Opinión
Opinión: ¿Orgullo de qué?
Un tema que sigue complejo.
Por: Demetrio Arabia / Columnista de El País
Existe una homofobia internalizada, y el temor a ser rechazado y discriminado hace que los homosexuales opten por callar y ocultar su preferencia. En nuestro país no solo existe un alto porcentaje homofóbico, sino que nuestra educación sigue siendo un tabú social que conlleva a rechazo, discriminación, abusos y burlas permanentes.
Es un tema tan complejo, de doble vía, que hasta la iglesia, tan erguida a veces, se atortola mirándolos como pecadores, pero a sus “pecadores” los traslada de parroquia. Y, es que, en honor a la verdad, la homofobia no la generan los homosexuales sino quienes nos referimos a ellos. Hace 45 años se despenalizó la homosexualidad en Colombia -era un delito- y desde ese tiempo no hemos dejado de juzgarlos, arrinconarlos y repudiarlos.
Constantemente les hemos negado sus derechos y libertades, y hasta hoy, en voz baja, nos referimos a ellos con desprecio: “Es más macho un timbre”, “que reguero de pinzas”, “que lástima, esa persona tan encantadora es un desperdicio”, “es un hombre brillante, pero tiene su pendejadita”.
Que sigan intentando entender la homofobia a través de la psicología, la cultura y la religión, y que sigan orientando a las familias conservadoras y tradicionales para aceptar homosexuales en sus familias, resulta razonable.
Respeto las diferencias, respeto las minorías, pero no soy capaz de digerir la palabra ORGULLO entre quienes se sienten “diversos” porque no solo me parece una expresión provocadora, sino que suele conllevar sentimientos de superioridad. Que alguien se sienta orgulloso de ser reconocido mundialmente por sus ejecutorias, vaya venga. Que alguien se sienta orgulloso por sus logros científicos en bien de la humanidad, vaya y venga. Que alguien sienta el orgullo de ser considerado el mejor del mundo en su especialidad, vaya y venga. Que alguien saque pecho por haber dedicado su vida sirviendo a los demás, vaya y venga. Pero que alguien se sienta orgulloso por ser diferente, me parece inflado y teatral.
Considero que los excesos de protagonismo durante las fiestas del “orgullo” dividieron opiniones. para algunos fueron más exhibiciones pasionales, y para otros, desbordaron el límite de la decencia y la tolerancia, dejando entrever un revanchismo camuflado en reivindicación. Dice el refrán: “Al país que fueres, haz lo que vieres”, y es ahí donde debemos preguntarnos si son ellos los que regresan, o nosotros los que estamos saliendo. A ver… quien dice múúú.
Al oído del ICBF: ¿Creen ustedes que un niño de la calle corre más riesgos viviendo en un hogar de homosexuales o lesbianas, que en medio de malandros y viciosos?
Del filósofo de Rozo:
Ojo con esas mujeres que les encanta “pedalear” nuestras mentiras, cuando ya saben toda la verdad.