Cali
Conozca la ‘Trepatona’, un ascenso a la historia y la cultura de Siloé
El encuentro, organizado por colectivos de jóvenes, permite apreciar las dinámicas que se viven en la Comuna 20.
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16 de ago de 2025, 12:09 p. m.
Actualizado el 16 de ago de 2025, 08:04 p. m.
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Siloé, el nombre bajo el cual se conoce la Comuna 20, ha luchado por acabar con el estigma de violencia que arrastra, debido a hechos vinculados con bandas delictivas que en el pasado se hicieron presentes en su territorio.
En los últimos años, colectivos de jóvenes artistas se han tomado las calles de ese tradicional barrio de la capital vallecaucana para imprimir su huella en las paredes de casas y parques, con murales cargados de color y mensajes alusivos a la resiliencia de sus habitantes, lo que le ha dado un aspecto diferente a la comuna.
Esto ha llamado la atención de propios y visitantes, quienes se han acercado para conocer una versión más real de Siloé, de la mano de sus habitantes.
Con este propósito, cerca de 50 personas se reunieron el pasado sábado en la entrada de la Estación del MIO de Cañaveralejo, para una nueva “Trepatona”, la visita guiada a la Comuna 20 con la que un grupo de jóvenes recorren algunos de los puntos más representativos de esa loma dos veces al mes.

“En hebreo, Siloé es ‘enviado’, pero para nosotros es ‘volver a ver’”, dice Ricardo Sánchez, habitante del barrio que hace las veces de guía para el grupo.
La primera parada -de un recorrido que está pactado para cuatro horas- es cerca de la glorieta de Siloé. Estamos al lado del Colegio Eustaquio Palacios, al que Ricardo asegura que deben transportarse todos los niños de Siloé en procura de obtener educación secundaria, pues en el barrio no hay colegios públicos que tengan esta oferta.
“Lo que ustedes van a caminar hoy es lo que camina un chico al colegio”, asegura.
Luego de atravesar un sector en donde se pueden encontrar los más variados productos, el recorrido se detiene en un monumento construido en la glorieta, luego del Paro Cívico del 2021, en memoria de los cerca de 17 jóvenes que murieron durante esas jornadas de protesta y cuyos culpables, dicen, todavía no se han determinado por parte de las autoridades.

La siguiente parada es el Museo de Siloé, para lo cual hace falta adentrarse por calles en las que convive el ruido del tráfico en todas direcciones, y en donde vendedores ambulantes muestran sus productos a lo largo de las calles, incluso en lonas dispuestas sobre los andenes y cubiertas por grandes sombrillas playeras con las que los comerciantes tratan de eludir el implacable sol que se abate sobre la capital del Valle.
Una vez en el Museo, los visitantes ingresan a una casa de cuatro pisos, en donde se han dispuesto todo tipo de recuerdos de lo que ha sido Siloé.
Cubiertos por cámaras fotográficas de todas las marcas y los tamaños, tambores, recortes de prensa, máscaras, banderas del M-19, cascos de mineros, ese espacio tiene la intención de resaltar la naturaleza popular de la Comuna 20.
“Nosotros comenzamos como un canal comunitario de televisión y radio, y los niños se acercaban a preguntarnos historias de los barrios. Yo no sabía ni la historia del barrio donde nací, El Cortijo, así que tuvimos que comenzar a investigar. Tuvimos que conseguir fotografías y elementos para que los niños lúdicamente pudieran entender la historia de los diferentes espacios del territorio”, explica David Gómez.
Él fue uno de los primeros habitantes del tradicional sector en propiciar espacios culturales como caminatas, y hoy dirige el Museo Popular.

Luego de pasar algunos minutos en el lugar, en los que David aprovecha para contar un poco de la historia de la Comuna 20 -que Siloé es tan solo uno de los barrios que conforman ese territorio, que los primeros habitantes fueron esclavos afrodescendientes y que las comparsas conocidas como ‘los diablitos’ se originaron en esas lomas y que luego se expandieron a otros lugares- el recorrido se enfila hacia ascensos empinados que amenazan con dejar sin aire a algunos visitantes.
“La ‘Trepatón’ nace en el 2018. Los recorridos son de cincuenta a cien personas por día. Creo que el mismo caleño se ha dado a la tarea de venir a conocer el territorio”, comenta Ricardo, y agrega que él, junto con los compañeros del colectivo, son herederos del trabajo de David Gómez:
“David ha sido la persona que ha inyectado el amor por este territorio. Yo era pequeño y lo veía subir con extranjeros turistas y gente del territorio, y me les pegaba al lado para conocer lo que él hacia. Terminamos enamorándonos de esto, simplemente viéndolo a él trabajar”.
En el camino, al pie de una de las estaciones del MIO Cable, el periférico que atraviesa la ladera hasta la Estación Unidad Deportiva, nos encontramos con un grupo de artistas gráficos en una de las muchas jornadas que se han hecho usuales, en las que se pintan de color las fachadas del sector, y donde propios y extranjeros aprovechan para descansar del trayecto.
“Me ha gustado mucho este recorrido, incluso más que el de la Comuna 13 de Medellín. Es mucho más auténtico”, comenta Pepe Gutiérrez, un español de visita en la ciudad.

El trayecto continúa, por calles angostas que se intercambian con extensos tramos de escaleras, hacia la última parada: el mirador ‘Yo amo a Siloé’.
Es un sitio en el que se dan citas múltiples grupos artísticos de la comuna.
Cuando llegamos, al caer la tarde, nos encontramos con un grupo de melómanos de salsa que amenizan la llegada de la lluvia.
“Me parece que es una iniciativa bastante positiva, sobre todo para que la gente deje de estigmatizar tanto el territorio. Un territorio estigmatizado es uno que se queda en el tiempo”, opina Óscar Collazos, un joven que fue por primera vez a conocer Siloé en compañía de su mamá.
“Yo llevo muchos años viviendo en Cali, y es la primera vez que subo a caminar las calles de esta comuna. Quedo admirada con la belleza de sus murales y su gente, que es bastante amable”, agrega Lina, su mamá.
Por su parte, Natalia Seija, una turista venezolana que también acudió a la ‘Trepatón’ en compañía de su progenitora, resalta los cruces de culturas que se evidencian en esta loma de la Sucursal del Cielo.
“Se me hizo interesante la forma de vivir de este lugar, porque bien se conoce que en cada parte, no solamente de Colombia, hay distintas formas de ganarse el día, de expresar el arte. Para mí es de admirar que un grupo de personas se haya puesto de acuerdo para cambiar la imagen de un lugar peligroso a uno donde también puede haber esperanza, arte y talento”, asegura.

“Nosotros lo que queremos es que el caleño cambie el concepto de ciudad. Que diga: ‘es un espacio para el que podemos sacar una tarde en familia y venir a caminar (...)’. Que el caleño no solamente vive de la salsa, que es lo que siempre nos identifica, sino que también hay otros espacios para caminar”, explica Ricardo, y añade que las jornadas se realizan el segundo sábado de cada mes, con punto de encuentro en la entrada de la Estación del MIO de Cañaveralejo a las 3:00p p.m., y el último viernes de cada mes, en el mismo punto de encuentro, a las 7:00 p.m.
Comunicador Social y Periodista con sensibilidad por las artes, las humanidades y la cultura. Con larga experiencia en la cobertura de la realidad social, tanto regional como nacional. Interesado en cubrir fenómenos de medioambiente, posconflicto y DD.HH.