Columnista

No más reyes

La productividad se sostiene por el dinamismo empresarial, no por gestión estatal.

Alberto Castro Zawadski
Alberto Castro Zawadski. | Foto: El País.

28 de jun de 2025, 02:23 a. m.

Actualizado el 28 de jun de 2025, 02:23 a. m.

La institución de la presidencia es una herencia directa de la monarquía. Quienes escribieron las primeras constituciones aún sentían el aliento de los reyes en la nuca. Por eso inventaron una figura similar: lo pusieron a vivir en un palacio y le dieron categoría de reina -‘Primera Dama’- a la esposa.

La concentración de poder y privilegios en estos nuevos reyezuelos explica, en parte, el pobre desempeño de muchas democracias modernas. Existen contrapesos que, aunque imperfectos, funcionan.

Trump no ha llevado a EE. UU. al abismo porque lo han contenido tribunales, medios y sociedad civil. Petro no ha logrado desbaratar a Colombia porque también lo han parado las Cortes, el Congreso, la prensa y los ciudadanos organizados han frenado muchas de sus regresivas iniciativas.

Pero la realidad es aún más contundente: pese al enorme poder simbólico del Presidente, su capacidad para modificar la vida de los ciudadanos es limitada. El país sigue andando por inercia, indiferente a las barbaridades que diga o haga quién ocupa el palacio, mientras abusa de los micrófonos para imponer su narrativa, justificar errores y mantener la ilusión de que todo lo bueno le pertenece.

La vida continúa. Las empresas y la agroindustria siguen produciendo, los arquitectos diseñan, los ingenieros construyen, los médicos atienden, los plomeros destapan, los tenderos venden y los asaderos de pollo alimentan. La gigantesca maquinaria económica no se detiene y por eso las cifras resisten, incluso con una conducción errática. Ni siquiera sus partidarios le paran bolas y se resisten a responder a sus llamados que buscan convertirlos en carne de cañón.

Los áulicos del poder, claro, usan los pocos datos positivos para defender lo indefendible. La inflación no se ha disparado gracias a la firmeza del Banco de la República. El desempleo ha bajado por el rebusque, única opción ante una formalidad asfixiante que va a empeorar.

La devaluación no es alta por la narcoeconomía. La productividad se sostiene por el dinamismo empresarial, no por gestión estatal. Lo poco bueno que ha ocurrido en estos años ha sido a pesar del gobierno, no gracias a él. Tal vez ha llegado el momento de que la figura del Presidente -como las monarquías que la inspiraron- empiece, por fin, su camino hacia la extinción. ‘No al Rey’ es la respuesta a los cultos que eligen a los Mesías.

Médico oftalmólogo, especialista en cirugía vitreoretinal. Docente universitario, fue gestor y director de la Clínica de Oftalmología de Cali y es reconocido como pionero en Colombia en cirugía de catarata con lentes intraoculares y en retinopexia neumática.

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