Tecnología
¿Por qué no debería dejar la pantalla del celular encendida todo el día?
Esta herramienta es pensada para optimizar el consumo energético y preservar los componentes internos del aparato.

Hay un aspecto que, aunque pueda parecer insignificante a simple vista, en realidad podría representar un problema serio para los teléfonos móviles. Se trata de mantener la pantalla del dispositivo encendida continuamente. Lo que muchos consideran una acción inofensiva, en realidad, podría acarrear consecuencias perjudiciales para el equipo.
La mayoría de los smartphones vienen de fábrica con una función que apaga automáticamente la pantalla tras un corto período de inactividad, generalmente entre 30 segundos y dos minutos. Esta característica no es un simple detalle técnico: está diseñada para ahorrar energía y proteger los componentes internos del dispositivo.
Hábitos que suelen pasar desapercibidos, como mantener la pantalla encendida sin que sea necesario, pueden derivar en efectos negativos. Esta costumbre no solo acelera el deterioro de la batería y de la propia pantalla, sino que también incrementa la exposición del dispositivo a amenazas externas y puede provocar fatiga visual con el uso prolongado.

Consecuencias de mantener la pantalla del celular encendida
Uno de los principales problemas es el desgaste prematuro de los componentes del teléfono. En pantallas con tecnología OLED o AMOLED, por ejemplo, cada píxel está compuesto por pequeños diodos emisores de luz que se deterioran con el tiempo. Cuanto más tiempo estén iluminados, más aumentan las probabilidades de sufrir fenómenos como el burn-in o “imagen fantasma”, que deja marcas permanentes de imágenes fijas en la pantalla.

Otro riesgo importante es el sobrecalentamiento del dispositivo. Mantener la pantalla constantemente encendida hace que el procesador y la tarjeta gráfica trabajen de manera continua, elevando la temperatura interna del equipo.
Pero no es solo la pantalla la que paga las consecuencias. La batería, como componente vital del teléfono, también sufre un desgaste acelerado. La energía que consume mantener la pantalla encendida es significativa, y a medida que se agota con mayor frecuencia, se incrementa el número de ciclos de carga. Esto provoca una disminución progresiva de la capacidad de la batería, reduciendo el tiempo de autonomía del dispositivo y obligando al usuario a cargarlo varias veces al día.
Otro aspecto preocupante es el aumento de la temperatura interna del teléfono. Al mantener la pantalla activa constantemente, el procesador y la unidad gráfica trabajan de forma continua, generando calor adicional que se acumula en el dispositivo. Este sobrecalentamiento no solo reduce la eficiencia del teléfono, sino que también puede ocasionar daños irreversibles en los circuitos internos y en la propia batería, aumentando incluso el riesgo de fallos críticos.
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