Economía
Así se moverá la discusión para el alza del salario mínimo 2026; trabajadores y analistas dan sus cifras
Este 1 de diciembre arranca la discusión sobre el incremento del salario en la mesa de concertación laboral.
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29 de nov de 2025, 12:25 p. m.
Actualizado el 29 de nov de 2025, 12:25 p. m.
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En los últimos tres años el salario mínimo de los trabajadores en Colombia ha tenido un alza más que significativa. Mientras en el 2023 estaba en $ 1.160.000 (tuvo un aumento de 16%), para el 2025 subió a $ 1.423.500 (con una variación de 9,54 %), sin incluir el auxilio de transporte, es decir que creció en casi $ 270.000 en ese periodo y en casi $ 600.000 en los últimos siete años.
Las cifras de incremento entre el 2023 y la vigencia actual estuvieron por encima del valor de la inflación y de la productividad, indicadores que son la base para la decisión sobre el aumento de la remuneración anual de los trabajadores. Es así como el salario básico en los últimos tres años tuvo un alza real de 9,50 %, teniendo en cuenta la inflación cumplida.
Adicionalmente, un reciente informe del Consejo Privado de Competitividad evidenció que entre 2018 y 2024 la media de ingresos laborales reales de los asalariados en Colombia pasó de $ 1.448.691 a $ 1.630.667, lo que representa una ganancia acumulada de alrededor del 12,6% en términos reales.
“Este aumento refleja tanto la recuperación pospandemia como el impacto de los incrementos reales del salario mínimo durante 2023 y 2024, que reforzaron el poder adquisitivo del empleo formal”, indicó la entidad en su investigación.
El Banco de la República ratificó esta tendencia en un estudio sobre el mercado laboral, encontrando que los ingresos continúan creciendo, tanto en el segmento asalariado como en el no asalariado.
Entre julio de 2024 y 2025 la media del salario mensual de los trabajadores asalariados aumentó en términos reales 7,1%. Por su parte, para los no asalariados sus ingresos mensuales crecieron 12,8 %.
Esta mejoría en los ingresos se ha visto reflejada en el consumo de las familias y, por ende, en la recuperación de la economía. Sin embargo, la decisión de hacer alzas ‘altas’ del sueldo básico sigue generando polémica en el país por dos posibles impactos: el repunte en los precios de la canasta familiar y el aumento de la informalidad por los mayores costos de la contratación.

¿Cuál será el alza del 2026?
El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, publicó esta semana la agenda de la mesa de concertación laboral, pues, pese a las diferencias de posiciones que ya se han expresado frente al alza del salario para 2026, se espera que los empresarios y trabajadores participen de los encuentros (ver recuadro).
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, cree que el aumento del sueldo básico debería estar entre 6 % y 7 %, lo que “sería razonable”. Es decir, entre $85.410 y $ 99.645.
“Este rango tiene en cuenta la inflación esperada para 2025, cercana al 5%, y la ganancia en productividad laboral, que podría ubicarse en el rango del 0 % al 1 %. Si se repiten aumentos por encima del 10 %, como en los años recientes, habría riesgos importantes de mantener la inflación alta por más tiempo. Un ajuste excesivo incrementa los costos laborales, encarece los servicios y puede llevar a un traslado de esos costos a los precios, especialmente en sectores intensivos en mano de obra”, resaltó el analista.
Por su parte, Percy Oyola, presidente de la Confederación General de Trabajadores, CGT, resaltó que, contrario a los que han dicho muchos centros de pensamiento, el empleo no se ha afectado por el alza que ha tenido el salario en los últimos tres años.
“Lo que nos demuestran hoy las cifras es una tasa de desempleo que ha descendido, lo que evidencia es que ese análisis no es tan real, de que a mayor incremento salarial se genera más desempleo y también se ha visto un control sobre la inflación”, indicó.
Agregó que “la economía se ha dinamizado bastante, lo que incluye el incremento del consumo de los hogares. El comercio está mejor e incluso el sector financiero ha tenido utilidades muy importantes”.
Por tal razón, la apuesta de los trabajadores es que el alza para el 2026 sea de dos dígitos y esté por encima del 10 %.
Para el 2025 el incremento, sin subsidio de transporte, fue de 9,54 % y de 12% en el año 2024.

Los pros y contras
Jaime Edison Rojas, líder del Centro de Investigación del Politécnico Grancolombiano, comentó que el incremento real del salario mínimo tiene efectos inmediatos en la capacidad adquisitiva de los hogares, especialmente entre quienes dependen directamente de este ingreso.
“Los trabajadores que devenguen el salario mínimo serían los primeros en sentir un alivio financiero, al igual que las personas con ingresos indexados a dicho valor, como ocurre con una parte importante de los pensionados. Para los hogares con menor capacidad de consumo, el aumento podría significar un mayor margen para cubrir necesidades básicas y enfrentar el incremento del costo de vida”, explicó.
El profesor Juan Diego Lobo coincidió en que el principal beneficio de que el salario crezca por encima de la inflación es la mejora en la capacidad de poder adquisitivo de los trabajadores en la economía colombiana.
Pero esta misma decisión podría tener un efecto no tan bueno para la economía nacional. “Nos encontramos que esto representa un alza de los costos laborales para los empresarios. En la medida en que aumentan los salarios, por encima de lo que productivamente logran hacer los trabajadores, eso se transforma en un costo mucho más pesado para las organizaciones”, explicó.
Según los economistas, esto trae dos consecuencias: un aumento de la informalidad, por los altos costos laborales, y el incremento de los precios de los bienes y servicios de la canasta familiar.
“Lo cual nos lleva al escenario al que viene apelando el Banco de la República. La Junta está preocupada precisamente porque la inflación no solo rompió la tendencia del descenso, sino que además volvió a crecer. Y con un aumento del salario mínimo por encima de la productividad laboral y, además, desbordando la inflación, puede perfectamente implicar más inflación para 2026, reduciendo eventualmente el poder de compra de los trabajadores colombianos”, sostuvo Lobo.
Las proyecciones del Banco de Occidente indican que la inflación del 2025 terminará por encima del 5 % y en 4,5 % para el 2026. Es decir, aún estaría lejos de la meta del Banco de la República del 3 %.
“Esperamos una caída de los precios, pero no en la primera parte del año 2026, porque justamente el incremento de salario mínimo y su proceso de indexación con algunos bienes y servicios generará algo de presión inflacionaria en la primera parte del año”, se señaló.
Otro punto de debate alrededor del alza del salario mínimo es que no contribuye a reducir la informalidad, ya que los altos costos laborales hacen que muchos prefieran contrataciones poco formales.
El profesor Jaime Rojas reiteró que los costos de contratación más elevados afectan más a las micro y pequeñas empresas, lo que podría llevarlas a evitar formalizar a sus empleados o “peor aún, a contratar más trabajadores informales para mantener su estructura de costos. Esto podría profundizar la desigualdad laboral entre quienes ya están en la formalidad y quienes no, y aumentar los niveles de precariedad para los informales”.
Sin embargo, en el último año las cifras de informalidad en el país no han variado de manera significativa. Al cierre del trimestre que terminó en septiembre de 2025, la tasa en Colombia era de 55 %, es decir que ese porcentaje de los trabajadores estaba en la informalidad, cifra muy similar a la que se representó en igual periodo del 2024. En Cali, incluso, la tasa ha bajado hasta el 45,3 %.

Otro riesgo
Para José Ignacio López, presidente de Anif, la discusión sobre el aumento del salario mínimo debe considerar no solo el objetivo de proteger el poder adquisitivo de los trabajadores, sino también tener en cuenta las presiones que enfrenta la economía colombiana.
“La estrechez fiscal actual limita la capacidad del Gobierno para absorber incrementos significativos en el gasto público, en un contexto en el que las metas de la regla fiscal exigen prudencia y sostenibilidad en las cuentas del Estado. Un ajuste del salario mínimo que exceda los fundamentos de inflación y productividad podría generar presiones adicionales sobre el déficit, comprometer la estabilidad macroeconómica y frenar la creación de empleo formal”, explicó.
Esto se daría porque cada incremento del salario mínimo implica un aumento automático en las obligaciones del Estado con los pensionados de este régimen, que ya suman casi dos millones de personas.
Según Anif, por cada punto porcentual adicional en el aumento real del salario, el gasto en pensiones del régimen de prima media se incrementa en cerca de $240.000 millones.
“Por ejemplo, con una inflación proyectada de 5,34 % y un crecimiento de la productividad laboral de 2,2 %, el aumento del salario sería equivalente a 7,54%, lo que implicaría un sobrecosto fiscal cercano a $ 500.000 millones, solo en el régimen de prima media. Pero si sube 10 %, el impacto fiscal ascendería a $ 1,12 billones”, explicó la entidad.

Comunicadora Social de la Universidad del Valle con más de 30 años de experiencia en prensa, en especial en periodismo económico aplicado en varios medios de comunicación nacional.
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