Columnista
¡La democracia se respeta!
Los dirigentes de nuestra nación han tenido claro que los desacuerdos de la política y las ideas deben tramitarse desde la institucionalidad y no desde la oscuridad de los complots que destruyen a las naciones.

30 de jun de 2025, 01:47 a. m.
Actualizado el 30 de jun de 2025, 01:47 a. m.
Este fin de semana el país político volvió a hablar del excanciller Álvaro Leyva con indignación y rechazo desde todas las orillas. El equipo del periódico El País América reveló en las últimas horas que Leyva, un camaleónico personaje de la política de nuestro país, buscó apoyos a nivel nacional e internacional para llevar a una salida del poder del presidente Petro antes del final de su periodo de gobierno.
Las revelaciones sobre Leyva, que abiertamente caen en el golpismo, son sumamente graves y merecen un rechazo rotundo. A su vez, también debemos plantear aclaraciones desde el inicio, pues de ninguna manera las acciones de Leyva representan a la oposición colombiana.
El plan del que hablaba Álvaro Leyva en las grabaciones no contó con apoyos y rápidamente quedó sin futuro alguno. Los opositores colombianos de todos los partidos y sectores han sido claros en que la única alternativa ante el mal gobierno y las diversas crisis que vive el país debe darse desde las reglas de juego de la democracia en las elecciones de 2026.
Como en tantas otras de sus apuestas nefastas, como fue su férrea defensa de la doctrina de la paz total, Leyva se quedó solo y en el lado equivocado de la historia. Si en algo podemos reconocer que nuestra frágil democracia ha sido exitosa a lo largo de las últimas seis décadas es que los periodos de mando de nuestros presidentes, liberales y conservadores, buenos y malos, se han cumplido en su totalidad.
Este debe ser el momento para recordar que todos los partidos independientes y opositores, y todos los precandidatos presidenciales pertenecientes a esos partidos han coincidido en algo: a lo largo de estos difíciles tres años, todos han llamado al respeto por el periodo constitucional de mando del presidente.
Ni una sola figura de peso en la oposición y en la opinión pública ha caído en las tesis del golpismo. En cambio este nuevo escándalo ha estallado en la orilla de un antiguo colaborador del gobierno, al que hace tiempo el país conocía con desconfianza y que de manera inexplicable el petrismo devolvió a la vida política.
Al analizar lo escandaloso de la situación hay que recalcar que el acto de ruptura institucional propuesto por Leyva no consiguió eco en la política nacional. Los dirigentes de nuestra nación han tenido claro que los desacuerdos de la política y las ideas deben tramitarse desde la institucionalidad y no desde la oscuridad de los complots que destruyen a las naciones.
La respuesta del presidente Gustavo Petro, su gobierno y sus defensores no puede ser desde la generalización. La oposición colombiana, aun en todos sus errores, su falta de cohesión y su desorden, ha sido respetuosa de las instituciones de la democracia en todos los momentos cruciales del debate nacional en estos tres años.
Las acciones irresponsables de Leyva, que no tiene cercanía alguna con los sectores que conforman la oposición, no pueden llevar a que toda la oposición sea asociada con posturas golpistas.
Cuando de manera aislada y no generalizada una voz del debate político propone una salida no institucional, debemos reforzar nuestros llamados por el respeto de las reglas democráticas. El periodo de mando presidencial debe cumplirse de manera irrestricta y todos los demócratas debemos hacer que el mandato de los gobiernos se respete por completo: que no dure ni un día más, ni un día menos.
Politólogo de la Universidad de los Andes con maestría en Política Latinoamericana de University College London. Es analista político para varias publicaciones nacionales e internacionales, y consultor en temas de política pública, paz y sostenibilidad.