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Las posibles consecuencias para los colombianos por la tensa relación entre Donald Trump y Gustavo Petro
A través de trinos y discursos, ambos mandatarios han mostrado profundas diferencias en temas como la inmigración o Venezuela. Analistas advierten que Colombia podría salir perdiendo en asuntos como las remesas o el estatuto especial de migrantes.
Desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump, las tensiones con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, han ido creciendo.
Paradójicamente, se trata del resultado de dos estilos de gobernar y comunicar muy parecidos: emocionales, impulsivos, tanto Trump como Petro utilizan a diario las redes sociales y lanzar los mensajes y advertencias.
Para no ir muy lejos, Gustavo Petro dijo esta semana que tras las políticas migratorias que está implementando Trump, “se van a volver más nazis. No quieren haitianos, no quieren venezolanos, no quieren colombianos. Dejémoslos un rato solos a ver cómo les va”, a lo que Trump respondió enseguida con tono de advertencia: “La relación con América Latina debería ser genial. Nos necesitan, mucho más de lo que nosotros los necesitamos. Nosotros no los necesitamos, todo el mundo nos necesita”.
Lo que se analiza en la actualidad es si las tensiones de ambos mandatarios, y sus estilos de comunicar, se quedarán en ese plano mediático y personal, o si por el contrario afectarán las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Enrique Serrano, analista y profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad del Rosario, considera que, por lo menos en el primer año del mandato Trump, y lo que le queda a Petro como presidente, las relaciones de ambos países no serán las más fluidas.
“Lo que realmente es nuevo y peligroso en este contexto es la actitud de Petro hacia Trump, que está entre sumiso, desafiante y abatido. En ese sentido, la relación económica y política con Estados Unidos es la más importante de la política exterior de Colombia. Entonces el solo hecho de nombrar a Laura Sarabia como la nueva canciller ya es un error fatal. Lo que hace la base de una política exterior es la experiencia y Sarabia no lo tiene a nivel internacional, a diferencia del canciller Luis Gilberto Murillo, que fue embajador en los Estados Unidos, gozaba de cierta respetabilidad, aunque se ha desgastado dramáticamente. Pero cambiarlo por Laura Sarabia no es una jugada inteligente para la política exterior”, comenta Serrano.
Para el analista, otro aspecto que perjudica las relaciones de Colombia con Estados Unidos es que la política exterior planteada por el gobierno Petro está “ideologizada”. Y, por otro lado, lo más probable es que Colombia no sea una prioridad para Trump, por lo menos en su primer año.
“En ese orden de cosas, nadie tiene que ser un profeta para augurar que la relación entre Colombia y Estados Unidos en este 2025 será mala. Trump va a dejar la cuestión en manos de Marco Rubio, su Secretario de Estado, quien tiene unas reglas muy firmes que están ligadas a que un país le obedezca a Estados Unidos y además se comprometa de manera eficaz con un programa de reducción de producción de drogas y en materias de migración que le interesen. Vamos a estar ante un retorno a 2019, con el primer mandato Trump”.
Otro punto que preocupa en la relación Colombia y Estados Unidos es el caso Venezuela. Para Serrano, el actual gobierno de Petro tiene una alianza tácita con Venezuela que a veces se maquilla, “pero que es evidente”.
Lo que hay que esperar sin embargo es la posición de Trump frente al tema, teniendo en cuenta un asunto clave: la necesidad de hidrocarburos. Aún no está claro si Trump va a tender un diálogo con Maduro, o por el contrario tomará medidas que conduzcan a que salga del poder.
“La tensión entre Petro y Trump pone a Colombia, al menos durante este primer año, en un limbo. Yo creo que el año entrante se irán normalizando las cosas. Un tema clave que hay que considerar son las remesas que envían los colombianos en Estados Unidos. Es uno de los renglones más altos de la economía colombiana. Y eso seguirá existiendo, pero si continúa la tensión entre Petro y Trump, este último podría usar las remesas como un arma de guerra. En otras palabras, podría ponerles más impuestos, aranceles”, comenta Serrano.
Manuel Alejandro Rayran Cortés es docente e investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado. En su concepto, las tensas relaciones entre Petro y Trump podrían poner en riesgo lo que Colombia viene negociando con Estados Unidos: un estatuto especial que proteja a los migrantes colombianos en ese país, que se calcula en 800 mil.
Pero más allá de eso, y de las acusaciones que se envíen en X ambos mandatarios, Manuel considera que las relaciones diplomáticas entre ambas naciones no se verán muy afectadas.
“Ambos mandatarios saben que las relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos son históricas y estructurales. Colombia requiere de Estados Unidos como Estados Unidos de Colombia, en la media en que Colombia es un país estratégico en su posición geográfica, que históricamente ha estado comprometido con la lucha contra las drogas, con la democracia, fiel escudero de la OEA. Esta construcción histórica le ha permitido que, a pesar de estos cambios de presidentes, no se dé un rompimiento de relaciones”, dice Manuel.
Frente al tema Venezuela, un asunto que podría dividir a los dos países, Manuel Alejandro Rayran considera que aún es pronto poder determinar qué ocurrirá en la relación Colombia, EE. UU. Mientras que Colombia ha mantenido una relación pragmática, comenta, con Nicolás Maduro, tras el restablecimiento de negociaciones y la agenda económica acordada, Trump aún no muestra sus cartas frente a cómo actuará de cara al chavismo.
“Y otro tema espinoso es la lucha antidrogas. En la primera administración de Trump, narcotizó las relaciones. Si ocurre de nuevo, será un retroceso inmenso para la diplomacia colombiana. Desde Juan Manuel Santos se empezó a configurar que esta agenda fuera mucho más allá de los narcóticos. Narcotizarla de nuevo sería un problema a nivel doméstico como en la política exterior colombiana por ese movimiento tan brusco”.
De otro lado, el nuevo escenario de la Cancillería con Laura Sarabia, recuerda el analista, es la confirmación, de nuevo, del incumplimiento de una promesa de campaña de Petro: nombrar en esa posición, y en las embajadas, funcionarios de carrera. Sin embargo, se ha utilizado estos cargos para pagar favores políticos.
Aunque en materia de relaciones internacionales, Manuel Alejandro Rayran no ve con malos ojos que Laura Sarabia esté al frente de la Cancillería y sea una persona de confianza de Gustavo Petro. Lo mismo ocurre con el Embajador de Estados Unidos en Colombia, Dan Newlin, muy cercano a Trump.
“Yo creo que tener personas en las relaciones diplomáticas tan cercanas a los mandatarios permite una comunicación fluida. Y si bien Laura Sarabia no tiene la experiencia, si la tiene Daniel Peña García, embajador de Colombia en Estados Unidos. Uno de los retos de Sarabia precisamente es lograr una reunión entre Petro y Trump”.
Desde Japón, donde se encuentra el profesor de la Universidad Icesi Vladimir Rouvisnky, considera como conclusión que en estos días de tensiones mediáticas entre Trump y Petro, la estrategia de la Cancillería colombiana no debe ser otra que la de mantener la calma. “Es decir: usar la diplomacia como la herramienta que tiene el Estado a su disposición para bajar el nivel de tensión que existe entre ambos presidentes”.
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