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La película ‘Un poeta’: una crítica y elogio de la poesía colombiana que va camino a los Óscar
Con humor ácido y guiños literarios, el filme de Simón Mesa retrata a un poeta que encarna tanto el fracaso como la resistencia de la palabra.
28 de sept de 2025, 08:36 p. m.
Actualizado el 28 de sept de 2025, 08:36 p. m.
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La mañana del 24 de mayo de 1896, el poeta José Asunción Silva fue encontrado muerto en su habitación de la casa donde vivía con su familia en Bogotá. Se había pegado un tiro en el pecho con un revólver Smith & Wesson, justo a la altura del corazón, donde un médico amigo suyo había marcado el punto exacto.
De ahí surgió la leyenda sobre el “corazón de poeta” y muchos aseguran que fue el mismo José Asunción quien se lo dibujó antes de suicidarse. En el barrio La Candelaria se encuentra la Casa de Poesía Silva, en cuyo techo hay una escultura metálica parecida a una veleta. Es una silueta del poeta con un orificio en forma de corazón.
Pero, aunque la trágica historia del que escribió ‘Los maderos de San Juan’ y ‘Nocturno’: “Una noche, una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas...”, pueda resultar sobrecogedora, cuando es recreada con solemnidad por un poeta de nuestro tiempo resulta completamente cómica.
Como planteó Marx, los grandes y pequeños hechos suelen ocurrir dos veces, “una vez como tragedia y la otra como farsa”.
Así es como alcanza parte de su comicidad la película ‘Un poeta’, del director Simón Mesa, donde conocemos a Óscar Restrepo, un poeta fracasado que es el protagonista, quien, en una escena muy significativa, está sentado en su cama, sin camiseta y con la mirada perdida, mostrando en el pecho un corazón que se dibujó con marcador, clara referencia a Silva, al que considera el mejor poeta de Colombia, pese a que aparece en el billete de $ 5000 y no en el de $50.000, como García Márquez.
Si bien Óscar está considerando matarse, porque es un alcohólico y desperdició su vida, está desempleado y nadie lo respeta, su madre —con quien vive y lo mantiene— apenas lo soporta, su hija parece odiarlo y, sumado a esto, como poeta es mediocre. Entonces al imitar a otro poeta que sí fue importante, termina convertido él mismo en una caricatura, o mejor dicho, en un meme de sí mismo.
La película, de hecho, es una cantera de memes que, como es propio de este formato digital, contrastan de un modo superficial con las situaciones irrisorias en las que se ve involucrado el poeta en un mundo donde, al parecer, no hay espacio para la poesía.
Su inadecuación con la realidad es hilarante, muy al estilo de las comedias gringas. Sin embargo, logra ejercer una crítica sobre las convenciones sociales colombianas y, sobre todo, del mundillo poético organizado en algunas ciudades, algo que los propios poetas pagados de su oficio y sin sentido irónico tomaron como una afrenta directa.
Debido al inusitado éxito de la película, que desde su estreno en el Festival de Cannes este año, donde obtuvo el Premio del Jurado en la categoría ‘Un certain rergard’ (‘Una cierta mirada’), empezaron a circular en redes sociales imágenes de escenas que son perfectos memes.
Cine Colombia confirmó que ‘Un poeta’, desde su estreno el 28 de agosto hasta la fecha, superó los 1500 millones de pesos en taquilla.
La capacidad ‘memelógica’ es una cualidad de la película, ¿o un defecto? Ciertamente son disparadores de la reflexión, pero no muy profundos.
Una escena muestra a Óscar llorando frente a su hija adolescente que, incómoda, le pregunta: “¿Usted qué está haciendo?”. Y él, un hombre de 50 años y con una apariencia bastante descuidada, responde con una inesperada ternura infantil: “Es que estoy muy sensible estos días”.
La situación, además de causar una buena carcajada, sirve como una crítica al patriarcado y al ego machista, mostrar a un padre indefenso y arrepentido ante su hija, en un país donde miles de hombres presumen con orgullo tener numerosos hijos “regados por todas partes”, que dejaron al completo cuidado de sus madres.
En la vida real, Ubeimar Ríos, quien encarna a Óscar en ‘Un poeta’, está casado y tiene tres hijos “por los que he trabajado toda la vida”, afirma.
Tiene 54 años, es profesor y poeta en Rionegro (Antioquia), “mal poeta, como Óscar”, pero, a diferencia de su entrañable personaje, es un hombre bastante funcional, que logró destacarse como gestor cultural: es fundador de los festivales Internacional Rock al Río y de Poesía de Rionegro, y columnista del periódico El Rionegrero.
Sobre la curiosa relación de Óscar y su hija, el actor afirma que “las emociones de este poeta son desbordadas, y yo sentí que en ocasiones Óscar llevó a Ubeimar a unos puntos de tristeza impresionantes y, de igual forma, a otros sentimientos de mucho amor por su hija”.
Sobre el impacto de la película en su vida, Ubeimar confesó que “siempre tengo que buscar recursos para eventos culturales que hago, y como no me conocen, es difícil, pero con la película cambió un poco. Ya me llamaron de la Alcaldía de Rionegro, que ahora sí quieren apoyarme”.
Al final, la historia de Óscar encuentra un desenlace bastante cursi, cuando Daniela (la hija) descubre su poesía y, con esas palabras, tiende un puente entre este hombre que no sabe ser padre y una hija que lo acepta casi como una madre. Hay una llamativa simetría en que, al morir doña Teresita (la mamá de Óscar), reaparezca la hija para consolarlo.
“Lo bello es que la película hace sentir que, a pesar de tanta tragedia, hay luz, y eso yo siempre lo quise”, comentó en una entrevista Simón Mesa.
Otra escena digna de ser meme es aquella cuando Óscar lee los poemas de Yurlady, su estudiante, y, al notar su talento, con solemnidad pregunta: “¿También vive en una profunda tristeza? ¿Es usted melancólica?”. El anacronismo de las palabras, la entonación ridículamente poética, insisten en que nos hallamos en un mundo brutal que perdió la ingenuidad, donde Óscar es un Quijote delirante, el único que sigue creyendo que existe la poesía.
No obstante las burlas al mundillo literario que medra en torno a becas, premios y festivales, con sus discursos comprometidos y utilitarios, la película insiste en que la poesía es algo más auténtico, que está allí aunque seamos demasiado inconscientes para verla.
En dirección opuesta a la misión kamekaze por la gloria poética en un mundo brutal, en la que se encuentra Óscar, va Yurlady, su discípula accidental. La joven y talentosa estudiante, me parece, es la única que logra adquirir un nivel de profundidad crítica en el mundo, demostrando lo dicho por Chesterton sobre que “hay personas que son poemas en sí mismas, porque existen”.

Cuando Yurlady comprueba el ambiente snob y arribista de los poetas, donde la quiere introducir Óscar, es ella, quien en un acto poético y posmoderno, decide rechazar la oportunidad de convertirse en una gran poeta, pese a tener el talento y la historia personal más adecuada para triunfar en este mundillo.
Aquí es inevitable ver una correspondencia con el rechazo de Arthur Rimbaud a la poesía, el poeta maldito que en la plenitud de su vida abandonó su prometedora carrera en la París del Siglo XIX para irse como comerciante al África.
Las referencias y los guiños literarios que tiene la película son múltiples, pero vale destacar que son citados poemas de León de Greiff, Alejandra Pizarnik, Justo Jorge Padrón, Sutter Keane, Beatriz Vanegas Athías, Juan Rivas y dos poemas inéditos escritos por el mismo director, Simón Mesa.
En momentos clave, la cámara enfoca los retratos de José Asunción Silva —que Óscar tiene en su habitación— y de Charles Bukowski.
Además, en un cameo se puede reconocer a Víctor Gaviria, el poeta y cineasta, director de ‘Rodrigo D. no futuro’ y ‘La vendedora de rosas’, películas urbanas de las que ‘Un poeta’ es heredera.
Sin embargo, a mí parecer, cuando se manifiesta un poco de verdadera belleza es en la carta que Yurlady escribe en el cuaderno de Daniela, explicándole que su padre no es un abusador sexual y, de paso, le dice adiós a la poesía reivindicando la felicidad de una vida sencilla.
“Quería que yo fuera una gran poeta, pero ese sueño era de él y no mío. Antes me hizo dar cuenta de que no me gusta la poesía, o por lo menos no la poesía como la conocí con él. A mí solo me gusta escribir lo que siento y dibujar. Mis sueños son más sencillos”, escribe siendo ella misma el poema.
Mientras que Óscar, quien no puede rechazar su destino de poeta y parece hallar en la relación con su hija un poco de la poesía que él fue incapaz de escribir podría empezar a entender que la vida, su vida, es el poema y el suyo un “corazón de poeta”.
Pero no el desangrado corazón de Silva, sino el alegre y tierno que describe Jeanette en su canción ochentera, con la que cierra la película: “Y tiene, el corazón de poeta, de niño grande, de hombre niño; capaz de amar con delirio, capaz de hundirse en la tristeza, pues tiene, el corazón de poeta. De vagabundo, de mendigo. Y así lo he conocido, y así me gusta a mí que sea”.
Poemas de originales de la película
Cielo sin promesas
Qué sería de mí
si fuera menos negra,
si tuviera menos hambre,
si tuviera un futuro asegurado,
si en mi barrio hubiera paz.
Quizá caminaría ligera,
sin miedo en el alma,
sin preguntas que arden,
sin un mundo que observa,
sin barreras que ciegan.
Pero soy todo eso,
y todo me ha hecho fuerte:
cada sombra,
cada lucha,
cada cielo que persigo
en este cielo sin promesas.
Poema feliz
Heme aquí,
un hombre
anticuado, dinosaurio,
portador de agravios,
merecedor de condenas,
frágil soñador.
Mas no pierdan su fe
en este poeta triste
que está intentando escribir
un poema feliz.
Ambos fueron escritos por el director Simón Mesa.
Periodista y escritor, entre sus publicaciones destaca el volumen de ensayos ‘Libro de las digresiones’. Reportero con experiencia en temas de cultura, ciencia y salud. Segundo lugar en los Premios Jorge Isaacs 2022, categoría de Ensayo.