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Sao Paulo, en caos por cambio climático; conozca por qué
Los habitantes de esta ciudad de Brasil se encuentran con fenómenos naturales cada vez más extremos. Intentan adaptarse.
Cuando salieron en auto del trabajo para merendar en Sao Paulo, Cristiane Andrade y Raquel Nascimento no imaginaron cómo acabaría esa tarde de marzo: un temporal repentino derribó un árbol que les aplastó el parabrisas. Salvaron sus vidas por centímetros.
Asociados al cambio climático, los temporales transformaron la vida de los doce millones de habitantes de Sao Paulo, una ciudad que siempre se jactó de funcionar mejor que otras como Rio de Janeiro y cuyos servicios e infraestructura la hicieron meca de grandes empresas.
“Fue un momento de pánico terrible, en pocos segundos se desató un vendaval”, dijo Andrade, de 43 años y trabajadora de un hospital. Los bomberos debieron rescatarlas del auto aplastado.
“Sao Paulo está así: hay sol, de pronto el cielo oscurece, y una nunca sabe”, agregó Nascimento, de 39 años.
Según estudios científicos, el calentamiento global y la hiperurbanización elevan la temperatura paulistana, lo que, sumado a la alta humedad en la región, favorece la formación de nubes que ascienden rápido y producen descargas violentas.

“La cantidad de días con tempestades aumentó en las últimas décadas”, advirtió César Soares, meteorólogo.
En las últimas dos décadas se registraron diez diluvios considerados extremos y de “gran peligro” por el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet), más del doble que en los veinte años previos.
“Antes Sao Paulo tenía un clima parecido a Londres, pero hoy hay que pensarla como una ciudad casi tropical”, dice Soares.
Caetano Veloso evocaba la ‘garúa’ de Sao Paulo en ‘Sampa’, una oda a la ciudad que compuso en 1978, cuando se la conocía por esta lluvia fina y vespertina.
La brisa marítima que llegaba del litoral encontraba en Sao Paulo temperaturas bajas que condensaban la humedad en pequeñas gotas.
Hoy la garúa casi desapareció. Según el meteorólogo, la combinación de alta humedad y mucho calor atmosférico produce nubes “cumulunimbus” que causan tempestades, sobre todo entre diciembre y marzo.
Durante el verano de 2025, las lluvias dejaron seis muertos -el doble que el año anterior- y un desaparecido. Tres eran choferes de pasajeros, una profesión especialmente expuesta a los temporales.
“El impacto para nuestro sector es pésimo, las calles se anegan y no solo perdimos autos sino también la vida de un colega aplastado por un árbol”, dice Antonio Ceará, presidente del sindicato de taxistas de Sao Paulo.
Las tormentas ya derribaron más de 2000 árboles este año, según la alcaldía.
En marzo, Sao Paulo alcanzó su pico anual de embotellamientos con 1174 kilómetros de tráfico en un día de lluvia, según la Compañía de Ingeniería del Tránsito.
Seis de cada diez empresas vieron sus negocios afectados por el clima en el último año, según una encuesta de la Federación de Comercio del estado de Sao Paulo.
Los perjuicios van desde operaciones interrumpidas por tormentas hasta cadenas de suministro arruinadas por el calor.
Incluso fuera de la temporada más húmeda, las consecuencias pueden ser serias: en octubre de 2024, por causa de lluvias, la región metropolitana vivió un apagón histórico que afectó a casi un millón y medio de hogares.
Las autoridades ensayan soluciones para adaptarse.
Los paulistanos recibieron catorce alertas severas de la Defensa Civil por temporales desde diciembre, cuando se implementó un sistema de alarmas por mensajes de texto que se extenderá a todo Brasil.
La cobertura verde de la ciudad pasó de 15 % a 26% entre 2021 y 2024, según el gobierno local, que busca mitigar las llamadas “islas de calor” en zonas de alta densidad urbana.
Aunque hay reformas en marcha para mejorar los drenajes, las áreas vulnerables se mantienen en vilo.
En Jardim Pantanal, un barrio humilde junto al río Tiete cuyas imágenes de vecinos improvisando botes y casas arruinadas recorrieron el país tras un temporal en febrero, los habitantes esperan soluciones.
“El gobierno propuso reubicar familias, pero la mayoría no quiere salir de acá: lo que necesitamos son obras”, dice el líder comunitario Pedro Guedes, de 66 años.
“No es viable evacuar a todo el mundo cada vez que se inunda un barrio”, señala, por su parte, el teniente Maxwell de Souza, vocero de la Defensa Civil.
“Por eso intentamos crear una cultura de convivencia con el riesgo: ya que no controlamos el cambio climático, necesitamos comunidades resilientes”, comenta a propósito de la inminencia de futuras calamidades asociadas al cambio climático en estas zonas del mundo.
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