Cosas insoportables

Que se vayan para la cárcel por indebidos sobornos el presidente del Senado y el presidente de la Cámara de Representantes es algo insoportable para una sociedad que laboriosamente lucha por alcanzar el progreso, aun dentro de un crecimiento poblacional que duplicó en corto tiempo el número de habitantes. Hoy somos cincuenta millones largos de colombianos.

Se ha trabajado en los últimos años por aumentar la educación universitaria y la vivienda de los estratos 1, 2, 3, 4 y 5 y el servicio de salud. Las carreteras se modernizaron y el empleo subió, a pesar del crecimiento de las ventas ambulantes por el aumento poblacional. Nadie puede negar que el país era antes de Petro infinitamente mejor que hace 30 años. Además, tenemos una legislación laboral de gran cubrimiento para los trabajadores. Cualquiera lo sabe y palpa, sin que se hubiese establecido el odio de clases sociales, que intenta por todos los medios inyectar el señor Petro.

Pero llegó el momento de pesadilla, cuando el actual régimen logró ganar el poder utilizando una financiación criminal que también el país conoce, denunciada además por el propio Armando Benedetti.

Es casi increíble que el soborno de los altos dignatarios del Congreso haya sido una acción solo de la Ungrd y no del gobierno Petro, como lo ha sido así mismo el soborno de otros parlamentarios, buscando ganar unas mayorías artificiales. Probado además está que se robaron unos dineros grandes en la Guajira en la ‘compra’ de unos carros-tanques para el surtimiento del agua. Y la corrupción es la característica de todo ese sistema ‘del cambio’.

Debemos vivir día tras día el artilugio de un presidente intentando manejar -como lo hicieran Mussolini y el propio Hitler- al pueblo a base del discurso populista, abusivo y mentiroso que lanza a toda hora y sin respeto alguno. Remember el Día del Trabajo. Un presidente inundado en sus propios vicios que hoy son conocidos por todos, conforme lo había anunciado el corrupto señor Benedetti en su diatriba a la Sarabia y hoy el excanciller Álvaro Leyva en dos cartas que hacen estremecer al que las lee.

Es un drogadicto que se escapa en las noches aquí o en cualquier parte del mundo, a donde viaja con tanta frecuencia, gastando a todos -su exmujer también- los recursos del erario público. Pero además es un asperger -lo dijo su hermano- hedonista y narcisista, que cree que es el iluminado, asistido por un lápiz amarillo entre los dedos que le es imprescindible. Y que sucumbe en las depresiones posteriores, tal como lo anotaran Ingrid Betancourt y Carlos Alonso Lucio hace ya algún tiempo y el propio Leyva ahora

Desgracia la que nos cae encima, cuando se marchitan los recursos del Estado en campañas personalistas, como ha ocurrido flagrantemente con los indígenas a los que ha entregado arriba de los quinientos mil millones de pesos disfrazados -hecho también conocido y con pruebas- para que se movilicen hacia sus ‘manifestaciones’ en Bogotá

Ah, y habrá una nueva reforma tributaria, porque hasta hemos perdido el crédito permanente en el Banco Mundial y la salud se hunde. Esta semana tuvieron que llegar los enfermos sin droga, aquí en Cali, a efectuar su protesta acostándose en el pavimento de las calles ardientes.

Cómo es de triste saber que volvió a nuestra patria una violencia generalizada con secuestros y terrorismo, provocada por sus errores; y la inseguridad se enseñorea en las grandes ciudades. Todas estas desgracias suceden; entre tanto, él, Petro, alimenta sus delirios de grandeza. Y falta un acontecimiento grave que es la desertificación del gobierno de Estados Unidos, que viene encima como un alud.

Sí, son cosas insoportables que nos toca padecer y aún no vemos la salida. A menos que, como lo advertía Freud, tengamos un estado de conciencia general y seamos conscientes del mal que nos ha caído encima.