Columnista

Cuidemos la justicia

Oír al señor Petro blasfemando y maldiciendo, como lo hiciera el martes pasado, en una intervención de mucho más de una hora en la que no disimula su socialismo odiante y estrafalario.

Armando Barona Mesa.

18 de jul de 2025, 03:50 a. m.

Actualizado el 18 de jul de 2025, 03:50 a. m.

Llevo tantos años como abogado penalista, que bien podría sostener que toda mi vida fui abogado. Siento el mayor respeto por la justicia y he estudiado el derecho profundamente.

Fui además cuatro años seguidos presidente de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, que es la que se ocupa de los asuntos jurídicos. Y porque soy amigo personal de Álvaro Uribe Vélez, mi compañero en el Senado, he estado al tanto de su proceso y asistí a muchas sesiones de su juicio transmitido con imágenes por una cadena de televisión.

Respeto mucho a la Fiscalía y a quien desempeña la función del juez. Y sé que algunos de estos funcionarios se exceden en su ejercicio. En una de las últimas audiencias en las que ejercí como defensor, me tocó afrontar esa prepotencia de la juez.

Entonces cogí mis libros y le dije con todo respeto: “Su avilantez me impide continuar en este acto, que no podría adelantarse sin el magistrado. Pero tampoco sin el defensor”. Ella se ovilló y me presentó disculpas, y yo me devolví y estuve presente y finalmente gané el caso.

En el proceso del doctor Álvaro Uribe percibí, como todo el mundo, la arrogancia de la administradora de justicia y aun de la propia fiscal.

Además, basta saber que el señor Cepeda, sin tener ningún derecho, estuvo visitando presos que Uribe había hecho juzgar cuando era el presidente de la República y que, por supuesto, habían ganado un odio personal. Se demostró que el actual senador Cepeda, sin tener ninguna prerrogativa de orden legal, husmeó y habló por meses no solo con uno, sino con muchos de los que fueron citados como testigos claves de cargo. ¡Por Dios, por Dios!, un testigo no puede ser merodeado por un hombre con tanta pasión e interés políticos.

Y como si fuera poco, a Monsalve y a su mujer los ‘premiaron’ con dádivas enormes -una finca que vale arriba de los dos mil millones creo que en el Tolima- y vivienda permanente para ella en Suecia.

Que Cepeda fue el malo de la película, nadie lo puede discutir; y que dio oficio a una fortuna que había ganado con demandas y que convirtió en un fondo con la apariencia de abogar en pro de los derechos humanos, también es una verdad innegable. Pero este señor se vanagloria de su hazaña y da por cierta una condena para Álvaro Uribe, un hombre al que conozco bien y lo sé incapaz de un atropello.

Es posible que, bajo las mismas tinieblas que han arropado el intento de magnicidio de Miguel Uribe Turbay, se tenga previsto desde altas esferas que Uribe sea condenado. ¡Malhaya! Es posible que todo esté arreglado para que ganen los malos.

No lo afirmo, aunque estas cosas que aquí he escrito me siembran de inquietudes. Más la vida y el estudio de la historia y del hombre me señalan que aun cuando lograran esa condenación para el expresidente al que la gente quiere, el pueblo pensante estaría en plan de enderezar la justicia y hacer que los engargolados de la perdición solo ganaran el desprecio que inspira la injusticia.

Repudiamos esa injusticia, porque con ella solo están seguros los malos. Ha sido demasiado reiterativo en sus odios radicales el actual gobierno. Oír al señor Petro blasfemando y maldiciendo, como lo hiciera el martes pasado, en una intervención de mucho más de una hora en la que no disimula su socialismo odiante y estrafalario. Y su sofisma acomodaticio y sus deseos de perpetuarse como sus congéneres que hoy dominan en Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Uribe levanta su bandera blanca y la gente sabe que es una bandera pura, muy a diferencia de la que abusivamente mostró como parte de su combate el feroz presidente y nos declaró la guerra a muerte, invocando impunemente el nombre de Bolívar, que en aquel momento solo estaba respondiendo a la guerra de Monteverde, en aquella Venezuela en plena lucha por la independencia.

¡Abusivo y malo!, dirá ese pueblo que él trata de señalar como su cauda. Pero no se equivoquen, la libertad de antaño volverá como la primavera.

ha desempeñado puestos públicos como juez del Circuito, Conjuez del Tribunal de Cali, Secretario de Gobierno de Cali y alcalde encargado, embajador de Colombia en Polonia y en la ONU. Ha sido delegado a varias conferencias internacionales como la OIT en Ginebra

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