Cali
Ángeles de cuatro patas: las historias de perros que salvan, guían y sanan en Cali
Cuatro historias que evidencian la diversidad de oficios que ejercen los caninos con vocación para transformar vidas: guías, rescatistas, asistentes y compañeros emocionales.

21 de jul de 2025, 08:59 p. m.
Actualizado el 21 de jul de 2025, 09:00 p. m.
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Tradicionalmente se ha dicho que el perro es el mejor amigo del hombre, pero hay caninos que son mucho más que eso: son guías, cuidadores, rescatistas y, por supuesto, compañeros de apoyo emocional que transforman la vida de sus dueños.
Algunos de ellos prestan servicio a las personas o diferentes entidades para cumplir una función específica. Es similar a un trabajo, ya que son entrenados por expertos para que puedan entender su misión y cumplirla a cabalidad.
Los perros de asistencia, por ejemplo, son los que exclusivamente trabajan con alguien que, por lo general, tiene una discapacidad física, emocional o mental.
Dentro de esta categoría hay diferentes especialidades: está el perro de servicio, para personas que tienen movilidad reducida; está el guía, que se conoce como ‘lazarillo’, para quienes tienen baja visión, y también el perro de servicio o apoyo, para los que padecen de autismo.
Anderson Gómez es abogado de profesión y lleva dos años con ‘Latina’, una canina que lo acompaña desde que se ha agudizado su problema de visión retinosis pigmentaria. Esa enfermedad afecta la retina y es degenerativa, es decir, que aumenta la pérdida de visión con los años.
Gómez tiene 33 años, pero es consciente de su discapacidad visual desde que era un adolescente, cuando empezó a perder la visión nocturna. Luego se le nublaba la vista por momentos y con el tiempo era más complicado reconocer los objetos y las personas.
“Hace ocho años empecé a tener problemas más serios de la visión. Yo vengo de una familia comerciante que vendía de todo, y yo también lo hacía, pero cada vez era más difícil debido a mi discapacidad, ya no veía bien los billetes, ni podía hacer facturas, por ejemplo. Entonces me tocaba pagarle a alguien para que hiciera esas cosas, y ahí fue cuando decidí estudiar derecho”, asegura.
Y continúa diciendo que, a raíz de ese hecho, empezó a indagar más sobre los perros guías, para estar preparado para el momento en que perdiera más la visión.
“En ese momento hice la solicitud a la Fundación Vishnu Cypress, en Bogotá, que era la única en Colombia que entregaba perros guías sin ningún costo. Ellos te donaban el perro, pero tocaba hacer fila, es decir, ponerse en una lista de espera y llamar cada mes. Era como un filtro que ponía el entrenador Juan Carlos Guerrero. Yo hice fila cinco años”, recuerda.
En 2016, Gómez entró a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, y logró culminar su pregrado con éxito.

Esto con ayuda de herramientas tecnológicas como el lector de pantalla ‘Jaws’, un software que paga el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones para que las personas con discapacidad visual puedan acceder al entorno digital.
“En diciembre del 2021 terminé mi carrera y luego hice mi especialización y ahora soy candidato a magíster”, agrega.
En 2023 y después de cinco años de espera, Anderson tuvo a Latina, una Golden Retriever entrenada para ayudarlo con su problema de visión.
Desde ese momento son inseparables. De hecho, por ser una perra guía, su mascota tiene el derecho a entrar en cualquier establecimiento del país.
“Con ella voy a trabajar, a los bancos, al supermercado. El único lugar donde Latina no debería estar es en aquellos que necesitan asepsia al máximo, ya sea una sala de cirugías o las cocinas de los restaurantes”, explica.
Sin embargo, este derecho no siempre se cumple por desconocimiento de ley, por ejemplo, Gómez explica que movilizarse en taxi es una tarea compleja, puesto que algunos conductores evitan llevarlo por ir con un perro.
“Yo siempre debo salir más temprano de mi casa porque no sé cuántos taxis deba esperar. Generalmente me cancelan uno o dos cuando llegan y se dan cuenta que estoy con Latina. Al principio me daba mucha rabia, porque ellos están obligados a llevar a una persona con un perro guía porque eso da multa, pero, por más que uno les diga, no te llevan. Luego me cansé de pelear y ya pido otro”, anota.
Gómez reconoce que esta Golden ha sido una bendición en su vida. “Latina se convirtió en mi perrita de apoyo emocional, porque yo puedo caminar con el bastón, pero, si voy con ella, voy más tranquilo, más rápido y más seguro física y psicológicamente. A cualquier lugar adonde voy, a ella la quieren y ha sido increíble la experiencia de estar con ella”, puntualiza.

Waika: una perra que se prepara para el rescate
Waika es una perra de raza pastor ganadera australiana que está vinculada a la Cruz Roja Colombiana. Está certificada en búsqueda en área y actualmente está siendo entrenada para obtener una nueva certificación.
Su dueña, Magda Zuluaga Quiceno, es médico veterinaria de profesión, tiene 43 años y es voluntaria socorrista en la especialidad de rescate o búsqueda con caninos: Kasar, además de ser voluntaria en la Fundación Pazos Internacional. Organizadamente divide sus días de la semana para poder dedicarse a todo.
“Waika sigue en entrenamiento para poder certificarse en estructuras colapsadas, ya que, para que un perro sea operativo y pueda ir a misiones, debe pasar por un proceso que demora entre dos y tres años. Asimismo, debe pasar por una serie de entrenamientos y certificaciones básicas y avanzadas”, cuenta Magda.
Cabe destacar que, dentro de la categoría de búsqueda, los perros pueden especializarse en diferentes áreas: búsqueda en escombros o estructuras colapsadas; búsqueda en área, que se realiza cuando las personas están perdidas en zonas rurales; búsqueda en deslizamientos o remoción en masa, y búsqueda por rastro, utilizada para localizar a personas desaparecidas.
“Waika empezó sus entrenamientos siendo adulta y ver todo el crecimiento que ha tenido me llena de orgullo, y pensar que con eso ella puede llegar a salvar una vida es muy gratificante”, afirma.

Malcom, el perro de servicio
En los Bomberos de Cali vive Malcom, un pastor belga malinois que durante años fue rescatista y hoy está pensionado. Su cuidador y entrenador, Frank Martínez del Río, coordinador de la Unidad Canina de Rescate, recuerda con cariño cada etapa que compartieron juntos.
Frank se encariñó con él desde cachorro. Fue quien lo entrenó, lo certificó y lo acompañó en distintas misiones, incluso en una en Costa Rica. “Cuando uno le pone el nombre, se apropia del perro”, dice. Y con Malcom el vínculo fue profundo: trabajaron codo a codo hasta que la artrosis y una displasia de cadera forzaron su retiro.
Aunque ya no participa en operativos, Malcom permanece en la estación como parte del equipo. En la unidad hay otros cinco perros en actividad y tres en formación, todos entrenados con una metodología basada en juego y recompensa, nunca en castigo.
El trabajo diario en la unidad es exigente: los caninos hacen acondicionamiento físico, prácticas semanales de búsqueda y simulacros con personas ocultas entre escombros para mantener su entrenamiento activo y variado.
Malcom participó en importantes misiones, como la de un deslizamiento en Putumayo, donde ayudó a localizar personas atrapadas. “Allí estuvo con nosotros, buscando entre ruinas y barro”, recuerda Frank.
Hoy, Malcom no corre entre escombros, pero sigue siendo parte esencial del Cuerpo de Bomberos.

Servicios asistidos por animales
Milo y Vainilla son dos perros de la Fundación Pazos Internacional que cada semana visitan hospitales en Cali para brindar apoyo emocional a los pacientes. Con su presencia, logran sacar sonrisas en medio de momentos difíciles.
Sandra Aristizábal es la fundadora de la organización y cuenta que en ella participan más de 40 voluntarios. “A nosotros nos une el servicio, las personas llegan porque quieren hacerlo, no por lucrarse. Y, en retribución, uno sale recargado de amor, porque esa sensación de ayudar a los demás no te lo quita nadie”, asegura.
Los perros que van a los hospitales trabajan seis horas al mes y tienen una rotación constante. Se caracterizan por ser dóciles y obedientes y siguen un protocolo estricto que incluye estar en óptimas condiciones de salud y mantener un aseo impecable.

Además de eso, Sandra cuenta que la Fundación cuenta con un apoyo importante de Gabrica solidaria, una empresa colombiana que por más de 30 años se ha dedicado al desarrollo del mercado de las mascotas, con diferentes productos como medicinas, alimentos y accesorios, ellos nos apoyan con los alimentos de los caninos.
“El impacto que generan los perros es global, desde que llegamos al hospital le alegran el día a los porteros, las secretarias, el personal de salud, las familias y, por supuesto, los pacientes”, dice.
Además de ser la fundadora, Sandra tiene su historia: nació con un problema en la columna que le limitó la movilidad pero, gracias a Moca, pudo salir adelante. “Ella llegó a salvarme y me dio un propósito de vida”, sostiene.