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Salvar la democracia

Dichos mandatarios de derecha y de izquierda son demostración de que, en una u otra, puede enquistarse el populismo y los redentores galácticos que mutan en dictadores.

Helena Palacios
Helena Palacios | Foto: El País

Helena Palacios

24 de abr de 2025, 03:22 a. m.

Actualizado el 24 de abr de 2025, 03:22 a. m.

Venimos presenciando la erosión de la democracia y la recurrente pregunta acerca de las causas. Se dificulta precisarlas por la diversidad de factores que inciden en ello y porque las opiniones suelen estar permeadas por sesgos ideológicos.

Al amparo de dicha forma de gobierno se consigue la participación de los ciudadanos y la convivencia en armonía. Si no es con ella, ¿cuál sería la alternativa? La historia ha enseñado que ese ideal de vida no es posible en monarquías, dictaduras o regímenes comunistas. Sin embargo, cada vez más se la menoscaba desde adentro y desde afuera.

Sobre el tema, el jurista e investigador de Dejusticia, Rodrigo Uprimny, señala que “el ascenso de opciones autoritarias ha sido también fruto de estrategias explícitas, de ciertos sectores que han buscado minar la democracia usando las elecciones para favorecer ciertos intereses y ciertas visiones ideológicas”. (Entender el Declive democrático, Revista Opinión, 24/03/2025).

Puede decirse que los primeros responsables son los mandatarios que aspiran a detentar un poder absoluto, por lo que les estorban los otros poderes públicos si difieren de sus designios. Ponerlos en tela de juicio sin sustento es su táctica a seguir, sin importar razones legales o constitucionales. Las campañas de desprestigio calan en muchas personas que, a su vez, les servirán de caja de resonancia.

Semejante a Donald Trump, Gustavo Petro cada vez acude a ese artilugio, sea contra el Consejo de Estado, las Cortes o el Congreso. Vendrán más arremetidas mientras se le impida tomar espacios de canales privados de la televisión por fuera del marco legal, cual Hugo Chávez en su Aló Presidente; o se le rechace la decisión de ternar a su abogado (defensor ante el CNE por presunta violación de topes en su campaña) para el cargo de magistrado, que allanaría el camino a cooptar ese poder, al estilo de los dictadores de Rusia, Nicaragua, Cuba y Venezuela.

Dichos mandatarios de derecha y de izquierda son demostración de que, en una u otra, puede enquistarse el populismo y los redentores galácticos que mutan en dictadores. Se agrava la suerte de la democracia con el poder de ultramillonarios a cuenta de sus apoyos económicos a esos movimientos, según enfoques e intereses, tales como George Soros, inversor en mercados financieros y gestor de fondos, Elon Musk, fundador de Tesla Motor, SpaceX y PayPal; o Jeff Bezos, dueño de Amazon.

Del círculo de Trump, el bloguero Curtis Yarvin insta por una tecno-monarquía en que el Estado sea una empresa de la tecnología. Parece ficción, pero es síntoma real de la decadencia que nos alerta sobre la necesidad de la cultura y de la democracia por su valor como organización política, con participación y justicia social.

La analista Anne Applebaum, en su obra ‘Autocracias S. A.’, advierte que no debe asumirse que los argumentos a favor de la democracia son obvios, porque hay narrativas para presentarla como un sistema caótico, por lo cual, “los medios de comunicación, las organizaciones civiles, los políticos democráticos tienen que rebatirlas y defender la transparencia, la rendición de cuentas y la libertad”. (p.176).

Debemos entonces conocer el contexto de los movimientos políticos, trabajar en equipo o en redes que develen las mentiras y las fuerzas ocultas tras las ideologías, y exigir idoneidad y completa claridad a los funcionarios públicos y candidatos.

Helena Palacios

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