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¡Gracias, Shaki!

Su impacto no es solo económico –se estima que una sola fecha en Cali puede mover más de 150.000 millones en actividades vinculadas al turismo...

Ossiel Villada Trejos
Ossiel Villada Trejos | Foto: El País

18 de jul de 2025, 03:54 a. m.

Actualizado el 18 de jul de 2025, 03:54 a. m.

Por allá a finales de los 90, Gabriel García Márquez decidió volver a los caminos del periodismo a través de la revista Cambio. Y entonces esa publicación se convirtió en un objeto de culto para millones de colombianos, pero especialmente para nosotros los periodistas.

Quienes solo teníamos el honroso título de ‘carga-ladrillos’ –reporteros rasos dedicados a cazar la noticia en la calle–, leíamos a Gabo con el hambre y la ilusión de encontrar entre sus textos nuevas claves secretas de un oficio salvaje que, para entonces, aún estaba lejos de ser domado por la dictadura insípida del algoritmo de Google.

Y en 1999 Gabo nos sorprendió con una pieza que nadie se esperaba: un extenso y profundo perfil de Shakira. En ese entonces ella tenía solo 22 años, pero ya se había hecho un lugar entre las grandes figuras del pop latinoamericano con cuatro exitosos álbumes de estudio grabados en apenas siete años.

Es difícil ser lo que Shakira es hoy en su carrera, no solo por su genio y su juicio, sino por el milagro de una madurez inconcebible a su edad”, escribió Gabo en esa publicación.

Y dos años después, en una nota personal que le envió, agregó: “Nada que se diga o no se diga de Shakira podrá ya cambiar su rumbo de artista grande e imparable”.

Basta una simple mirada a lo que ha sido la carrera de la barranquillera para darse cuenta de que Gabo, como Melquiades en ‘Cien Años de Soledad’, tenía el don de la clarividencia. Y vio que ella estaba predestinada para ser, como en efecto lo es hoy, la figura más icónica de la música colombiana ante el mundo.

Por estos días, Cali anda alborotada por los dos conciertos que Shakira dará aquí en octubre. Hay fans que ya hipotecaron hasta su próxima vida para comprar la boleta. Y turistas extranjeros preparando viaje. Y políticos amargados que ven el concierto como parte de una ‘conspiración propagandística’ del Gobierno local, pero de seguro estarán tomándose fotos en la gramilla del estadio.

Yo confieso que no soy parte de sus clubes de fans. Y que no me sé ninguna de sus nuevas canciones, porque conscientemente me quedé hace mucho con solo una, que ni siquiera es tan famosa. Pero debo agradecerle desde ya a Shakira por dos cosas puntuales.

La primera, porque su visita a Cali nos ayuda a exorcizar un complejo de inferioridad que le sembraron a esta ciudad en su mente hace mucho tiempo, y que se traduce en una especie de resentimiento soterrado cada vez que un gran artista internacional se presenta en Bogotá, Medellín y Barranquilla, pero no viene a Cali. Shakira nos recuerda que Cali está recuperando su grandeza.

Y la segunda, porque su música, su duende personal y su historia de vida –especialmente eso, su camino de superación personal y esfuerzo constante–, nos reconcilia con la vida y con las millones de cosas buenas que este país ha logrado construir, pese a su histórica obsesión malsana por destruir.

No lo duden. Tener la visita de una artista como Shakira es un regalo para cualquier ciudad. Su impacto no es solo económico –se estima que una sola fecha en Cali puede mover más de 150.000 millones en actividades vinculadas al turismo–, sino, ante todo, espiritual.

Porque, como bien lo vislumbró Gabo, Shakira es una mujer predestinada a inspirar a otros. Y si algo necesitamos aquí y ahora, es inspiración.

Periodista y economista. Está vinculado desde hace 24 años a El País, donde hoy ejerce como Jefe de Redacción Online. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'

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