuticas avanzadas. Un ejemplo de esto es el Instituto Butantan y la Fundación Oswaldo Cruz en Brasil, que se encuentran entre las 15 mayores manufactureros de vacunas a nivel global.
Por estas razones, entre otras, sorprende que Estados Unidos no haya mirado en su propio vecindario para aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro. Una alianza con la región, además, podría presentar una oportunidad única de recuperar influencia geopolítica en la región, mediante la inversión en industrias de mayor valor agregado y la infraestructura que estas demandan, en una región que necesita recuperar su senda de crecimiento económico. Ahora, los países latinoamericanos también deben posicionarse para aprovechar esta oportunidad. Los gobiernos deben invertir en seguridad, educación, fortalecimiento institucional, desarrollo de infraestructura, entre otros aspectos, para atraer inversión estadounidense y poder ubicarse como un aliado estratégico en este proceso de friend shoring para obtener réditos económicos y sociales que permitan sentar las bases de un desarrollo sostenible y equitativo. De lo contrario, esta será otra oportunidad perdida para la región, y su crecimiento seguirá siendo lento, y dependiente del crecimiento poblacional o de los precios de los commodities.