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La tarea de ser papá
Hay que reconocer con humildad que no hay padres perfectos. Criar a los hijos no es una ciencia exacta. Los éxitos y los errores son parte de esta difícil pero satisfactoria tarea.
Uno no logra imaginar y menos sentir lo que es ser papá, hasta ese instante en que tus brazos cargan a ese pequeño ser que te mira con ojos de expectativa, como alertándote de todo el vértigo que se viene en esta aventura de ser padres.
La paternidad es un viaje lleno de desafíos que van más allá de las palabras. Es una montaña rusa de emociones, un oleaje entre el amor inmenso y el miedo abrumador. Cada día trae consigo una mezcla de alegrías y preocupaciones, de risas contagiosas y lágrimas silenciosas.
Hoy tengo la bendición de ser padre de dos pequeños que cada día quieren saber más y más del mundo. Verlos crecer es sin duda lo mejor que me ha pasado en la vida. Mis días más felices han sido las dos veces que me anunciaron que sería padre y obviamente, cuando ellos nacieron. También fueron los días de mayor temor, pues allí inicia ese compromiso eterno de la crianza de los hijos.
Hay que reconocer con humildad que no hay padres perfectos. Criar a los hijos no es una ciencia exacta. Los éxitos y los errores son parte de esta difícil pero satisfactoria tarea. Y cabe decir que, cualquiera que sea la historia, a los padres les debemos inmensa gratitud. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas propias. Hoy que soy papá, entiendo lo desafiante de este rol, que debe ser de tiempo completo y para el resto de nuestra vida, sin importar cuan grandes estén nuestros hijos.
Si bien el ejercicio corresponsable de la crianza es una asignatura pendiente y de debate social, hoy es claro que la idea de que la responsable de los hijos es solo la madre, ya está mandada a recoger. Los hombres estamos llamados a ejercer la paternidad activa, asumiendo este rol, entendiendo que ser padre no es ‘ayudar’ en la casa, sino un complemento y un aliado para lograr la coparentalidad, y un desarrollo apropiado y feliz de nuestros hijos.
Los contextos actuales complejizan aún más la tarea. La era digital con sus redes sociales expone a nuestros hijos a riesgos, por lo que es necesario encontrar un equilibrio entre su uso y exposición. Riesgos como la adicción y el ciber acoso requieren de normas y mecanismos de supervisión para su protección. Luego están también las relaciones sociales y el bullying, los dilemas con el tema del género, el acceso a las drogas, la salud mental. En general el desafío de una crianza adecuada implica menudos retos.
La construcción de valores en casa es el pilar fundamental que permitirá darles herramientas sólidas a nuestros hijos, para que puedan enfrentar estos y otros riesgos en su vida diaria. El ejemplo, nuestras palabras y acciones deben ser una influencia positiva, en especial buscando la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Todos aspiramos a tener hijos felices y sanos en todo sentido, pero debemos saber que de todas las cosas que influyen en el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos, una de las más importantes es el cuidado confiable, receptivo y sensible que los padres les demos.
Serlo es la bendición más grande que como seres humanos podemos tener. Que alguien te llame papá mueve las más profundas fibras del alma. La paternidad es una mezcla de gozo y lucha, de risas y lágrimas, una oportunidad para crecer, aprender y amar incondicionalmente.
En este fin de semana de su celebración, aprovecho esta columna para desearles un feliz Día del Padre a todos aquellos que tienen el privilegio de que los llamen papá, y recordando especialmente al mío, que está en el Cielo.