Valle
Arrullo, Jardines Infantiles Nocturnos, un lugar de refugio y protección para la primera infancia del Valle del Cauca
La iniciativa, pionera a nivel nacional, está enfocada en el cuidado integral y pedagógico para menores de 0 a 4 años cuyos padres estudian o trabajan en la noche. Por ahora operan en Cartago y Yumbo.
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19 de oct de 2025, 08:53 p. m.
Actualizado el 19 de oct de 2025, 08:53 p. m.
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¿Qué es un arrullo? Es un canto suave y dulce que adormece, que tranquiliza; es sinónimo de ‘acobijo’, como dicen las cantadoras del Pacífico colombiano; de refugio y protección.

Por eso, no es casualidad que el programa de jardines infantiles nocturnos liderado por la Gobernación del Valle del Cauca se llame así: Arrullo, ya que su objetivo es precisamente brindar un espacio seguro y cálido para niños y niñas de 0 a 4 años de edad de los sectores más vulnerables de la región.
Jimena Toro, gestora social del Departamento, cuenta que la idea surgió a raíz de la experiencia vivida durante su período como concejala en Bogotá, donde, en compañía del entonces alcalde Gustavo Petro, tuvo la oportunidad de inaugurar algunos hogares nocturnos.
Sin embargo, aclara que las unidades que se están implementando en el Valle del Cauca tienen un enfoque distinto a las que operaron en la capital del país.
“Decidimos arrancar de cero. O sea, le dimos un enfoque diferente”, explica la funcionaria.
Fue así como antes de que se cumplieran tres meses del mandato de la gobernadora Dilian Francisca Toro se inauguró el primer Arrullo en Yumbo, operado por la Alcaldía de dicho municipio, que abrió un espacio para 45 niños y niñas de estrato 1, 2 y 3, entre los que se cuentan indígenas, población migrante y afro.
Toro enfatiza que los jardines infantiles nocturnos tienen por objetivo el cuidado integral y pedagógico de menores de 0 a 4 años, “garantizando protección, desarrollo y tranquilidad a los padres que estudian o trabajan en la noche”.

Pero especialmente de madres cabeza de hogar, dado que el 90 % de los cuidadores de hijos son mujeres.
Dijo también que muchas féminas, la mayoría jóvenes, deben abandonar sus estudios para hacerse cargo de sus bebés, lo que las somete a condiciones de pobreza y vulnerabilidad.
Los jardines infantiles nocturnos manejan dos modalidades de atención: la primera: de 5:00 de la tarde a 10:30 de la noche, para madres y padres (también hay hombres cuidadores) que estudian en la noche; y de 5:00 de la tarde a 7:00 de la mañana, para los que trabajan en jornada nocturna.

A esa hora, los menores son entregados bañados, desayunados y listos para que vayan a sus casas a compartir con su familia.
El impacto social que ha arrojado este programa ha sido innegable.
Por ello, en julio pasado se abrió un segundo Arrullo, esta vez en el municipio de Cartago, donde también funciona como un centro integral de atención para madres cuidadoras con hijos con discapacidad, el cual es un modelo único a nivel nacional.

En la Villa de Robledo fueron ‘acobijados’ 35 años niños y niñas, pero hay una lista de espera de 60. De tal magnitud es la necesidad en esa localidad del norte del departamento.
“La idea con estos jardines es la reducción de riesgos de la niñez en horarios nocturnos. Es brindar tranquilidad a las mujeres y los papás que trabajan o estudian en la noche. Vos sabés que si uno deja un hijo al cuidado de una persona que uno de pronto no conozca bien, pues no se va a ir tranquilo a trabajar. El tema emocional de papá y mamá es muy complejo”, señala la Gestora Social del Valle del Cauca.
Pero además, apunta, el servicio en Arrullo es completamente gratuito para los beneficiarios, lo que se traduce en un ahorro importante para estas familias, contribuyendo a la autonomía económica y a la calidad de vida de muchas mujeres.
“Tenemos auxiliares de enfermería, psicólogos, una minuta acorde para la edad de los niños y las niñas, mejorando su nivel nutricional y previniendo la mortalidad infantil en los primeros mil días, que son clave.
Además de profesionales de educación inicial, pediatría. Es un programa muy completo; es una belleza y vamos a seguir replicándolo en otros municipios”, expresa.
“Es una ayuda muy grande”
Luisa, de 26 años de edad, madre cabeza de hogar, administra un bar en la noche.
Su hija Melanie tiene 2 años y antes de que existiera Arrullo, en Cartago, debía dejarla al cuidado de una persona que le cobraba 350 mil pesos mensuales.
“Yo recibo menos del mínimo y pago arriendo y comida, entonces era mucho dinero. Este ahorro me ha ayudado a pagar parte de las deudas y he podido invertir en otras cosas que necesita la niña. Se me facilita mucho más todo. Por ejemplo, se le subió un poquito más al mercado, mejorar la compra, más frutas que la niña necesitaba”, comenta.
Por eso, ni por un minuto vacila en afirmar que los jardines infantiles nocturnos son lo mejor que les ha podido pasar a las madres que tienen que trabajar en la noche y lanza una súplica al Gobierno Departamental.
“Yo digo que, si por algún motivo llegaran a cerrar el jardín, somos muchas las mujeres que vamos a pasarla muy mal en todo sentido. Le pido a la Gobernadora y al Alcalde que mantengan estos programas, que son una ayuda tan grande y tan gigante. Ellos no se alcanzan a imaginar cómo la necesitamos y cómo nos facilita la vida. Ojalá los puedan mantener generación tras generación; se lo vamos a agradecer toda la vida”, reitera.
Michel, de 20 años, también madre cabeza de hogar, con una niña de 1 año de nacida, indica que conoció el programa gracias a su jefa, pues ella trabaja en un puesto de comidas rápidas en la noche, también en Cartago.
Usualmente, su horario de trabajo se extiende hasta las 2:00 o 3:00 de la madrugada, por lo que debía dejar su bebé al cuidado de una persona que le cobraba 450 mil pesos.
Luego, cuando terminaba el turno, debía recoger la niña a esa hora, a veces lloviendo.

“Gracias a Arrullo pude cumplir ese sueño de ahorrar y comprar una moto en la que transporto a la niña, la llevo a sus citas médicas, todo, porque yo soy quien se encarga del arriendo, de comida, de lo que ella necesita. Arrullo me ha brindado ese apoyo y esa ayuda. Cuando la recogía en la madrugada se enfermaba mucho y se le descontrolaba el sueño y eso es preocupante, porque un niño, así de pequeño, debe tener su horario para dormir. Me daba miedo de que le fuera a dar una bronconeumonía. Ahora todo eso cambió, estoy muy agradecida”, precisa.
Cifras que movilizan
Según la alianza ‘el Mejor Lugar para CreSER’, iniciativa liderada por ProPacífico y de la que hacen parte 21 organizaciones, entre ellas la Universidad Javeriana de Cali, que busca contribuir al cierre de brechas de la Primera Infancia, en el Valle del Cauca hay 387 mil niños y niñas entre los 0 y los 5 años.
A través del Sistema de Información Georreferenciado de Bien-Estar en la Primera Infancia (Sigp) se pudo establecer que 93.623 pequeños viven en situación de pobreza extrema; es decir, el 24,2 % de ese grupo poblacional.
Argelia, con 69,9 %; Buenaventura, con 67,1 %; Toro, con 63,4 %; Zarzal, con 62,8 %, y Trujillo, con 58,1 %, son los cinco municipios donde el indicador de pobreza extrema presentó el porcentaje más alto.
En Cali, la cifra se registró en un 33,8 %.
Asimismo, se pudo determinar que el 60,5 % de las madres se reconoce como jefa del hogar.
De ellas, el 36,6 % no tiene estudios o cursó básica primaria, mientras que el 32,8 % llegó hasta básica secundaria o media y apenas el 30,6 % logró culminar estudios técnicos, tecnológicos universitarios o de posgrado.
En cuanto a atención integral, solo el 51 % de los niños y las niñas elegibles para los programas, es decir, los clasificados en grupos A y B del Sisbén, son atendidos en los servicios que ofrece el departamento.

En ese orden de ideas, Ninive Murillo Riascos, coordinadora del programa Jardines Infantiles Nocturnos, destacó la importancia de esta iniciativa, en el cual hay madres que venden tintos, salchipapas y también trabajadoras sexuales, para brindar un entorno seguro a los infantes en condiciones de vulnerabilidad, pero también acceso a la educación, pues muchas de ellas no podían pagar una guardería.
Comenta que, gracias a lo novedoso y al impacto del programa, ya hay algunas regiones del país, como Popayán y Antioquia, que quieren replicarlo.

Para este año se espera atender 100 niños y niñas, y en el 2027 ampliar la cobertura a 300 menores en el Valle del Cauca.
Todo un desafío cuando, según el Sigpi, el 49 % de los infantes no recibe atenciones o no están registrados.

Periodista de la Universidad del Valle con casi 30 años trabajando en medios impresos como El Espectador y El País, y desde hace unos años he incursionado en periodismo digital.
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