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Editorial

¡Basta ya!

Colombia se encuentra inmersa en una confrontación política donde el discurso exacerbado y altisonante no solo polariza, sino que amenaza la estabilidad misma de la Nación

En la estación de Policía de Meléndez se presentó uno de los atentados.
En la estación de Policía de Meléndez se presentó uno de los atentados. | Foto: Foto: Anderson Zapata / El País.

11 de jun de 2025, 02:59 a. m.

Actualizado el 11 de jun de 2025, 02:59 a. m.

El terrorismo y la violencia no podrán doblegar ni a Cali, ni al Valle del Cauca ni al Cauca.

En medio del sufrimiento, el miedo y la indignación, esta región, tantas veces golpeada por la brutalidad de unos pocos, por el abandono estatal o por la indiferencia del centralismo, se levanta para decirles ¡basta! Estamos juntos, nos une el amor por nuestra tierra, tenemos esperanza en un futuro mejor y nada ni nadie podrá dividirnos.

La mañana de este martes se convirtió desde tempranas horas en una pesadilla para el suroccidente colombiano. En su indolencia y cinismo, otra vez los violentos les arrebataron la vida a ciudadanos inocentes y a servidores de la Fuerza Pública y causaron destrucción y sembraron el miedo.

Fueron al menos 25 ataques a poblaciones indefensas, atentados contra sedes de la Policía, carrosbomba que estallaron o cilindros explosivos con los que quisieron afectar las vías de comunicación más importantes de la región.

El balance, hasta la noche de ayer, era de siete personas fallecidas, dos de ellas en Cali y tres más en zona rural de Jamundí, así como dos uniformados muertos en el Cauca. De los 53 heridos reportados, 43 fueron en la capital vallecaucana, donde los CAI de Policía en los barrios Meléndez, Manuela Beltrán y Los Mangos resultaron atacados.

Todo ello se presenta cuando el país no sale aún de la conmoción por el atentado perpetrado el sábado en la tarde en Bogotá contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien continúa en estado crítico.

Hoy, como no se veía desde hace décadas, Colombia se encuentra inmersa en una confrontación política donde el discurso exacerbado y altisonante no solo polariza, sino que amenaza la estabilidad misma de la Nación, mientras se ponen en riesgo su democracia y el Estado Social de Derecho que la rige.

El recrudecimiento de la situación de orden público en el Cauca y en el Valle, que afecta de manera directa a Cali, ha llevado a que sus autoridades le reclamen al gobierno de Gustavo Petro una mayor intervención, que permita desarticular los grupos armados al margen de la ley y a las organizaciones criminales -en muchos casos transnacionales- que se lucran de negocios ilícitos como el narcotráfico, el microtráfico o la minería ilegal, pero que además secuestran, extorsionan y atemorizan a los ciudadanos.

Aun reconociendo la labor de las Fuerzas Armadas para tratar de mantener el orden, perseguir la delincuencia y preservar la tranquilidad en la región, sus esfuerzos serán insuficientes mientras no se tenga el respaldo decidido del Ejecutivo central o se persista de manera obstinada en una política de Paz Total que ha demostrado ya su fracaso en los tres años que lleva de implementación.

Para que discuta sobre las soluciones que demandan Cali, el Valle, Cauca y en general el suroccidente de Colombia, incluido su abandonado Pacífico, y para que informe cómo se le va a hacer frente a la situación de orden público o cuándo se van a cumplir las obras prometidas, es para lo que se espera hoy al presidente Gustavo Petro en la capital vallecaucana.

No es el momento de azuzar las confrontaciones, sino de responder por la seguridad y la tranquilidad de esta gran comarca, que está unida, trabaja en conjunto por su desarrollo y no acepta que nada ni nadie la amedrente ni la divida.

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