Columnistas
El papa ha muerto
El papa Francisco logró representar a la humanidad doliente y algunas de las mejores aspiraciones de justicia de las mayorías populares de América Latina.

25 de abr de 2025, 03:13 a. m.
Actualizado el 25 de abr de 2025, 03:15 a. m.
Y yo hago parte de las multitudes que en este y en otros tantos países lo lamentan. Y no solo porque siempre es lamentable la muerte de la cabeza visible del catolicismo, sino porque el Papa Francisco logró representar a la humanidad doliente y algunas de las mejores aspiraciones de justicia de las mayorías populares de América Latina.
Y porque, además, su elección supuso un cambio muy importante en la multisecular historia de la Iglesia Católica. Cambio inscrito desde siempre en la vocación católica -es decir, ecuménica, universal- de una institución que hasta la fecha había sido contradictoriamente eurocéntrica. Con sus templos, sus conventos, sus obispos, sus sacerdotes, sus monjas y su feligresía extendida por los cinco continentes, pero con su cabeza en Roma.
Con todo lo que esta urbe legendaria implica de arraigo y de compromisos de todo tipo con un contexto geográfico, cultural e histórico muy específico. Que por muy valioso que sea -y ciertamente lo es- supone limitaciones ineludibles en el acercamiento al mundo del Vaticano, que la Iglesia quiso superar eligiendo por primera vez a un papa argentino.
Un papa de nuestro continente, un papa con un largo historial de compromiso misionero y pastoral con las aspiraciones, las alegrías, las penurias y las esperanzas del pueblo argentino. Y por semejanza con las del resto de los pueblos de nuestro continente. No olvidemos que Jorge Mario Bergoglio fue el primer papa jesuita de la historia y como jesuita es heredero de una vocación ecuménica que tuvo un artífice extraordinario: el jesuita Atanasio Kircher, que en el Siglo XVIII se dedicó a forjar un saber universal y a elaborar un lenguaje visual, capaz de ser comprendido por los más diversos pueblos y culturas.
Un ecumenismo que el también jesuita Ignacio Ellacuría se esforzó por actualizar, articulándolo con la teología de la liberación, generada por los teólogos latinoamericanos. El ecumenismo como a la teología de la liberación.
Por lo que se comprende por qué el concilio de 2015 eligió a Bergoglio y le permitió convertirse en el Papa Francisco. Los cardenales allí reunidos reconocieron que la iglesia latinoamericana había alcanzado la mayoría de edad y, por lo tanto, uno de sus más destacados representantes, estaba en condiciones de hacerse cargo de dirigir desde Roma a una iglesia que, con esa elección, actualizó y ratificó su vocación católica, ecuménica, universal.
Historiador y crítico de arte. Profesor de la Unviersidad Europea de Madrid y corresponsal de la revista ArtNexus en España. Es columnista del diario El Pais de Cali desde 1994.