Cali

El baile, una estrategia para prevenir la violencia

Las herramientas artísticas se han convertido en un método para resguardar a los jóvenes residentes en sectores vulnerables de Cali.

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Joaquín Andrés Díaz Valencia es bailarín de folclore hace más de cinco años en la Compañía Artística Danzar en Cali. Durante este tiempo, ha logrado cumplir su sueño de conocer países de Europea, mientras reconoce el riesgo al que estuvo expuesto de niño.
Joaquín Andrés Díaz Valencia es bailarín de folclore hace más de cinco años en la Compañía Artística Danzar en Cali. Durante este tiempo, ha logrado cumplir su sueño de conocer países de Europea, mientras reconoce el riesgo al que estuvo expuesto de niño. | Foto: Cortesía de Joaquín Andrés Díaz.

31 de ago de 2025, 02:59 p. m.

Actualizado el 31 de ago de 2025, 02:59 p. m.

Se dice que Cali es la ‘Sucursal de la Salsa’, pero, más allá de ese título, el baile es una herramienta de transformación que fortalece el tejido social en la ciudad y le brinda un futuro diferente a los jóvenes de sectores que han sido golpeados por la violencia.

Este es el caso de Joaquín Andrés Díaz Valencia, un bailarín de 20 años que creció en La Ciudadela del Río 2, un barrio ubicado en la Comuna 21, en el oriente de la capital del Valle.

“Mi infancia y mi juventud en el barrio en el que vivo fueron un poco complicadas, porque es una zona en la que es común la venta de estupefacientes y en la que los niños y los jóvenes suelen ser usados como vendedores de eso, ya que, por ser infantes, se vuelven un poco ‘invisibles’ para las autoridades”, cuenta.

Y también menciona que en ocasiones, cuando iba camino al colegio, le ofrecieron ‘trabajo’.

“En esa época, que alguien te dijera: vas a ganar diez mil pesos era mucho dinero, sabiendo que lo que daban para el descanso eran mil o dos mil pesos”, dice.

Pese a las tentaciones de su entorno, Joaquín no se dejó cautivar, pues pensaba que, si lo hacía, abría la posibilidad de que le gustara y eso sería un callejón sin salida para su vida.

Cuando fue creciendo, el panorama se tornó un poco gris, ya que no solo lidiaba con la venta de estupefacientes, sino también con el consumo.

“Vi como muchos de mis compañeros del colegio y del sector consumían drogas. Yo vivo al frente de un parque y, muchas veces, el olor a marihuana o las personas consumiendo al frente de uno se vuelven una distracción. Muchas veces las personas ven que uno no está en ese mundo y tratan de halarlo, le dicen; ‘vení, probá e intenta a ver si te gusta’”, sigue narrando Joaquín.

Y asegura que su niñez estuvo muy marcada por esas etapas que lo hacían librar una batalla interna para mantenerse firme.

“Las personas me ofrecían diferentes tipos de sustancias e incluso me invitaron a ‘guirear’, que es, coloquialmente, la manera de darse cuchillo con los chicos de otros barrios”, añade.

Precisamente, en situaciones como esas, el arte juega un papel indiscutible en la vida de los jóvenes, porque les permite despejarse de la realidad, fortalecer habilidades y expresarse libremente.

La danza y la salsa no solo transforman el cuerpo a través de movimientos, sino que también cambian la manera de pensar, mientras van sembrando valores como la disciplina, el compromiso y la perseverancia, aseguran los expertos.

Desde los 6 años, Joaquín Andrés Díaz Valencia es bailarín de salsa.
Desde los 6 años, Joaquín Andrés Díaz Valencia es bailarín de salsa. | Foto: Cortesía de Joaquín Díaz / El País

En ese sentido, las compañías y academias de baile tienen un rol fundamental en la vida de los artistas, pues, en medio de tanto caos, se convierten en un refugio, en un lugar seguro.

“Desde muy niño, tipo 6 o 7 años, empecé a bailar salsa. El primer encuentro que tuve con la danza fue con mi mamá, porque fue la primera persona que vi bailando; me gustó y pensé que lo quería hacer. Tiempo después entré a una academia de salsa, y el día que llegué fue muy chistoso, porque me pusieron a practicar los pasos básicos con los principiantes y los hice todos. Tanto así, que ese mismo día me subieron de categoría para bailar con los grandes y desde ahí dije: esto es lo mío”, vuelve a comentar Joaquín.

A partir de ese momento, se dedicó a bailar salsa y folclore. Eligió una vida entre lentejuelas, pañuelos, zapatos de charol y sombreros, que no solo le da la posibilidad de expresarse, sino de sembrar un futuro diferente.

Gracias a esto, Joaquín ha recorrido gran parte de Colombia y ha realizado giras a Europa.

Actualmente es bailarín de folclor en la Compañía Artística Danzar y de salsa en Pioneros del Ritmo Colombia.

Sumado a eso, se encuentra cursando sexto semestre de Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Buenaventura Cali.

La primera vez que bailé me sentí libre, me sentí que era yo. Sentí que podría liberarme por medio de otras herramientas diferentes a las que usaban mis compañeros, que eran las drogas. Ahí entendí que existían otras maneras para entender que la vida no estaba solamente en ese aspecto que mi entorno me mostraba. Por fuera de él habían muchas cosas que podía hacer para sentirme feliz y pleno”, expresa al definir el sentimiento que le produce bailar.

Por su parte, Holbein Giraldo Paredes, sociólogo y docente de las universidades del Valle y Libre, explica que la salsa se ha convertido en un elemento de identidad en la ciudad, sobre todo por la forma en la que el caleño baila.

“Desde inicios de los dos mil, surgieron en la ciudad centenares de escuelas de salsa que se han convertido en un espacio de reconstrucción del tejido social, alejando a los jóvenes de la violencia y las drogas, y ofreciéndoles la oportunidad de construir un proyecto de vida como bailarín profesional”, dice.

Motor de transformación

Yamilet Lozano, directora ejecutiva de la Corporación Baíyalo, cree en el arte y la cultura como herramientas de transformación social en comunidades vulnerables de Cali. Su objetivo es fortalecer el tejido social, prevenir la violencia y ofrecer oportunidades desde la formación artística a niños, niñas, jóvenes y adultos en sectores con altos desafíos sociales, como Llano Verde y la comuna 17.

“Yo trabajo en un parqueadero de Llano Verde con niños y jóvenes. He tenido víctimas mortales por enfrentamiento entre pandillas, y conozco cómo es la violencia, por eso, mi trabajo no solamente es desde mi corporación, con mi equipo de trabajo empoderamos a otras organizaciones que como yo hacen un trabajo poderoso”, dijo.

Asimismo, Lozano explicó que para ella son fundamentales dos cosas, la prevención y el legado generacional para que los jóvenes empiecen a ver el arte no solamente como un espacio de expresión, sino para que entiendan que el arte también se estudia, se piensa, se reflexiona.

La Corporación Baíyalo también desarrolla obras interdisciplinarias que combinan danza urbana, danza contemporánea, rap y música en vivo, abordando problemáticas sociales como depresión, ansiedad y violencia.
La Corporación Baíyalo también desarrolla obras interdisciplinarias que combinan danza urbana, danza contemporánea, rap y música en vivo, abordando problemáticas sociales como depresión, ansiedad y violencia. | Foto: Cortesía de la Corporación Baíyalo / El País

Entre las iniciativas más destacas de la Corporación se encuentra el proyecto Coculte, Comunidad, Cultura y Territorio, que capacita a 21 organizaciones culturales de base en habilidades empresariales, gestión de proyectos, pedagogía y metodologías de enseñanza, bienestar psicosocial, marketing digital y conexiones de valor con el sector empresarial. A través de estas acciones, Baíyalo busca garantizar la sostenibilidad de los semilleros artísticos locales y ofrecer un legado generacional.

“El arte se convierte en una herramienta poderosa para transformar las dinámicas de violencia en territorios un poco más amables, donde los niños, jóvenes y adultos puedan encontrar espacios de contención y desarrollo humano”, aseguró Lozano.

La corporación también desarrolla obras interdisciplinarias que combinan danza urbana, danza contemporánea, rap y música en vivo, abordando problemáticas sociales en relación con la salud mental y temas importantes como la depresión, ansiedad y violencia. “No somos solo entretenimiento, somos espacios para la resignación del ser”, afirma.

Actualmente, Baíyalo tiene 60 bailarines en procesos de proyección e impacta de manera directa a unos 150 niños, jóvenes y adultos. Gracias a alianzas con entidades como Compromiso Valle y la UTS Semillas de Paz, las organizaciones participantes reciben formación que les permite profesionalizarse y circular sus talentos artísticos a nivel local e internacional.

Así, Baíyalo se reafirma como un referente del arte en Cali, donde la cultura se convierte en una herramienta capaz de transformar realidades complejas y abrir senderos de esperanza en los barrios más desafiantes.

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