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Champions League Colombia

Colombia, un país que ha sufrido décadas de violencia, corrupción y desigualdad, hoy tiene la oportunidad de escribir una nueva historia si aprendemos combinar la razón con la pasión...

Óscar Guzmán Moreno
Óscar Guzmán Moreno. | Foto: El País

28 de jun de 2025, 02:22 a. m.

Actualizado el 28 de jun de 2025, 02:22 a. m.

En el Parque de los Príncipes, donde resonaban los ecos de las superestrellas que se habían ido, un hombre llegó con una energía tan arrolladora que el director deportivo confesó nunca haber conocido alguien así. Luis Enrique no llegó a París Saint-Germain a administrar egos ni a complacer caprichos individuales. Llegó con una verdad incómoda pero liberadora: “Si solo ganaran los equipos que tienen al mejor jugador del mundo, el PSG tendría ya ocho Champions y tiene cero”.

Esta reflexión trasciende el fútbol y puede extrapolarse a muchos escenarios, hoy aún más, a Colombia. Un país que ha vivido fragmentado por intereses particulares, donde cada quien quiere brillar por separado y en el que el ‘todo vale’ nos ha hecho perder de vista que hay una Colombia que sigue siendo la soñada para todos.

“La base del proyecto es el equipo”, dijo Luis Enrique, Mbappé era la estrella indiscutible, pero él entendió algo que Colombia necesita aprender urgentemente: las estrellas deben funcionar en beneficio del equipo, no el equipo en función de las estrellas.

Cuando los periodistas lo criticaban por sus decisiones, él respondía con la serenidad de quien conoce su rumbo y con la autoridad de un verdadero líder: “No tenéis ni idea”. Porque construir un equipo, como construir un país, demanda propósito, claridad y capacidad para ejecutar. Él nos recordó que el más crack no es quien quiere brillar solo, sino quien brilla impulsando a que otros brillen.

Colombia necesita de estos cracks, líderes que no se aferren al protagonismo, sino que entiendan que su legado se construye elevando a otros, políticos que no busquen perpetuarse en el poder, sino cuidar la democracia, ciudadanos que no solo protejan su bienestar, sino que trabajen por el bien común y respeten la autoridad.

A pesar de no haberle tocado fácil, Luis Enrique combina mente y corazón. Cuando perdió a su hija Xana, pudo haberse quebrado y abandonado, pero eligió la gratitud. Inteligencia emocional, esa capacidad de transformar el dolor en fortaleza.

Colombia, un país que ha sufrido décadas de violencia, corrupción y desigualdad hoy tiene la oportunidad de escribir una nueva historia si aprendemos combinar la razón con la pasión, la estrategia con la esperanza, a anteponer siempre las personas sobre las ideas y en el que nunca tenga cabida la violencia.

“Un líder no lidera de palabra, sino desde el ejemplo”, proclamaba Luis Enrique. No había discursos vacíos ni promesas huecas, había coherencia entre lo que pedía y lo que daba. Colombia está cansada de líderes que predican lo que no practican en su vida, necesitamos dirigentes que entiendan que la autoridad moral se gana con hechos, no con retórica, que el verdadero poder no viene de someter a otros, sino de inspirarlos a dar lo mejor de sí.

“El éxito solo se consigue de manera colectiva”, sentenció Luis Enrique, y en esas palabras está contenida la fórmula que Colombia ha estado buscando durante décadas. No es el éxito de unos pocos lo que transformará el país, sino el compromiso de toda una sociedad trabajando hacia un objetivo común.

Hoy Colombia necesita lo que Luis Enrique llevó al PSG: la determinación inquebrantable de construir algo más grande, la autoridad y firmeza que demanda el equipo, el respeto por los otros y la fe de que, sin importar cuántas veces caigamos, mañana siempre sale el sol.

Gerente de la Corporación para la Recreación Popular, CRP.

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