Colombia

Los soldados que cambiaron las armas para hacer música por Colombia: la historia de la orquesta Son del Trébol

Fundada en 1985 en la Tercera Brigada, fue la primera agrupación del Ejército colombiano. Hoy sigue cumpliendo su misión: transformar el sonido de la guerra en melodías de esperanza.

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La orquesta Son del Trébol se ha convertido en una puerta para jóvenes músicos que sueñan con vivir la experiencia de servir a su país desde el arte. Muchos ingresaron como soldados al servicio militar y encontraron en la agrupación una oportunidad para continuar su  carrera profesional.
La orquesta Son del Trébol se ha convertido en una puerta para jóvenes músicos que sueñan con vivir la experiencia de servir a su país desde el arte. Muchos ingresaron como soldados al servicio militar y encontraron en la agrupación una oportunidad para continuar su carrera profesional. | Foto: Foto Raúl Palacios - El País

19 de oct de 2025, 08:16 p. m.

Actualizado el 20 de oct de 2025, 09:50 p. m.

Mientras sus compañeros de la orquesta de la Tercera Brigada del Ejército, Son del Trébol, ensayan –cantan Cali Ají, “Si por la quinta vas pasando”– el soldado profesional Miguel Ángel Velasco Caicedo, uno de los más nuevos de la agrupación, dice que su sueño es dedicarse a la música para, ojalá, no volver a empuñar un arma sino, más bien, un micrófono.

Cuando se es soldado se siente el conflicto armado. En el Ejército empecé en Palmira y de allí me enviaron para Timba y Buenos Aires, Cauca, un área pesada. He andado por todo el departamento y estuve en El Plateado. Ser soldado allí es muy duro. Hay que tener paciencia y valor. Por ejemplo, uno está acampando, haciendo la comida, y llegan comunidades instigadas por grupos armados ilegales y toca botar la comida y salir corriendo, porque a veces quieren retener a la tropa o quitarle el armamento. En momentos así, tan fuertes, cuando todo pasaba y había la oportunidad, yo cantaba. De esta manera distraía a mis compañeros antes de volver al área. Por eso los comandantes me dieron la oportunidad de ser parte de la orquesta.

Miguel nació en El Bordo, Cauca, hace 30 años. En su juventud fue minero de oro, pero el oficio se tornó peligroso debido al control de los grupos armados y decidió no exponer más su pellejo. Sin nada qué hacer, aburrido, pensó en probar suerte en el Ejército. Prestó el servicio militar y le gustó tanto, que ya completa doce años en la Fuerza Pública.

El soldado John Henry Bonilla es uno de los cantantes de Son del Trébol, y uno de los integrantes más antiguos de la agrupación.
El soldado John Henry Bonilla es uno de los cantantes de Son del Trébol, y uno de los integrantes más antiguos de la agrupación. | Foto: Suministrada por prensa del Ejército

Hasta el momento Dios me ha protegido de todo peligro, de pisar una mina –dice enfundado en su uniforme militar.

En la orquesta, pese a que en los primeros conciertos era tímido (el miedo escénico puede dominar incluso a los guerreros) sus compañeros lo llaman “el arma secreta”. Miguel canta al inicio de las presentaciones si el público parece muy frío, distante, porque, cuando interpreta ‘No es mi problema’, esa canción pegajosa de ‘El combo de mulaló’, no hay quien se quede en su asiento. O la canta al final, para que el concierto termine con el ánimo arriba.

Si a usted no le gusta bailar, si a usted no le gusta gozar, no es mi problema, es su problema.

La orquesta es una herramienta estratégica de la Acción Integral para prevenir el reclutamiento de niños y fortalecer la confianza institucional frente a la comunidad.
La orquesta es una herramienta estratégica de la Acción Integral para prevenir el reclutamiento de niños y fortalecer la confianza institucional frente a la comunidad. | Foto: Raúl Palacios - El País

En la guerra la música desempeña un papel que va más allá del entretenimiento. Mientras se toman un descanso de su ensayo, los soldados de Son del Trébol conversan sobre ello. Como lo decía Miguel, cuando la moral de la tropa cae, la música protege la salud mental. Permite resistir, mantener la cordura.

John Henry Bonilla Navarro, vocalista y uno de los más experimentados, tras seis años en la orquesta, sí que sabe de ello.

Hace 18 años empezó su carrera militar. Patrulló en San Vicente del Caguán, en el Meta y en Guaviare. Conoció el miedo y la soledad. Pero un día, al ver su trato cálido hacia la gente, le ofrecieron pasar a la Compañía de Acción Integral, encargada de acercar la tropa a las comunidades. Allí se volvió “payaso, mimo, pintacaritas, animador”. En otras palabras, se encargaba de todo lo posible para generar sonrisas.

La orquesta Son del Trébol, del Ejército Nacional, ha participado en eventos de alto nivel, como la Feria de Cali y su icónico Salsódromo, así como la Semana de la Biodiversidad.
La orquesta Son del Trébol, del Ejército Nacional, ha participado en eventos de alto nivel, como la Feria de Cali y su icónico Salsódromo, así como la Semana de la Biodiversidad. | Foto: Suministrada prensa Ejército

Bonilla asegura que la música tiende puentes y derriba barreras de miedo. Un soldado que toca una trompeta cambia la percepción del uniforme.

Recuerdo anécdotas con comunidades indígenas, que no son muy afectos a la tropa, pero que, cuando nos ven cantando y sin ningún arma encima se acercan de otra manera, como si nos dieran el visto bueno.

En el alojamiento de la Tercera Brigada donde ensayan no se ven armas. Junto a los instrumentos, lo que hay son máquinas de coser. Cuando se les rompe el uniforme, ellos mismos lo remiendan. El soldado Jonathan Imbachi, director musical de la orquesta, lo explica así:

Aquí el arma es la música.

La orquesta Son del Trébol se ha convertido en una puerta para jóvenes músicos que sueñan con vivir la experiencia de servir a su país desde el arte. Muchos ingresaron como soldados al servicio militar y encontraron en la agrupación una oportunidad para continuar su  carrera profesional.
La orquesta Son del Trébol se ha convertido en una puerta para jóvenes músicos que sueñan con vivir la experiencia de servir a su país desde el arte. Muchos ingresaron como soldados al servicio militar y encontraron en la agrupación una oportunidad para continuar su carrera profesional. | Foto: Foto Raúl Palacios - El País

Jonathan creció en Siloé, Comuna 20 de Cali. A los 8 años fue bailarín; luego quiso ser futbolista. Hasta que su abuela lo llevó a una iglesia cristiana y él no dejaba de mirar la batería.

Me quedé ahí, atraído. Desde entonces no he dejado la música.

Su hermano, también militar, lo llevó tanto al Ejército como a la orquesta. Imbachi completa catorce años en Son del Trébol, siete dirigiendo la agrupación.

La orquesta es mi estilo de vida. Me preocupo por ella no solo musicalmente, también personalmente. Somos como una familia: uno pelea, discute, pero al rato ya no pasó nada. Somos soldados diferenciales, porque sabemos usar un instrumento, no solo un arma. Los otros soldados nos miran con admiración –cuenta.

David Castaño Ospina, guitarrista y sonidista de Son del Trébol.
David Castaño Ospina, guitarrista y sonidista de Son del Trébol. | Foto: Suministrado por prensa Ejército

Esta fue la primera orquesta del Ejército a nivel nacional. La historia dice que todo fue idea de un suboficial de Candelaria que tenía unos bongos y una guitarra y encontró soldados con talento. Era 1985. Al grupo lo llamaron Son del Trébol porque el trébol es el símbolo de la Tercera Brigada.

El objetivo desde entonces es enorme: recorrer los barrios vulnerables de las ciudades, los corregimientos más alejados del país, para llevar un mensaje de paz y reconciliación; mostrarles a los jóvenes que el Ejército no son solo armas, sino que se puede desarrollar una carrera artística, lejos de la violencia.

Por la orquesta pasaron nombres que luego fueron llamados íconos de la salsa. Álvaro del Castillo, por ejemplo, que más tarde integraría el Grupo Niche.

En Son del Trébol comenzó mi carrera. Cuando salíamos a tocar a otros batallones, tenía un problema: me emborrachaba. Por eso iba directo al calabozo. Pero fue una etapa muy bonita; me ayudó a formarme para llegar a Niche –cuenta al teléfono.

Orquesta Son del Trebol.
Orquesta Son del Trebol. | Foto: Suministrada por prensa Ejército

También estuvieron Carlos Guerrero, Julio Cortés -expianista de Jairo Varela— y Julio Nava.

Durante cuatro décadas, entonces, la agrupación ha hecho parte de la banda sonora del Valle, Cauca y Nariño. Se presentan en la Feria de Cali y en grandes eventos como la Semana de la Biodiversidad, y han acompañado a artistas como Roberto Lugo, Papo Sánchez, Luisito Carrión, Javier Vásquez y Willy García. Son crossover y en los conciertos les piden los temas más famosos, aunque hay canciones compuestas por los soldados que merecen ser escuchadas.

Uno de los compositores es David Castaño Ospina, guitarrista y sonidista. Nacido en Manizales, su carrera musical empezó a los 5 años, cantando en el colegio. Pero aquel sueño de ser músico debió abandonarlo pronto: fue papá muy joven, por lo que necesitó trabajar. Como su familia es de militares, decidió ingresar al Ejército y ya completa seis años. Su padre fue sargento viceprimero. David dice que murió por “los gajes del oficio”: un combate.

Él, por su parte, llegó a la orquesta después de que perdiera capacidad auditiva y fuera herido en un enfrentamiento en el Cauca.

Son del Trébol pertenece al Batallón de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo N.°3, uno de los cuatro batallones que dirige la Brigada de Apoyo de Acción Integral, con  mando en Cali.
Son del Trébol pertenece al Batallón de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo N.°3, uno de los cuatro batallones que dirige la Brigada de Apoyo de Acción Integral, con mando en Cali. | Foto: Foto Raúl Palacios - El País

Sucedió en 2014. En las horas de la madrugada llegaron miembros del conflicto armado e hicieron lo que se llama un avasallamiento: nos tomaron por diferentes flancos. Lanzaron granadas de mano. Ese día perdí dos compañeros. Aún tengo esquirlas en las piernas.

Después de recuperarse, comenzó a cantar en las iglesias de la Tercera División, hasta que le dieron la oportunidad de formar parte de Son del Trébol, donde llegan soldados con talentos diferenciales para la música, que, en el caso de la guerra que se libra en Colombia, también funciona como memoria, el diario sonoro del conflicto.

Las canciones que componen los soldados preservan historias que no llegaron a los periódicos como, justamente, los compañeros caídos.

Las canciones que componen los soldados preservan historias que no llegaron a los periódicos como, justamente, los compañeros caídos.
Las canciones que componen los soldados preservan historias que no llegaron a los periódicos como, justamente, los compañeros caídos. | Foto: Suministrada por prensa Ejército

Por WhatsApp, el sargento Piña me comparte una de las letras inéditas de Son del Trébol. Habla de las infancias que se pierden por culpa de la guerra.

La selva espesa bajo el cielo oscuro, los niños manchaban su inocencia rota; las Farc los llamaba con promesas de gloria, pero solo encontraron dolor y desdicha; los niños de la guerra víctimas sin voz; sus risas apagadas, sus sueños destrozados, cargando fusiles marchaban al abismo; la niñez perdida en un conflicto cruel.

Ahora, cuando Son del Trébol retoma su ensayo, me llega un pensamiento que parece la reflexión de un ingenuo o, tal vez, la de un optimista que sueña con utopías: ¿podrá ser Colombia un país donde las guerras sean de orquestas y no de ejércitos? ¿Puede la música reconciliar un país fracturado?

Por lo pronto, cada concierto de Son del Trébol es, de alguna forma, un ensayo de paz.

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