Columnista

Los congresistas

El mal comportamiento de un congresista desacredita a toda la institución compuesta por 100 o más miembros.

Fernando Cepeda Ulloa
Fernando Cepeda Ulloa. | Foto: El País.

28 de jun de 2025, 02:25 a. m.

Actualizado el 28 de jun de 2025, 02:25 a. m.

Los congresistas están bien pagados, cuentan con un equipo humano que les ayuda a realizar su tarea como políticos y como legisladores y además con canales de televisión para divulgar su tarea.

Al mismo tiempo, los congresistas han venido perdiendo presencia e influencia en el panorama nacional. Supongo que mantienen un prestigio y una influencia en el nivel local y regional, pero, en el nivel nacional, han sufrido una pérdida de estima, admiración y apoyo. Mucho tiene que ver con la multiplicación y debilidad de los partidos políticos.

Los congresistas podrían lucirse con un oportuno y buen debate con un ministro y, en ocasiones, podrían debilitarlo o hasta tumbarlo. O el congresista podría ganar prestigio por la calidad de sus preguntas. Ello le permitía a la ciudadanía contemplar con alguna admiración su papel y, de esta manera, el Congreso estaría en el radar de los ciudadanos.

Aunque el gobierno no tiene mayoría en las cámaras, estas se comportan como si la realidad fuera bien diferente. No se ve una bancada de oposición, no solo de una fuerza política, sino coordinada con otras que dicen no apoyar el gobierno o ser independientes, que la opinión pública identifique como tal y que se interese en seguirla y en escuchar sus análisis, críticas y propuestas.

Se identifican congresistas opositores, pero no una coalición de oposición que, por serlo, ya tendría una clarísima opción como partido o como coalición para las próximas elecciones.

En general, todos los congresos, asambleas o parlamentos, según se los denomine, han perdido mucho prestigio y apoyo en la opinión pública. Y ello ha venido ocurriendo aún en las democracias más admiradas.

Me pregunto, por ejemplo, si habría sido posible un debate con tanta publicidad entre el Ministro de Justicia y un parlamentario semejante al que promovió W Radio y que se prestó para tantos comentarios.

Ese tipo de controversias eran las que caracterizaban el trabajo parlamentario. Eso, prácticamente, ha desaparecido. Y si ocurre, no llega a la opinión pública, como la controversia Montealegre - Gaona.

Sin duda, el papel que juegan las cadenas de radiodifusión ha sobrepasado el de los congresistas. Un periodista cita un ministro a las seis de la mañana o a una hora más civilizada y el ministro está listo a responder por el tiempo que sea necesario, no solo las preguntas del periodista que lo convocó, sino las de otros. Para que un congresista pueda hacer eso existe todo un procedimiento reglamentario que le quita oportunidad.

La vida de un congresista es muy dura desde cualquier aspecto que se examine. Y quizás, uno de los aspectos que ellos deben resentir mayormente es como el trabajo que realizan, tanto con sus electores como en las comisiones y en la plenaria, no es bien conocido ni apreciado.

El mal comportamiento de un congresista desacredita a toda la institución compuesta por 100 o más miembros. Es muy injusto, pero así es.

El costo que tiene el proceso para hacerse elegir como representante, senador o diputado o concejal es cada vez más exorbitante. Conozco declaraciones de importantes miembros de esas corporaciones en otros países que declaran públicamente que prefieren no hacerse reelegir, porque no quieren repetir el proceso de buscar financiación para sus campañas.

Son reflexiones que no sobran cuando pronto estaremos en la tarea de elegirlos o reelegir.

Experto en Ciencias Políticas, profesor y diplomático. Estuvo vinculado a la Universidad de los Andes por 23 años, durante los cuales enseñó Ciencia Política y ocupó varios cargos como Rector Encargado, Vicerrector y Decano de Ciencias Políticas, entre otros. Se ha desempeñado como Embajador en Canadá, Representante Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas, Embajador en Inglaterra, Ministro Plenipotenciario en Washington y encargado de Negocios. Fernando Cepeda Ulloa ha sido Ministro de Gobierno, de Comunicaciones, Consejero Presidencial y Viceministro de Desarrollo Económico.

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