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Ciudad, paisajismo y arquitectura

Se trata, entonces, de ayudar a conformar verdaderos ciudadanos que intervienen democráticamente, y con sus conocimientos sobre la ciudad y sus habitantes, en todos los asuntos públicos...

Benjamín Barney Caldas.
Benjamín Barney Caldas. | Foto: El País

15 de may de 2025, 03:12 a. m.

Actualizado el 15 de may de 2025, 03:12 a. m.

En Colombia, a 2025, cerca de las tres cuartas partes de sus actuales habitantes lo hacen en solo seis muy grandes ciudades: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena de Indias, desde casi diez millones de habitantes hasta más de uno, las que han crecido mucho y muy rápido desde inicios del siglo XX, con gentes venidas del campo o de pequeñas poblaciones, y que aún no ha tenido tiempo de adquirir una cultura urbana ni quien se la enseñe junto con la educación cívica desde la infancia.

Aquí se habla mucho de lo que sucede en las ciudades, pero escasamente de estas en tanto a artefactos; muy poco de su paisajismo y casi siempre la palabra arquitectura se usa es para indicar la organización de algo y no del proyecto de una edificación; y se suele confundir proyecto con diseño cuando se refiere a las edificaciones; y su construcción suele ser más importante que su arquitectura, cuya historia, y sus protagonistas, es desconocida incluso entre las personas cultas; y aún más si es la propia.

Todo esto, por supuesto, tiene consecuencias negativas para las ciudades, y estas a su vez las tienen para sus habitantes, como lo es lo relativo a su seguridad, funcionalidad, servicios, confort y belleza; y desde luego para su correcta planificación a corto, mediano y largo plazo, la que además debe incluir economía, sociología y antropología; como igualmente sucede con las llamadas ‘acupunturas’ urbanas, es decir, aquellas pequeñas, pero pertinentes y perentorias intervenciones en alguna parte la ciudad.

Los distintos gremios profesionales deberían contribuir mucho más a que los medios de comunicación comiencen a interesarse permanentemente por estos temas, suministrándoles información, comentarios y críticas. Como también todas las universidades, las que están en mora de hacerlo directamente con los ciudadanos, desde sus propias revistas, logrando una mayor difusión, entre estos, de todos los diferentes temas relacionados con las ciudades, y de cuya enseñanza a sus hijos además se ocupan.

Hablar mucho más de las ciudades y no apenas de lo que sucede en ellas todos los días, permitiría que sus muy nuevos habitantes lleguen mucho más pronto a ser auténticos urbanitas; o sea, personas acomodadas a los usos y costumbres de la ciudad, que es como el DLE define esta palabra y que es lo que distingue a un mero habitante de un verdadero ciudadano que interviene en política, y que no permite que la politiquería ignorante y corrupta se entrometa en su vida, la de su familia y amigos al dañar su ciudad.

Se trata, entonces, de ayudar a conformar verdaderos ciudadanos que intervienen democráticamente, y con sus conocimientos sobre la ciudad y sus habitantes, en todos los asuntos públicos de la suya, principalmente los relacionados con su urbanismo, paisajismo y arquitectura, con su opinión sobre la gestión de sus gobernantes y sus planes propuestos al respecto; y con su voto responsable y no vendido al populismo o engañado por las mentiras, pero desde luego sin caer en los extremismos ideológicos.

En últimas, se trata de que ciudadanos y autoridades comprendan a fondo que toda ciudad es un conjunto de calles, avenidas, paseos, plazas, parques y zonas verdes, regido por un Concejo Municipal y una Alcaldía Municipal, cuya población es densa y numerosa, y se dedica a actividades comerciales, industriales, educativas, culturales y de servicios varios, o las agropecuarias en sus alrededores. Y que toda ciudad es diferente, ya que se debe a su peculiar geografía, la que en parte ha determinado su diferente historia.

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.

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