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“En toda casa hay una Úrsula Iguarán que sacó adelante a su familia”: Marleyda Soto, actriz vallecaucana que triunfa en Netflix
La talentosa actriz vallecaucana se ha ganado al público de todo el mundo con su interpretación de Úrsula Iguarán en la serie Cien Años de Soledad, de Netflix. Testimonio de una artista de la actuación.
Todavía, en el barrio Alfonso Bonilla Aragón, del Distrito de Aguablanca, está la casa donde creció la actriz Marleyda Soto, quien encarna a la fuerte matrona de la familia Buendía, Úrsula Iguarán, en la serie Cien Años de Soledad, de Netflix, producción basada en la obra maestra de Gabriel García Márquez.
Marleyda Soto Ríos nació en Vijes (Valle del Cauca), en 1977, pero a los pocos años su familia se trasladó a Cali, ubicándose en el barrio El Poblado, después, su padre compró un lote en lo que sería el barrio Alfonso Bonilla Aragón, “allá llegamos en carretilla, éramos como los Buendía en Macondo, porque el lote no era más que un monte, lo tuvimos que desyerbar y limpiar para construir la casa, pero en ese lugar pasamos junto a nuestros hermanos una infancia muy bonita”, recuerda la actriz.
Hasta la pequeña comunidad que estaba formándose allí, llegaron como los gitanos que acompañaban a Melquiades, grupos de talleristas para enseñar teatro a los niños. La pequeña Marleyda, que ya aspiraba a la actuación, no dudó en inscribirse y, desde ese día, con toda certeza, no ha dejado de trabajar por cumplir su sueño.
De las obras infantiles en los barrios, pasó a las del colegio, donde se ganó una beca de teatro en Bellas Artes, de allí pasó a formarse en el IPC y luego en la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad del Valle, donde hizo parte de la Compañía de Actores Profesionales y viajó por diferentes países presentando obras clásicas.
En el camino, sin buscarlo, se le atravesó el cine, así terminó con papeles destacados en Doctor Alemán (2007), Perro Come Perro (2008), La Tierra y la Sombra (2015), Oscuro Animal (2016), con la que ganó el premio a la mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. También actuó en la película brasileña Los Silencios (2019), y en la colombiana La Jauría (2022).
En la actualidad, además de su carrera actoral, Marleyda Soto es docente de entrenamiento vocal para actores en Univalle y dirige un innovador taller de teatro para la primera infancia financiado por Tecnoquímicas, un proyecto para el que realizó una investigación que presentó como tesis de maestría en Atención Integral a la Primera Infancia.
En exclusiva para El País, la primera mujer en interpretar para las pantallas del mundo al personaje femenino más querido del universo macondiano, cuenta cómo fue el arduo estudio y la búsqueda para crear su versión de Úrsula Iguarán, a quien terminó por encontrar en el rostro de su propia madre.
—¿Cuándo nació su amor por la actuación?
Tengo muy claro el momento cuando comenzó en mí la atracción por lo escénico, muchas cosas de la infancia son como borrosas, pero este recuerdo creo que no se lo podrá llevar el Alzheimer.
Tenía yo más o menos 5 años y vivíamos en El Poblado, diagonal a donde es hoy el Hospital Carlos Holmes Trujillo, pero en ese tiempo no existía, solo habían unas pocas casas, y yo me acuerdo de estar en una casa donde tenían un televisor, porque eran las épocas en que donde tenían un aparato de estos se reunía toda la cuadra, y ese día había bastante gente porque se acababa una novela, no sé el nombre, pero era algo muy teatral, y todos estaban en silencio concentrados en lo que pasaba dentro de la cajita.
Yo misma estaba concentrada viendo, pero en un momento tuve la capacidad de contemplar la magia que estaba ocurriendo, de que esos actores eran capaces de detener el tiempo en nuestra vida cotidiana, fui consciente de eso, pero claro que no tenía estas palabras para expresarlo. Lo único que hice en ese momento fue preguntarle a mi mamá: “¿Qué es eso?”. Me intrigaba saber cómo los actores dentro de la cajita podían embrujar a todo el mundo, dejarlos paralizados y hacerlos llorar, ese fue como mi momento de inflexión, cuando supe que quería hacer la misma magia, que era la actuación.
Creo que uno estando tan niño y sintiendo esos pulsos tan bonitos como que automáticamente toda tu vida se configura para alcanzarlo, energéticamente te va jalando, y de alguna manera yo comencé a pensar en que quería hacer esto y pues de ahí en adelante hice todo lo posible para lograrlo.
—¿Cómo llegó la oportunidad para debutar en el cine?
Pasó con la película Doctor Alemán en el 2007, algo muy bonito, porque en ese momento aún estaba en la universidad, vinculada a la Compañía de Actores Profesionales. Cuando llegó el director Tom Schreiber y toda la producción alemana, me acuerdo que fue un gran suceso, las noticias de la época hablaban de la primera película alemana grabada en Cali.
Ellos querían contar la historia del doctor alemán que había trabajado en el Hospital Universitario del Valle y había vivido en Siloé, y quien desde Cali le enviaba cartas a su gran amigo Tom Schreiber, que finalmente fue el director de la película. El protagonista ellos ya lo tenían seleccionado, que era el actor alemán August Diehl, estrella del cine europeo, pero buscaron más actores colombianos, entre ellos, a una actriz para el papel de Wanda, una mujer que tiene un quiosco donde vende café y comidas, de la que el doctor se enamora en Cali.
En la vida real el doctor y Wanda fueron solo amigos, pero en la película decidieron crear un romance entre ellos, para ese papel buscaron a actrices pesadas de la televisión colombiana, pero ninguna los convenció, también buscaron en Miami y en Chile, mejor dicho, le habían dado la vuelta buscando la actriz y ya se iba acercando la fecha del rodaje, hasta que, por consejo del equipo caleño, decidieron buscar actrices locales, que no necesariamente fueran reconocidas, fue cuando uno amigos de teatro me contaron a mí para que participara en las audiciones.
Realmente yo no quería, porque temía hacer el ridículo, es que yo venía del teatro y nosotros no tenemos formación audiovisual, les dije que para hacer las cosas mal sobra tiempo, pero mis amigos insistieron y me explicaron que se trataba del personaje de Wanda, la mujer de la tiendita en Siloé y eso conectó conmigo, porque mi mamá toda la vida tuvo una tienda en el Bonilla Aragón, en pleno Distrito de Aguablanca, y yo siempre le ayudé. Además, por vivir toda la vida en esta parte de la ciudad, conocía bien la situación de las pandillas juveniles, que es otro aspecto que aborda la película.
El día de la audición yo llegué con mis corotos, preparada como yo intuía que era el personaje, basándome en mi madre, hice la prueba, luego la repetí en varios casting, hasta que me escogieron y, como el personaje en el guion era mayor, decidieron hacerla más joven, para que coincidiera con mi edad. Obviamente fue una experiencia que me marcó muchísimo, porque fue mi entrada al cine y la oportunidad para aprender los códigos, las formas de actuar a nivel cinematográfico, era un mundo completamente nuevo, pero así comenzaron a abrirse más puertas.
—¿Entre sus intereses como actriz estaba el cine y la televisión?
Nuestra formación es en la Escuela de Artes Escénicas de Univalle es eminentemente teatral, nos formamos como actores y como maestros, esos eran los dos perfiles que yo tenía clarísimos, yo quería ser una actriz de teatro y mi sueño más grande eran tener una compañía y enseñar, pero la televisión no era un camino que yo quisiera seguir y el cine me parecía un poco inalcanzable, algo que no buscaba, pero me encontró y he recibido las oportunidades con todo el amor.
Me considero una actriz que está recibiendo más de lo que pidió, por eso cada proyecto que llega a mis manos es como un tesoro, un regalo del universo, la oportunidad única de contar una historia y darle vida a un personaje, más contenta no puedo estar.
—¿Estaría dispuesta a trabajar en la televisión colombiana?
Admiro y respeto profundamente el trabajo que hacen mis compañeros en la televisión, reconozco lo complejo que significa trabajar en este medio, pero creo que yo no tengo las capacidades para para hacerlo. Es impresionante ver cómo son capaces de crear bajo esas premisas tan ajustadas, bajo esas formas que yo desconozco, pero que mis colegas dominan con gran talento, teniendo la fortuna de brillar en grandes personajes de producciones que todos disfrutamos, para mí son como los héroes de patria, han logrado hacer algo que se me hace inalcanzable.
Desde que inicié, aunque tenía ese recuerdo de ver la televisión, siempre me enfoque en el teatro. Nunca en la televisión como una meta, me acuerdo que de mi generación había muchísimos que pensaban irse a Bogotá, porque era la plaza donde estaban RCN y Caracol, que eran los canales que hacían las novelas, y todo esto implicaba de entrada tener que irte de tu ciudad y a mí eso no me parecía, por qué me tengo que ir si soy tan feliz aquí, yo no entendía por qué tenía que emigrar para hacer algo que a mí me estaba haciendo muy feliz en mi ciudad.
Y, por otro lado, las dinámicas de la televisión, esa inmediatez que tiene es algo con lo que no podría encajar, sería muy torpe, yo no puedo hacer 30 escenas en un día, y tampoco podría obedecer las formas comportamentales en las que se mueve el gremio.
En el caso de Cien Años de Soledad, podría afirmarse que es televisión, pero la forma en que se graba es cinematográfica, es decir, los tiempos, los ensayos, la forma de abordar los personajes y los textos no tienen estas prisas y estos códigos televisivos, son parecidos solo en el hecho de que presentan por una plataforma de streaming. Por lo tanto, estoy feliz, porque estoy haciendo lo que conozco y de la manera como lo aprendí, pero de ahí a que de repente yo me animé ya a hacer un proyecto de televisión, como una telenovela, creo que no, de verdad sería muy torpe, creo que arruinaría el proyecto, me echarían el primer día, matan mi personaje de la noche a la mañana, para quitarse el problema de encima conmigo.
—¿Cómo llegó la oportunidad para interpretar a Úrsula Iguarán en la serie de Cien Años de Soledad?
Las convocatorias empezaron en el 2022 y todos en el medio actoral sabíamos que esa serie iba a ser un gran acontecimiento, yo estaba muy entusiasmada desde que vi el primer video, el teaser creo que se llama, con el que Netflix anunciaba Cien Años de Soledad, donde solo se veía como un cuarto y una máquina de escribir. Yo, que había leído el libro en el bachillerato, sabía lo que implicaba hacer semejante historia, por eso me parecía increíble que se atrevieran a hacerlo a nivel audiovisual.
Luego me llegó un video donde decía que la serie se iba a grabar en Colombia y que estaban buscando actores colombianos, que si uno quería participar en la convocatoria podía mandar un video casero con la audición del personaje. De inmediato pensé en Úrsula Iguarán, porque es el personaje más poderoso de la novela y sería fantástico poder interpretarla, además, que se ajustaba con mi edad. Me emocioné, pero, al mismo tiempo, puse los pies en tierra y pensé en cuántas actrices, con mucha más experiencia, iban a participar, de modo que me concentré más en terminar mi maestría en Atención Integral a la Primera Infancia que estaba estudiando en ese momento, así que dejé como en un segundo plano lo de enviar el video, hasta que se acabó la convocatoria y no alcancé. Me quedé con ese sinsabor de no haberlo enviado, haciéndome reproches, pensé que ya había perdido la oportunidad.
Pero, en noviembre del mismo año, recibo un mensaje de la producción que me invitaba a hacer el casting para el proyecto y fue algo que me pareció increíble, de verdad, pensé que era una broma de un amigo que se llama Néstor, capaz de estas jodas. Así que no contesté. Siguieron insistiendo hasta que me puse a dudar, a lo mejor sí son los de Netflix y sí, eran ellos, me querían hacer pruebas específicamente para el personaje de Úrsula.
El proceso fue largo y difícil, porque fueron tres series de casting con diferentes miembros de la producción, como pasando filtros, que dejaban siempre la sensación de si esa era la definitiva, o si lo habías hecho mejor antes, un ejercicio de mucha paciencia. Pero a principios de 2023 me dijeron que sí había quedado en el proyecto, que iba a ser Úrsula Iguará, en ese momento yo sentí un hueco, como un abismo, aquí en el estómago, creo que fue como un grito para adentro, porque no me salía la voz.
Recuerdo que ese día se me vinieron a la cabeza momentos de mi vida, la niñita viendo el televisor, los talleres infantiles de teatro en el barrio Bonilla Aragón, las clases en Bellas Artes, en el IPC, mi tiempo en Univalle, no sé en qué momento de mi vida yo vine a dar aquí.
Todo fue muy rápido, ellos me había llamado para darme la noticia y creo que estaban reunidas muchas personas, yo casi que no puedo responderles después de eso, no podía hablar de la chilladera. Yo era una muchacha del distrito soñando con hacer teatro y hasta allí llegaban mis aspiraciones, y ahora me parece surreal que haya interpretado a Úrsula Iguarán, esto ya fue demasiado, qué más puedo pedir.
—¿Cómo se preparó para interpretar a un personaje tan simbólico?
Como actriz uno aprende a identificar los personajes con los que tenemos afinidad y yo sentía que admiraba a Úrsula desde que había leído el libro en el bachillerato, recuerdo haber pensado que ella era el ancla de su familia, una mujer capaz de sacarlos adelante en ese pueblo y en momentos muy difíciles, pero nunca imaginé que yo llegaría a interpretarla.
Este personaje exige una alta complejidad creadora para cualquier actor, porque es uno de los personajes más importantes de la literatura latinoamericana y mundial, entonces darle forma, cuerpo y pensamiento ha sido el mayor desafío de mi carrera. Hay mucho de trabajo consciente, de lecturas y relecturas de la obra, para ir descubriendo todas las capas y definir su psicología, pero por otro lado, en la creación del personaje hay otra parte que es muy intuitiva y yo siento que está ligada a las diosidades, que es como yo llamo el lugar donde los actores no llegamos con la razón y acontecen como un milagro.
Después de todo el trabajo de análisis del personaje, leyendo exhaustivamente el de texto y tomando miles de notas, viene la lucha con el imaginario colectivo que tienen los millones y millones de lectores de la obra de García Márquez, ahí es cuando me preocupé un poco. ¿Cómo hago para que la Úrsula que yo estoy imaginando desde esta creación compartida con los directores entre en línea con lo que tienen en su imaginación los lectores? Haciéndome ese tipo de preguntas me empecé a abrumar bastante, porque claro estaba dejando de pensar en el proceso creativo personal para pensar en la visión de otros, y de esa forma el personaje podría desprenderse de mí y eso no era lo que quería, lo que buscaba yo era precisamente darle humanidad al personaje, entonces solté esa responsabilidad que no me pertenecía, y me esforcé por darle a Úrsula la carga de verdad que yo como actriz quiero comunicar.
En ese momento, yo, una mujer de 47 años y sin hijos, pude ver más claro a la Úrsula que estaba buscando y resulta que estaba más cerca de lo que me imaginaba, ella estaba en la historia de mi madre, en de mis abuelas, y mirando más a mi alrededor se volvió un caleidoscopio maravilloso en que vi reflejado a las vecinas de mi barrio, las matronas, todas esas madres y abuelas de mis amigos, dándome cuenta de que este personaje representa a las mujeres de mi país y de Latinoamérica, porque en todas las casas podemos encontrar a una Úrsula Iguarán que fue capaz de sacar adelante a su familia por encima de cualquier adversidad. Cuando entendí eso, supe por dónde debía transitar mi personaje, así fui guiándome por mi intuición y ya la diosidad hizo el resto.