Cali
Desempleo en Cali: desesperadas historias de jóvenes caleños que no consiguen trabajo
Los ‘Ninis’, así se les conoce a los jóvenes que no se encuentran ni trabajando ni estudiando. Dramáticos testimonios en la capital del Valle.

15 de jul de 2025, 02:48 p. m.
Actualizado el 15 de jul de 2025, 02:51 p. m.
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Ingresar al mercado laboral trae consigo múltiples desafíos para la población del país, especialmente para aquellos jóvenes que salen del colegio y/o universidades en busca de un empleo formal.
Con frecuencia, dichos aspirantes se encuentran con altas exigencias en los procesos de contratación (salarios que, en muchas ocasiones, están por debajo de las expectativas), lo que convierte la búsqueda de trabajo en un proceso desgastante física y mentalmente, y que no siempre redunda en la obtención de una plaza.
María Antonia Carvajal, de 25 años, pasó a engrosar las filas del desempleo luego de estar cerca de dos años en la empresa a la que había llegado a hacer sus prácticas profesionales.

Graduada de Comunicación Social y Periodismo, Carvajal se ha visto obligada desde ese momento a desempeñar trabajos como ‘freelance’, a la vez que se dedica a buscar algo estable, para lo cual no ha escatimado en los medios: “Yo estoy inscrita en absolutamente todas las plataformas que te puedas imaginar. Magneto, LinkedIn, boletines, grupos de Facebook”, cuenta.
Sin embargo, la cantidad de canales informativos no se ve reflejado en el número de respuestas que ha recibido: “El porcentaje es absolutamente ridículo: si mando 100 solicitudes, me responderán de cuatro o cinco”, dice.
Y para aquellos pocos casos, su suerte no es alentadora. Es usual, para ella, encontrarse con que, después de agendar una cita para entrevistarla, le avisan de que ya no será necesario (lo que termina el proceso) o, en la mayoría de los casos, la falta de respuesta extiende el proceso durante meses, sin que haya algún tipo de respuesta.
María Antonia hace parte del 15,7% de la población joven (desde los 15 hasta los 28 años) que, según el Dane, se encuentran desocupados en el 2025. Lo que muchos han dado en llamar ‘Ninis’, pues no dedican su tiempo ni a un trabajo ni a un estudio, y que este año tuvo una disminución del 2,2% con respecto del mismo periodo del año pasado.
Otro caso es el de Santiago Sandoval, técnico en administración de empresas y fotógrafo, quien también tuvo problemas para ubicarse en el mercado laboral luego de su primera experiencia.
Aprovechando que el colegio le daba la posibilidad de obtener un grado adicional al de bachiller, en alianza con el Sena, Sandoval optó por un área que, creyó, ofrecía mayores alternativas: asistencia administrativa.
Con estos estudios entró a trabajar a una papelería, pero pronto decidió estudiar otra carrera: fotografía.

Desde entonces su vida laboral ha estado caracterizada por largos periodos de inactividad. Según cuenta, los contratos que ha firmado han sido por periodos cortos, tras los cuales ha habido lapsos considerables en los que se ha quedado desempleado. De entre los que ha tenido, Santiago recuerda uno que tuvo en Telepacífico, en el que se desempeñó como auxiliar de producción y cámara.
“A veces me llamaban por tres o cuatro meses, o a veces ni me llamaban. Siento que al estar contratado por prestación de servicios, que es lo que acostumbran allá, uno no puede expandir la hoja de vida”, cuenta.
Desde esta experiencia hace más de seis meses, en los que Sandoval ha pasado por la misma dinámica que María Antonia Carvajal: registros en plataformas de empleo, solicitudes, promesas de llamadas y el inevitable (cuando ocurre) rechazo por parte de las empresas.
“Paso los filtros, pero muchas veces me llaman y me dicen que mi hoja de vida no se adapta al trabajo de ellos”, añade Santiago.
La experiencia de Andrea Ñústes Roa también se dio a través de un contrato como contratista, tras lo cual pasó a padecer el angustioso camino hacia un nuevo empleo, una actividad a la que le dedica gran parte del día desde noviembre del año pasado.
Comunicadora Social al igual que María Antonia, Andrea ya se había enfrentado al desempleo, luego de que culminara el contrato de sus prácticas.
Pero ese periodo no fue tan largo como lo ha sido este.
A lo largo de este año, tratando de mantener ciertas entradas económicas, Andrea Ñústes se ha dedicado a pequeños proyectos, trabajos eventuales, en los que se ha desempeñado como community manager, creadora y editora de contenido para redes sociales.
Mientras tanto, ha estado pendiente de las plataformas de trabajo, que revisa diario. El panorama, no obstante, es deprimente: “He enviado de seis a 10 hojas de vida por mes, pero son muy pocas las veces que me llaman. De las veces que he aplicado, he recibido dos o tres llamadas”. Según su experiencia, la falta de educación complementaria ha sido una de las causales para que no la hayan escogido en algunos casos.
Dentro de los múltiples factores que contribuyen a que, en la actualidad, sea más difícil obtener empleo, está el bajo nivel de formación, una característica que afecta especialmente a las clases socioeconómicas con menos ingresos con los cuales pagar una carrera universitaria.
Faber Palacios es un ejemplo. Habitante del barrio Terrón Colorado, en la Comuna 1 de Cali, no tuvo la oportunidad de continuar con su formación educativa al acabar el colegio.
Ahora, a once años de su grado como bachiller, reconoce que el camino hacia la obtención de un empleo formal y estable ha sido bastante difícil. “Se dificulta porque se tiene que haber estudiado o contar con experiencia en algo”, dice, y aclara que él intentó estudiar una carrera relacionada con la educación física en la Escuela Nacional del Deporte, pero sus resultados en el Icfes no fueron suficientes para este propósito.
Sin una base educativa sólida, Palacios se ha abierto a cualquier trabajo que le ofrezcan, lo que lo ha llevado por temporadas a trabajar como agente de servicio al cliente en ferias del libro de la ciudad, integrante de un local de comidas rápidas cerca de su casa y aquello de lo que dependen sus esporádicas entradas actualmente: la venta de calzado y ropa por medio de redes sociales.

Alternativas al futuro
Mientras llega la oportunidad ansiada, María Antonia se encuentra haciendo un voluntariado con un aspirante político de la región, producto de lo cual recibe esporádicamente entradas económicas que le ayudan a solventar sus responsabilidades.
Su situación es menos apremiante, debido a que vive actualmente con sus padres, pero pensar a futuro no deja de producirle angustia: “Me afecta el hecho de no ser capaz de valerme por mí misma, de que si alguien en mi familia se enferma no podré ayudar porque no tengo con qué”, confiesa.
Por su parte, Andrea Ñústes se esfuerza para que, con los pequeños trabajos que le resultan, pueda llegar a fin de mes, pese a que también vive con su familia: “Diría que tengo como un mínimo de gastos básicos de alrededor de $800.000. Siempre me toca buscar la manera de solventar en el mes”.
A medida que el tiempo pasa, se acaba la paciencia. Este parece ser el caso de Santiago Sandoval y Faber Palacios, quienes debido al panorama laboral en Colombia empiezan a considerar con seriedad la idea de migrar a otros países, motivados por el creciente número de nacionales que han dejado el país en los últimos meses en busca de nuevas oportunidades.
No son pocos. Según cifras de la Cancillería, con corte al 15 de mayo de 2025 se habían ido del país cerca de 145.000 personas, mientras que en el 2024 la cifra total fue de 314.000.
Pese a que, en años anteriores, el destino preferido era Estados Unidos, ahora el país de preferencia resulta ser España, al que fueron 107.000 personas el año pasado.
Justamente este es el país que tienen en mente Sandoval y Palacios. “Yo creo que haré lo que todos están haciendo, irme allá a buscar una mejor experiencia laboral. En España tengo familia. Es un futuro cercano; de hecho, estoy ahorrando para ello”, explica Faber.
A Santiago también le suena la idea, especialmente porque su mejor amiga vive en el país europeo y le ha ofrecido su ayuda, en caso de ser necesario: “Acá en Colombia, y en especial en Cali, las puertas están muy cerradas (...) España es, hoy en día, la tierra de las oportunidades. Obviamente, uno va a guerrearla, porque las cosas no van a ser todas color de rosa al uno al irse a un país ajeno. Pero, por los comentarios de personas que conozco, son más las probabilidades de encontrar una vida estable están allá”.
Comunicador Social y Periodista con sensibilidad por las artes, las humanidades y la cultura. Con larga experiencia en la cobertura de la realidad social, tanto regional como nacional. Interesado en cubrir fenómenos de medioambiente, posconflicto y DD.HH.