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Juramento Hipocrático Siglo XXI
Un trato compasivo del médico alivia y tranquiliza al paciente.

El paso de los años ha ido desdibujando la labor del médico hasta reducirla muchas veces a una simple transacción, en la cual la mayor parte del tiempo se usa para llenar formatos administrativos, en vez de destinarla a la atención al paciente. El médico, en una alta proporción, ha quedado reducido a ejercer como funcionario de entidades de salud intermediarias. En consecuencia, termina atendiendo a sus pacientes a la carrera y ejerciendo una medicina deshumanizada, en la que obviamente no hay tiempo para conocer al paciente, mucho menos sus circunstancias.
No quiero ni imaginarme lo que sentiría Hipócrates si hoy se levantara de su tumba y viera lo que ha ocurrido sobre las normas que debían regir el ejercicio médico expresados en su juramento original: “Pasaré mi vida y ejercitaré mi arte en la inocencia y la pureza. No operaré del mal de piedra. En cualquier casa que entre, iré para la utilidad de los enfermos, guardándome de toda mala acción voluntaria y de corrupción, y sobre todo de la seducción de mujeres y de muchachos libres o esclavos”.
Hipócrates estaría maravillado por los enormes progresos de la ciencia médica y los que se anticipan gracias a la inteligencia artificial, pero lo golpearía la deshumanización en el ejercicio de esta sagrada profesión.
A continuación, mi versión siglo XXI del famoso juramento:
*Atenderé al paciente cumplidamente.
*Lo escucharé con atención y le concederé un tiempo suficiente para contar su historia y hablar de sus síntomas.
*Me levantaré de la silla, en el momento de recibirlo y lo saludaré con respeto.
*Durante toda la entrevista miraré a los ojos al paciente.
*Durante la consulta no atenderé ningún asunto personal, ni me distraeré con el celular o el computador.
*Elaboraré una historia clínica que me permita conocer sus circunstancias.
*Haré diagnósticos y propondré tratamientos basados en la integración de mis conocimientos científicos, experiencia, información recogida y observaciones clínicas.
*Tendré en cuenta, y discutiré con el paciente, los posibles efectos secundarios de los tratamientos propuestos, las interacciones medicamentosas y el costo de tratamiento.
*Me abstendré de realizar procedimientos riesgosos o no suficientemente probados, por publicitados que estén.
*Ante la duda, buscaré una segunda opinión.
*Tendré en cuenta que siempre, aún en el caso más difícil, es posible tener empatía con la persona que viene en busca de alivio a sus dolencias.
*Practicaré una medicina en la cual el respeto por el paciente sea lo fundamental.
Soy consciente de que la propuesta anterior es una utopía, especialmente en el contexto de médicos mal remunerados y obligados a ver docenas de pacientes cada día en instituciones abarrotadas o en hospitales colapsados.
Pero, aún en las condiciones más difíciles, siempre caben unos minutos de atención plena, unas palabras compasivas y una sonrisa amable. El contacto humano generoso puede representar un alivio mayor que cualquier medicina.
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