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Bye bye USA
Las absurdas guerras arancelarias han sembrado desconfianza en el comercio global. Muchos países buscarán nuevos caminos, tejiendo redes entre sí...

Médico oftalmólogo, especialista en cirugía vitreoretinal. Docente universitario, fue gestor y director de la Clínica de Oftalmología de Cali y es reconocido como pionero en Colombia en cirugía de catarata con lentes intraoculares y en retinopexia neumática.
12 de abr de 2025, 03:03 a. m.
Actualizado el 12 de abr de 2025, 03:03 a. m.
El ocaso de la ‘era americana’ se intuía en el horizonte, pero pocos imaginaron que un megalómano le imprimiría semejante impulso hacia su declive. La clave de su hegemonía global no residía en la fuerza militar ni en la riqueza, sino en la prodigiosa concentración de talento. A lo largo de su historia, supieron convocar a los espíritus más brillantes, atraídos por universidades de excelencia y por un sistema que exaltaba la libertad de emprender. La humanidad produce genios a un ritmo constante; quien logre reunirlos, posee la fórmula secreta de la supremacía.
En las últimas décadas, los apellidos de los grandes referentes en ciencia y tecnología han empezado a cambiar. En los congresos médicos, por ejemplo, las figuras estelares llevan rostros asiáticos: chinos, indios, de orígenes diversos. El muro de restricciones migratorias y la sombra de la xenofobia, alentadas por el trumpismo, amenazan con erosionar esta ventaja histórica.
Mientras tanto, China ha leído con agudeza el signo de los tiempos. Supo que debía educar y liberar. Pasó de inundar al mundo con baratijas, a construir, con paso firme, una potencia interna deslumbrante: autopistas infinitas, trenes que desafían al tiempo, rascacielos que se elevan como esculturas, industrias pujantes y una tecnología que ya no imita, sino que crea. La innovación, antaño bastión americano, empieza a tener nuevos dueños.
Con un PIB que roza al estadounidense, una población tres veces mayor y una voluntad clara de expandir su influencia, no es arriesgado predecir que el eje del poder girará. Junto a India y otros países que han comprendido los secretos del capitalismo, conformarán un bloque que superará con holgura la gravitación de Estados Unidos.
Como corolario, las absurdas guerras arancelarias han sembrado desconfianza en el comercio global. Muchos países buscarán nuevos caminos, tejiendo redes entre sí, comerciando con Asia y con todo aquel que entienda que la prosperidad nace de la apertura, no del encierro.
En este nuevo tablero, naciones como Colombia tendrían una oportunidad dorada, si tan solo lograran romper con la vieja liturgia del lamento y la protesta, esa ideología fatigada que convierte la pobreza en un dogma y el odio en bandera.
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