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El Papa y la economía

¿Mantendrá el Papa León XIV esa postura crítica frente a la realidad económica del mundo en el que ejercerá su pontificado?

Ossiel Villada Trejos
Ossiel Villada Trejos | Foto: El País

9 de may de 2025, 02:19 a. m.

Actualizado el 9 de may de 2025, 02:19 a. m.

El rasgo más potente y seductor de la personalidad del Papa Francisco -además de su amor por el fútbol, su pasión por el tango y esa tristeza feliz que traía impregnada en el alma desde las lejanas tierras del Sur-, fue su coherencia. Algo que resulta absolutamente exótico, en un tiempo gris en el que el liderazgo, a todos los niveles, suele cambiar de principios y valores según le convenga.

Desde el momento mismo en que se le ungió como primer pontífice latinoamericano de la historia, el ciudadano argentino Jorge Mario Bergoglio mantuvo una línea única de pensamiento, palabra y acción. Eligió el nombre papal de Francisco, en homenaje al santo que es símbolo de la pobreza, la humildad y el cuidado de la vida en todas sus formas, y honró esa primera decisión no solo desde la forma, sino también desde el fondo.

Aunque hay quienes critican con dureza el alcance real de su visión reformista de la Iglesia, es imposible negar los cambios estructurales que logró: la lucha contra la corrupción, la apuesta por la inclusión, la reducción de la burocracia en la Santa Sede y la reforma financiera al Banco del Vaticano, fueron solo algunos de ellos.

Pero donde esa postura coherente del Papa latinoamericano tuvo su mayor brillo fue en el ámbito de la crítica a la economía mundial. Francisco no dejó títere con cabeza, llamó las cosas por su nombre y no tuvo reparo alguno en señalar las prácticas ‘non sanctas’ de los grandes dueños del negocio financiero, al que consideraba como núcleo de un modelo enfocado en profundizar la brecha entre ricos y pobres.

“Una economía que mata es una economía que pone el dinero por encima de las personas”, dijo en una de sus reflexiones más recordadas. Y en otra, que levantó roncha dentro del mundo de los banqueros, advirtió de forma explícita que “la economía no puede ser esclava de la especulación financiera”.

Pero se atrevió a ir mucho más allá y cuestionó duramente a los líderes de las grandes potencias del mundo, señalándolos como artífices de “un sistema económico desequilibrado que ha derivado en una creciente desigualdad”.

Y en una de sus últimas apariciones antes de morir insistió en la necesidad de apostar por lo que llamaba ‘la economía de Dios’, una propuesta basada en la justicia, equidad en la distribución de la riqueza y la condonación de deudas a los más pobres.

Aunque su acción reformista no logró ir más allá del Vaticano -donde recortó los jugosos salarios de los cardenales, impulsó medidas anticorrupción y cerró más de cinco mil cuentas sospechosas de lavado en el banco oficial-, la potencia de sus críticas resonó dentro y fuera de la Iglesia.

Y esa es, justamente, una de las grandes preguntas que hoy se hace el mundo ante la elección de su sucesor. ¿Mantendrá el Papa León XIV esa postura crítica frente a la realidad económica del mundo en el que ejercerá su pontificado? ¿Insistirá en la necesidad de convocar reformas estructurales que reviertan la creciente desigualdad global? ¿Qué posición asumirá frente a las tensiones desatadas por la pugnacidad económica entre Estados Unidos y China?

Si se tiene en cuenta que se trata de un Papa de origen estadounidense, el asunto económico lleva implícito, además, un inevitable morbo político. Recuperar el terreno perdido en Estados Unidos es un desafío enorme para la Iglesia Católica, no sólo en términos de influencia, sino de supervivencia económica. Lidiar con la figura de Donald Trump, respaldada por cardenales que hicieron oposición a Francisco, será un reto enorme para León XIV.

Paz en su tumba a Francisco, el Papa humilde que se fue honrando la melodía tanguera de los zapatos rotos. Y sabiduría a su sucesor, que deberá bailar con la más fea.

Periodista y economista. Está vinculado desde hace 24 años a El País, donde hoy ejerce como Jefe de Redacción Online. Melómano apasionado, autodidacta obsesivo y enamorado eterno de Cali. Nadie le quita 'lo bailao'

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